Monseñor Ocampo insta imitar a María

Monseñor Celestino Ocampo-emilce ramirez

CARAPEGUÁ. En el marco de la solemne misa central en honor a la Inmaculada Concepción de María, santa patrona de este distrito, celebrada esta noche en la catedral local, Monseñor Celestino Ocampo instó a los fieles a vivir las actitudes de María, de vivir la fe con alegría, confianza en Dios y compromiso solidario con la sociedad.

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El obispo instó a los feligreses a imitar la alegría de María, afirmando que “la alegría verdadera solo es posible en el corazón del hombre que anhela y busca justicia, libertad y fraternidad entre los hombres”.

Los feligreses de Carapeguá rindieron homenaje a su santa patrona, la Inmaculada Concepción de María.

El prelado enfatizó que la alegría genuina se encuentra en la comunión con los que sufren, la solidaridad con los que lloran y la lucha por el bienestar de los humildes.

Subrayó la importancia de esforzarse por hacer felices a los demás y buscar un cambio sincero en uno mismo para celebrar la Navidad con un espíritu renovado. Su mensaje se centró también al llamado a la solidaridad, la cercanía con los necesitados y la sensibilidad hacia los hermanos, valores promovidos por los franciscanos.

Monseñor Celestino Ocampo llamó a los fieles a imitar las actitudes de la Virgen María.

Monseñor Ocampo llamó a desarrollar sensibilidad ante el dolor ajeno y a no limitar la devoción mariana únicamente a la petición de favores, sino a contemplar a María como modelo de vida cristiana, destacando sus virtudes de humildad, disponibilidad y servicio.

Monseñor Ocampo, refirió María es la primera discípula y seguidora de Jesús, aquella que dio su “sí” para que el Salvador viniera al mundo.

Pidió saber elegir a las próximas autoridades

En el tramo final de su homilía, el obispo se refirió al cierre del Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”, previsto para el próximo 28 de diciembre, Día de la Familia.

Invitó a realizar una peregrinación no solo exterior, sino también interior, que lleve a preguntarse si este tiempo produjo cambios concretos en la vida personal y comunitaria: mayor apertura, generosidad, cercanía, capacidad de perdón y reconciliación.

Asimismo, vinculó la celebración con el tema del Bien Común, propuesto por la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), que será el eje de reflexión para el 2026.

En su homilía, monseñor Celestino Ocampo pidió a los fieles saber elegir a las próximas autoridades.

Explicó que la Doctrina Social de la Iglesia coloca este concepto en el centro de su enseñanza, junto a la dignidad de la persona humana, el destino universal de los bienes y la solidaridad. En ese marco, advirtió que la política auténtica debe buscar el bien de todos y no el beneficio de unos pocos, ya que, de lo contrario, se convierte en simple politiquería.

Brecha entre fe y moral

Al término de la homilía expresó su preocupación por la corrupción y la brecha entre la fe que se profesa y la moral que se vive cotidianamente, señalando que este divorcio constituye uno de los males más graves de la época.

Preocupa la brecha entre la fe que se profesa y la moral que se vive.

Llamó a los cristianos a no callar ni permanecer indiferentes, recordando que el silencio de los hombres de bien favorece la audacia de los malos. Invitó a leer y reflexionar la Carta Pastoral de los obispos como un examen de conciencia personal y comunitario, especialmente en un contexto preelectoral, para discernir con responsabilidad y trabajar por una sociedad más justa, coherente y fiel a los valores del Evangelio.

Devoción a María

Previo al inicio de la santa misa, los feligreses participaron de la tradicional procesión de la sagrada imagen, que se realizó por los alrededores de la catedral. Sin embargo, debido a la inclemencia del tiempo, la celebración eucarística se llevó a cabo en el interior del templo.

Irma Barrios, junto a su hijo promesero Gadiel Barrera y su hija mayor Kimberly.

Hasta el lugar llegó Irma Barrios, con su hijo de cuatro meses, Gadiel Barrera, en brazos, para agradecer por su nacimiento, que lo consideró fue un milagro.

La madre relató que, tras haber sufrido dos pérdidas, se encomendó a la Virgen María pidiendo su bendición y la gracia de volver a tener un hijo. En señal de gratitud y devoción, vistió al niño con la indumentaria de la santa patrona.

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