Una nueva polémica sacude la gestión del Instituto Nacional del Cáncer (Incan), hospital de referencia dependiente del Ministerio de Salud Pública (MSPBS). Personal de la institución denunció una supuesta irregularidad en el manejo del patrimonio biomédico, tras revelarse un documento de préstamo de equipos de alta complejidad a otro centro asistencial, en un contexto donde el historial de desaparición y “carneo” de máquinas pesa sobre la administración.
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Según un acta de entrega a la que tuvo acceso ABC, fechada el 13 de junio de 2024, el Incan cedió en carácter de préstamo al Hospital General Barrio Obrero (HGBO), un equipo monitor de alta definición y un procesador de video digital con fuente de luz universal (marca Fujinon/Fujifilm).
El acuerdo establecía un plazo de 90 días calendarios para la devolución. Sin embargo, a pesar de haber transcurrido más de un año desde la entrega de los equipos, los mismos aún no han retornado al instituto oncológico. El documento lleva las firmas del doctor Gustavo Campos, exdirector médico del Incan, y de Lidio Franco, jefe de patrimonio.
“Son equipos que ya no usamos”, dice el Incan
Consultado sobre esta situación, el doctor Amado Alfonso, actual director médico del hospital oncológico, este admitió que el pedido de devolución ya fue realizado pero aún no se ha concretado. No obstante, restó importancia al impacto de esta ausencia en la atención a los pacientes oncológicos.
“Eso no afecta al funcionamiento del Incan porque nosotros teníamos tres de esos equipos, que ya fueron reemplazados hace dos o tres años por equipos nuevos”, afirmó el médico.
Según Alfonso, la tecnología prestada “ya no coincide” con los nuevos colonoscopios del hospital. “Creo que está bien que esté en otro lado donde se necesita más que acá”, aseveró.
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Alfonso detalló que actualmente el Incan cuenta con dos salas de endoscopía operativas y equipamiento renovado, incluyendo tres procesadores nuevos y una flota de colonoscopios y gastroscopios.
Antecedentes que generan desconfianza
Pese a las explicaciones oficiales, el personal denunciante manifiesta su preocupación debido a los oscuros antecedentes que rodean al hospital en cuanto a la protección de sus activos biomédicos.
En julio de este año, el Incan estuvo en el ojo de la tormenta tras denunciarse que un equipo de braquiterapia desmantelado en julio del 2024, supuestamente para donación, fue “carneado”, dejando un vacío crítico en la capacidad de tratamiento radiológico.
Otro antecedente es el intento de traslado de una Torre de Broncoscopía hacia el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (Ineram), lo que en su momento fue interpretado por los trabajadores como un despojo de herramientas necesarias para los pacientes con cáncer de pulmón. Este equipo, supuestamente también había sido carneado según dijo a ABC el viceministro de Salud, Saúl Recalde.
La sombra de la irregularidad
La mayor sospecha de los denunciantes radica en el destino final de estos equipos. Aunque la dirección asegura que el Incan está cubierto con tecnología moderna, el hecho de que bienes del Estado circulen fuera de los plazos establecidos en las actas de préstamo —y sin un control riguroso de retorno— alimenta la hipótesis de una gestión patrimonial deficiente.
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Los pacientes y el personal de blanco exigen transparencia absoluta, recordando que en el Incan, la falta de un equipo operativo puede significar la diferencia entre un diagnóstico a tiempo o el avance implacable del cáncer.