La falta de recursos y sin un colectivo para llegar a la sede del torneo, es una circunstancia bochornosa por donde la se la mire. Debería ser motivo de vergüenza pública para una ciudad y a un departamento que se precia de ser uno de los más importantes y poderosos del país en términos económicos, y de hecho que así es.
Itapúa ocupa un lugar de privilegio en el aporte al producto interno bruto nacional, aunque eso las más de las veces no se ve reflejado en el retorno que recibe en concepto de servicios y otros recursos por parte del gobierno central.
Mediante una carta abierta a la ciudadanía difundida por las redes sociales, el presidente de la FEFS, Raúl Rojas, puso a conocimiento el drama que estaban enfrentando y que finalmente eclosionó en la determinación de renunciar a participar del campeonato debido a la falta de recursos económicos con los cuales financiar el viaje y la estadía del cuerpo técnico y jugadores en la sede del torneo.
Esta carta evidencia una serie de situaciones lamentables que suelen ser la impronta en la gestión de quienes tienen la responsabilidad de administrar los intereses colectivos. Una de ellas es precisamente la falta de una verdadera política de gobierno en materia de deportes, como en muchas otras áreas de la vida comunitaria.
Pone de manifiesto también otro hecho que suele marcar el “ritmo” de la administración pública: ya no estamos en época de campaña proselitista, porque en ese caso ya estarían los políticos atropellándose acaparando los medios de comunicación haciendo gala de su “apoyo al deporte”.
La penosa experiencia que le toca vivir a la FEFS pone de manifiesto la falta de una política de Estado para el fomento del deporte como un bien social deseable e importante para el desarrollo integral de las personas.
La ciudad de Encarnación cuenta con cientos de hectáreas de zonas verdes, pero ni una sola canchita donde practicar algún deporte, salvo un aro de básquet colgado frente a la playa San José. El estado de abandono y destrucción de los aparatos de ejercicios instalados por la EBY sobre la avenida ribereña es otro ejemplo de la desidia de las autoridades en la materia.
La aleccionadora carta de la FEFS debería ser motivo de reflexión y revisión sobre un aspecto de la gestión pública usualmente descuidada, salvo caso cuando se tratan de faraónicos polideportivos donde poder “facturar”. Y así no va.