Si bien nuestro sistema electoral no siempre garantiza que quienes nos gobiernan nos representen de verdad, en la democracia que elegimos vivir, nuestro dedo índice tiene el poder de determinar el rumbo de nuestra patria.
Ayer abrimos el 2022. Este año se comenzará a decidir quiénes ganarán la Presidencia de la República, la Vicepresidencia, y escaños en el Poder Legislativo en las generales del 2023.
A las preguntas: ¿sabemos qué tipo de líderes queremos para los siguientes cinco años?, ¿será que correrá la carrera a la Presidencia algún político con carisma, que aglutine los intereses de la mayoría y que en verdad tenga chances de ganar? ¿Sabemos qué tipo de país queremos para el siguiente periodo de gobierno?
Todas estas consultas tienen, sin dudas, un sinfín de respuestas, que abren un montón de debates sumamente sanos de tener en redes, en las casas, en los colegios, en los bares, en reuniones de amigos y de familiares.
En lo que sí estamos de acuerdo mayormente es en lo que no queremos. Nos unen los motivos que tenemos para usar el poder del dedo del medio cuando lo mostramos como se debe.
No queremos más gobiernos corruptos, clientelistas, prebendarios, de clanes que aprovechen la plata pública para hacer negocios que les beneficien a ellos y a sus amigos. Estamos podridos de la impunidad, del ñembotavy de la Fiscalía y de los jueces; de los blanqueos de senadores y diputados según los intereses políticos en juego.
Nos da vergüenza, impotencia, rabia e indignación, cuando al gobernador de Central, Hugo Javier González, lo “salvan” sus padrinos. Lo mismo sentimos cuando la Fiscalía lleva hacia el opareí las irregularidades cometidas por el intendente de Asunción, Óscar Nenecho Rodríguez, con fondos que debían ser usados contra el covid.
Nos da guacalita cuando hacia Ciudad del Este, el impune senador Javier Zacarías Irún reaglutina a su clan con intención de seguir ocupando cargos públicos en 2023.
Estamos cansados de presidentes como Mario Abdo Benítez, que se mantienen en el poder a partir de acuerdos que lo tienen del cogote y que permiten que maneje los hilos del país un ser tan oscuro y peligroso como Horacio Cartes.
Pero lo que más indigna es que los políticos se pasen por el forro el hartazgo ciudadano y ya estén en carrera para el 2023 personajes como Hugo Velázquez (que quiere ser presidente), que representan más de la misma cloaca en la que ya remamos.
En medio de tanto que nos obligan a pasar, nosotros tenemos, sin embargo, la poderosa herramienta del dedo índice. No olvidemos ese superpoder. Si lo utilizamos de manera inteligente, tal vez, solo tal vez, podamos definir si queremos más de lo mismo, o si le damos la oportunidad al país de probar algo distinto. No sabemos si para mejor o peor, pero distinto.