Cualquiera diría que el asalto nuestro de cada día es el que sufren cientos de compatriotas cuando salen de sus casas para ir a trabajar, o cuando vuelven cansados a descansar. Pero no. Hay otro que es tal vez más disimulado, pero más grave: el que proviene desde el mismísimo Gobierno Nacional.
En conspiraciones para mantener el poder o sacar a quienes no les conviene, el Partido Colorado tiene harta experiencia. Pero el “Asado Papers”, que revela cómo sacaron de la Municipalidad de Asunción a Mario Ferreiro, confirma una vez más que los colorados no actúan solos. Lo hacen con la “oposición”.
Investidos del poder que les confieren los votos, personas vinculadas al crimen organizado en sus distintas facetas, gobiernan desde tiempos inmemorables la República del Paraguay, un país con ex autoridades significativamente corruptas, las menos, presas, y las más, con la intención de recuperar cargos públicos.
Con discursos de odio contra las minorías, contra la inclusión, la interculturalidad y los derechos humanos, vienen apareciendo en todo el mundo grupos nacionalistas de ultraderecha, conservadores y segregacionistas, muchos de tinte religioso-político. En Estados Unidos arremetieron contra migrantes, en Europa asesinaron judíos, también musulmanes. Y en Paraguay...
Cuando se condena a un medio de comunicación y a un periodista por publicar indicios certeros de supuestos hechos de corrupción cometidos por funcionarios públicos, la condena toma forma de censura previa. Esta condena y censura afectan a toda la sociedad, que no podrá seguir ejerciendo su libertad de expresión ni su rol de contralor. En un país con instituciones públicas desacreditadas, esto atenta directamente contra la democracia.
La disposición del juez Julián López, de que el periodista Carlos Granada guarde prisión preventiva mientras es investigado por coacción sexual, coacción y acoso sexual, es histórica. En un país en que el miedo silencia los abusos a los que son sometidas las trabajadoras, esto debería servir de advertencia para quienes abusan de su posición de poder y también debería ayudar a quienes están pasando por situaciones similares, a denunciarlo.
De los creadores de la “ideología de género”, “nos van a sacar la patria potestad” y van a “convertir a nuestros hijos en gays”, ahora llega: “no recibas a los censistas en tu casa” y “nos quieren convertir en homosexuales y lesbianas”. Antes de comenzar el censo 2022, ya tenemos un dato confirmado: urge mejorar la educación.
En 25 de cada 100 hogares paraguayos hay inseguridad alimentaria moderada o grave. Son hombres, mujeres y niños que viven en condiciones de extrema pobreza, abandonados a su suerte, en un país en el que la brecha entre ricos y pobres es cada vez más amplia. Muchos de esos ricos, lastimosamente llegaron a ese estadio a costa de cargos y del dinero público que debió ser utilizado para mejorar las condiciones de vida de quienes menos tienen.
Un deficiente sistema de comunicación desde el MEC, y por otro lado un fanatizado sector de la población, sesgado por su conservadurismo extremo y su falta de información, están por enterrar el plan nacional de una transformación educativa que es urgente y necesaria.