Se podría argumentar que Paraguay ya tiene demasiados problemas con nosotros, los humanos; aquellos que deberíamos ser más pensantes y un poco más lógicos en las decisiones que tomamos. Pero también somos responsables de estos seres sintientes que están todos los días, en las buenas y en las malas, muchas veces casi sin percatarnos. ¿O quién osaría negar que las mascotas nos hacen compañía o aplacan nuestros malos estados de ánimo en días espantosos?
Es necesario que este Gobierno, así como los que vendrán a futuro, implementen mejores políticas de protección de los animales. Estas no deben consistir solo en defender a las mascotas de la violencia — un paso importantísimo que se dio a través de una ley — sino también dar al ciudadano la posibilidad de castrarlas sin costo alguno o de atender las urgencias veterinarias con una cobertura decente a través de una red de clínicas.
Urge dar voz, y también recursos, a quienes no la tienen. Urge abordar esta cuestión como sociedad paraguaya sin dejar de lado los demás temas de debate. Y también es necesario reconocer el esfuerzo que las valientes asociaciones y organizaciones de protección animal realizan a fuerza de voluntad y de donaciones de personas anónimas que dan lo poco que tienen para salvar la vida de perros, gatos y varias otras especies.
Al próximo presidente o a la próxima presidenta de la República: incluya en su programa de Gobierno un plan de cuidado y protección animal. El presidente de Chile, Gabriel Boric, impulsa uno a través de su mascota, Brownie, que tiene hasta cuenta en Instagram para promover el cuidado animal a través de la interacción social y de planes concretos. Tal vez es hora de entender que ya mucho daño les causamos y que jamás podremos compensar todo lo que nos dan sin pedir nada a cambio. Tal vez es hora de pensar en cuidarlos mejor.