El dilema de no encontrar a quién votar

Que estén ya los candidatos presidenciales casi definidos no despeja la principal duda del elector pensante: cuál de estos tiene capacidad e integridad para conducir un país atascado en una de sus tantas horas oscuras, en que la corrupción copó hasta instituciones nobles como las cooperativas llenándonos de angustioso desaliento.

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Me temo que no haya candidato que garantice confiabilidad total. Alguien con manos libres para enfrentar al mal que hizo metástasis en todos los sectores. Alguno que no tenga compromiso extrapatriótico, odio que cobrar, deuda que pagar, patrón a obedecer o lealtades personales mal entendidas.

Sospecho que varios de estos candidatos no tienen idea de qué hacer si tuvieran que habitar en Mburuvicha Róga el próximo quinquenio presidencial.

Más allá de que propalen algún eslogan extraído de Google, o que esgriman alguna posición pretendidamente moralista, no avizoro que hayan diseñado ni mínimamente un ideal de país ni un proyecto a futuro. Lustros atrás se hablaba, por lo menos, de “ejes programáticos” o planes “a corto, mediano y largo plazo”. Aunque se sabe que las promesas de los políticos están para no ser cumplidas, por lo menos quedaba la ilusión de que en algo pensaban.

El gobierno que asuma en el 2023 enfrentará problemas nacionales casi insolubles. Y no es descabellado pensar que en vez de gobernar se pasará más tiempo echándole la culpa de los males al gobierno anterior. En parte tendrá razón. Pero la misión de un gobierno no es buscar culpables de los dramas que aquejan al país, sino solucionarlos. Quien pida votos para gobernar, que se las aguante luego.

Antes de la pandemia ya avizorábamos tiempos muy difíciles en lo venidero. La pandemia agudizó los problemas, y la invasión del señor Vladimir Putin a Ucrania desató una hecatombe económica mundial que nos pega duro a los paraguayos, específicamente en la provisión de combustibles. Esto significa inflación y más pobreza. Y la agitación del descontento social.

Este descontento se acrecienta a la vista de la grosera impunidad de que gozan los políticos, que ya no solo esquilman a entes estatales, sino que acuden a organismos de desarrollo social, como las cooperativas, para utilizarlos en su provecho de un modo que causa repugnancia en cualquier persona decente.

Ante todo esto, es responsabilidad de la ciudadanía hacerles sentir a los candidatos que el destinatario de sus afanes debe ser el Paraguay y no su vanidad personal ni el interés de su tribu partidaria ni los caprichos del poder mafioso que les apuntala.

Itaipú, el calamitoso sistema educativo, la salud pública inexistente, la inseguridad que mata, la inmoralidad política, la justicia al servicio de los delincuentes por imperio de políticos sinvergüenzas, la usurpación de instituciones.

¿A quién votar si los candidatos no hablan de estos temas, o lo hacen solo para provocar a sus adversarios?

Los medios tienen también responsabilidades. Hay que desfarandulizar la política. La agenda mediática no debe ser funcional a los políticos, sino a las necesidades ciudadanas.

nerifarina@gmail.com

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