Decisiones inteligentes

En estos días de reflexión, en que la cristiandad celebra la redención de la humanidad mediante el sacrificio de Jesucristo, y apenas a pocas semanas de unas elecciones generales, es importante que meditemos también sobre la impostergable necesidad de redención de nuestra atribulada nación.

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El 30 de abril en todo el país votaremos por nuevas-viejas autoridades. No me atrevo a decir “elegiremos” porque muchos candidatos son eternos “refritos”; personajes contaminados de corrupción, impuestos por las cupulitas de poder mediante “tratos apu’a” y arreglos mafiosos.

Hay demasiado “más de lo mismo” en la oferta eleccionaria. Algunos llevan décadas ejerciendo el poder y su única “gestión de gobierno” fue el uso de sus cargos como plataforma para su despegue económico y el de su entorno inmediato.

La “oferta” se nos presenta también con algunas “figuras nuevas” conformadas por jóvenes que bajo el ropaje de “renovación” cumplen el cuestionable papel de paniaguados al servicio de los popes de sus partidos o movimientos, en una pretendida imagen de “cambio” para que nada cambie.

No obstante, las elecciones del 30 de abril son una oportunidad para que cada ciudadano haga uso de esa herramienta llamada voto, que determinará el derrotero a seguir durante el siguiente lustro.

El deplorable estado en que se encuentra nuestro país, empantanado en un marasmo de corrupción pública y privada, con un sistema de salud que deja morir gente en los hospitales; un aparataje judicial que protege a corruptos y mafiosos dentro y fuera de sus “palacios de justicia”; un país donde unos ciudadanos de “primera” viven a expensas del gasto público frente al resto hambreado y abandonado a su suerte, no es producto de la casualidad, ni por generación espontánea.

Es consecuencia directa de la corrupción ejercida por políticos a quienes nosotros mismos instalamos en el poder y otorgamos potestad para administrar el interés común. A quienes luego premiamos con nuestra impunidad, votándolos repetidamente, sin sentido crítico.

Nuestro país necesita de ciudadanos que ejerzan sus derechos con inteligencia, con responsabilidad cívica, con honestidad. Desprovisto de fanatismos, superando el simple color partidario y desechando la “compra” o “alquiler” del voto.

De esa decisión inteligente y responsable dependerá abrir la senda que nos conduzca a la tan anhelada y postergada redención de la sociedad nacional, atormentada por tanta corrupción que la condena a la miseria moral y material.

jaroa@abc.com.py

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