Una democracia participativa necesita de más mujeres

El Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) ha proclamado recientemente a las nuevas autoridades electas para el periodo 2023-2028. Esta fue otra elección en la que se destacó la participación de las mujeres, algo fundamental en una democracia participativa. A pesar de los avances, aún queda camino por recorrer, por lo que es necesario redoblar los esfuerzos en los siguientes años.

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Podemos analizar los resultados de las elecciones desde diferentes ángulos. El resultado positivo más destacable es que, en ambas cámaras del Congreso, los porcentajes de legisladoras electas aumentaron con respecto al anterior periodo.

La Cámara de Senadores electa cuenta con 24% de mujeres (11 de 45), un porcentaje mayor con respecto al 18% de senadoras del periodo 2018-2023. En el caso de la Cámara de Diputados, las diputadas electas ocupan el 23% de las bancas (18 de 80), también un porcentaje superior en comparación al anterior periodo, en el cual 15 de las 80 bancas fueron ocupadas por mujeres (19%).

Otra comparación que nos indica una mejora en términos cuantitativos se vio en las Gobernaciones. Si bien la cantidad de gobernadores es abrumadora, se destaca que dos gobernaciones serán asumidas por mujeres: Concepción y Paraguarí. Dos de 17 definitivamente es un número tímido pero importante cuando nos remontamos al periodo anterior, en el cual Paraguay no contaba con gobernadoras.

Es necesario, por supuesto, sumar al análisis el impacto de la novedosa reforma de las listas desbloqueadas y las dinámicas consecuentes que se generaron en las listas de cada partido y agrupación política. Así también, desagregar los resultados considerando la participación de las jóvenes, de las mujeres de pueblos indígenas, de las mujeres del ámbito rural, y otras variables. Es momento de profundizar el análisis acerca del futuro que queremos y preguntarnos: ¿cómo podemos seguir contribuyendo a la participación de las mujeres en la política?

La experiencia de la escuela

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) colaboramos en los últimos años con diferentes instituciones y organizaciones para fortalecer la participación de las mujeres. El TSJE fue un aliado clave en este proceso, pues fue el promotor de la Escuela de Formación Política para Mujeres Líderes, iniciativa que también contó con el apoyo de IDEA Internacional y de la Unión Europea.

La escuela tiene por objetivo fortalecer los conocimientos y habilidades de las alumnas para impulsar su participación en el ámbito electoral y promover su protagonismo en la esfera pública en general y en las organizaciones a las que pertenecen. Se desarrollaron hasta la fecha diez ediciones, de las cuales se graduaron alrededor de 500 mujeres líderes de diferentes partidos políticos y organizaciones sociales.

Varias de las graduadas han decidido postularse para cargos electivos. Como ejemplo claro tenemos a la Lic. Cristina Ayala Blanco, que desde noviembre del 2021 es intendenta del municipio de San Ignacio, Misiones. Ella fue parte de la primera promoción y, según su propio testimonio, la escuela fue clave para que incursione en la política y llegue al cargo.

También en las elecciones municipales del 2021, un total de 48 graduadas se postularon para cargos electivos, y 11 de ellas fueron elegidas concejalas municipales. Esta iniciativa ha sido reconocida como una buena práctica por varias instituciones internacionales que trabajan en el ámbito electoral, como la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas (AMEA).

Más oportunidades

Iniciativas como la escuela deben ser fortalecidas y acompañadas con otras políticas que logren disminuir las brechas de todo tipo que impiden que las mujeres tengan mayor participación política, no solamente en organizaciones político-partidarias, sino también en sus comunidades y organizaciones.

Uno de los ámbitos de mayor desigualdad es el económico. Un ejemplo tangible de ello lo observamos durante la pandemia: el estremecimiento del mercado laboral afectó de manera más intensa a la población femenina. Entre el primer y segundo trimestre de 2020, cuando las medidas de cuarentena fueron más severas, alrededor de 216.000 personas dejaron de formar parte de la fuerza de trabajo, de las cuales el 76,7% fueron mujeres, según el informe del PNUD “La Pandemia de la Desigualdad” (2022).

Otro aspecto de marcada desigualdad que afecta la participación de las mujeres es el trabajo doméstico no remunerado, que incluye las tareas de cuidado, y que es absorbido mayoritariamente por las mujeres debido a estereotipos de género. La pandemia también provocó un incremento de la carga de trabajo doméstico, según explica el mismo informe citado.

Algunos avances, muchas tareas por hacer. Hemos dado pasos importantes y hemos tenido resultados, pero tenemos que hacer más. Una democracia participativa, de calidad, justa y fortalecida, necesita de más mujeres.

*Representante Residente del PNUD

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