Herramienta, negligencia o abandono: WhatsApp y el caos de los grupos de chat escolares

Marshall McLuhan, el “profeta de la era digital” que predijo internet 20 años antes de que se inventara, fue un claro expositor de la no-neutralidad tecnológica. “El nuevo medio, el que sea que venga, podría ser la extensión de la conciencia, incluirá a la televisión como contenido, y no como medio”, decía Marshall allá por 1964, enfatizando en tono agresivo que “la neutralidad de la tecnología es la postura del idiota tecnológico”.

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Traigo a colación estos pensamientos de quien diseñara los conceptos de la “Aldea Global” para comparar aquella situación lejana, a la que hoy vivimos inmersos en el Ciberespacio.

Lo primero que hay que comprender es que existen dos realidades, una realidad física y una realidad digital. Desconocer o deslegitimizar la veracidad de su carácter de “real” a la digitalidad es tener parte de la batalla a situaciones complejas, como las ciberadicciones, perdida. Las reuniones o clases como las que hacemos por cualquiera de las herramientas que tuvimos que adoptar en pandemia, no son “virtuales”, no, son reuniones o clases “digitales”, reales y con efectos medibles, verificables y observables en su interacción con la realidad física.

Cuando asumamos que la realidad digital existe con nosotros, debemos enfrentarnos a uno de los aspectos más descuidados en esta era digital: la privacidad. Si lo quieren secreto no lo suban a Internet, y si no lo subieron, pero está en sus Smartphones, Internet ya sabe que está ahí. Esto parece un secreto a voces, algo que “todos saben”, pero que muy pocos se ocupan de mitigar como riesgo, hasta el momento en que las cosas pasan. Esas cosas son, por lo general, un robo de cuentas, un virus, secuestro de datos, suplantación de identidad, y es allí, ante la imposibilidad de gestionar una de sus realidades, que la gente termina por entender que no entiende el riesgo cibernético.

Cuando proyectamos todo este razonamiento al aula y tratamos de analizar las situaciones por las que pasan niños y adolescentes hoy día, vamos a ver que hay mucha sobreexposición y sobreestimulación desde el Ciberespacio hacia ellos, por esa errónea creencia de que la tecnología es neutra, que cualquier aplicación es para cualquier edad y, la peor de todas, que niños y adolescentes “tienen” que estar ahí porque “nacieron en esta época” y “ese es su lugar”.

Vemos niños que son puestos en soledad digital desde los 2 años, cuando los padres deciden que un Smartphone es un chupete electrónico, un niñero digital por el simple hecho de darse cuenta que, cuando expusieron a su hijo a un dispositivo, se calmó.

Hoy, en casi todas las escuelas del país, los niños están desde los 6 años en grupos de WhatsApp, solos y sin supervisión de los mismos profesores que recomendaron esos grupos. Es así que encontramos situaciones de vulneración, exposición a violencia digital, materiales de contenido pornográfico o MASI (Material de Abuso Sexual Infantil), en innumerables grupos de WhatsApp donde hay niños interactuando solos.

Claro que no hay que demonizar la tecnología, que no es neutra, porque no es responsable de que haya sido puesta en forma tan negligente en manos de personas vulnerables que terminan siendo víctimas de secuestro cerebral por el entorno digital donde habitan.

Bullying, Cyberbullying, trastornos de sueño, obesidad, depresión, aislamiento, anorexia, tristeza, sobreexposición a challenges que pueden terminar con la muerte de un menor, como ya ha pasado en Paraguay, son las cosas que pasan los niños deambulando solos en las plataformas. WhatsApp a una edad tan temprana es un portal, como aquel ropero de Narnia, pero para acceder a un mundo digital, agresivo, lleno de ciberdelincuentes y abusadores, empezando a veces por los propios pares y compañeros, que piden “una foto”, “un vídeo” o que chateen a la noche.

Para que el WhatsApp se use en el aula, el docente debe crear contenido digital que justifique darle a los niños una herramienta para adultos, porque, señores padres, señoras madres, todas esas plataformas más el celular que dieron a sus hijos, son dispositivos y “servicios” para personas mayores de edad, que van a estimular a los niños como mayores de edad y van a recolectar datos de ellos, como si fueran mayores de edad.

Imaginen esto: llevan a sus hijos a una plaza para que jueguen, los dejan solos y luego los retiran. En ese ínterin, alguien les avisa que hay extraños hablando con sus hijos, tomándoles fotos, jugando con ellos, filmándolos, intercambiando obsequios. ¿Dejarían que sus hijos sigan en esa plaza? Si la respuesta es “no”, ¿por qué permiten que sigan solos en WhatsApp, o en cualquier otra plataforma digital?

¿Se acuerdan cuando tomaban las manos de sus hijos para cruzar la calle? Bueno, Internet es una autopista. No suelten sus manos.

miguel.gaspar@ciberpadres.red

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