Las dos i

“Rouba, mas faz”. La expresión fue acuñada en medio de una lucha política durante las primeras décadas del siglo XX en el estado brasileño de San Pablo.

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“Roba, pero hace”. Con la frase su autor respondía de forma irónica a los operadores políticos de su adversario, que ante cada acusación de corrupción contra su líder, esgrimían que se pasaba haciendo obras en favor del pueblo, evitando así responder sobre las acusaciones puntuales.

La expresión se hizo más popular aún durante la gestión del exgobernador del estado Paulo Maluf, con una carrera política tan extensa como su posterior prontuario cargado de denuncias y procesos nacionales e internacionales por corrupción.

Es, sin embargo, notable cómo ante la degradación institucional de la democracia en nuestros países y el desencanto por pésimas administraciones públicas, muchos responderán en cualquier reunión de amigos que prefieren a un bandido y sinvergüenza que al menos “haga algo”, que a un inútil e ineficiente que nada deje como legado.

Es la trampa perfecta. En la que se escudan históricamente los bucaneros para intentar torcer la opinión pública ante acusaciones contra la integridad de quienes recibieron un mandato del pueblo para administrar los recursos públicos.

Integridad, esa que está definida conceptualmente como cualidad de rectitud y probidad.

Es una de las dos variables fundamentales.

La otra es la idoneidad, ser adecuado y apropiado para algo.

Se habló bastante de ambas esta semana al analizar el caso del actual presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, el senador Hernán David Rivas.

Primero fue el vicepresidente segundo del jurado, Óscar Paciello, quien presentó su renuncia al no existir de parte de Rivas una explicación clara en tiempo y forma, acerca de las denuncias de groseras inconsistencias en sus declaraciones juradas de bienes, su patrimonio real y sus manejos financieros.

Al día siguiente fue Enrique Kronawetter, quien hace apenas dos semanas lo había mocionado para la presidencia del jurado, quien directamente le pidió que renuncie al cargo para evitar degradar aún más la seriedad institucional que debe proyectar el órgano que juzga a jueces y fiscales en el país.

“Yo asumo mi dosis de responsabilidad personal” nos decía Kronawetter en una entrevista en la 730AM, explicando que mocionó a Rivas porque había una coyuntura que generó un acuerdo político sobre su figura, aunque su desempeño posterior como presidente del órgano evidenció aún más su falta de idoneidad.

“Como jueces de jueces nosotros tenemos que ser muy elevados en cuanto a la exigencia de la vara” argumentaba Kronawetter, al pedir que su colega presente su renuncia al cargo para evitar un mayor daño a la imagen de la institución, ya que argumentó que inclusive hoy el escrutinio ciudadano es mayor, al transmitirse en directo todas las sesiones del cuerpo colegiado.

En la sesión del Senado, a modo de defensa, el senador Rivas dijo que no tenía una sola denuncia de corrupción en casi 3 años como miembro del jurado, que no persiguió a nadie, que no trabaja con estudios jurídicos y que en lo que se refiere a su preparación está tratando de capacitarse todos los días.

También alegó que son ocho miembros con criterios propios, los que deciden, argumento que lleva a preguntarnos si no entiende que el análisis y críticas se hacen sobre su capacidad y responsabilidad personal.

Idoneidad e integridad. Deberían ser requisitos indisolubles e inseparables, como exigencia para administrar la res pública.

No deberíamos conformarnos con tan poco.

guille@abc.com.py

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