Ahora, operativos contra bandidos e impunidad

El operativo Veneratio, que permitió al Gobierno recuperar el control de la Cárcel de Tacumbú, se suma al operativo Ignis, en el que las fuerzas de seguridad lograron asestar un golpe letal a un grupo criminal que operaba en Canindeyú y ayudan a que la administración del presidente Santiago Peña pueda presumir de éxitos en un final de año que no venía precisamente con buenos augurios.

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En particular, la retoma de Tacumbú se presentaba como una operación de gran riesgo, por el alto costo que podía tener, en todo sentido, en el caso de no resolverse rápidamente.

Días antes, Peña había dicho que el control de la mayor penitenciaría del país era fundamental para impulsar su compromiso de campaña llamado “chau chespi”, que mucho se le reclamó, dirigido a encarar la crisis social que significan los jóvenes atrapados por la drogadicción.

Tacumbú se había convertido, desde hace tiempo, en centro de control de la venta de drogas “al menudeo”, especialmente para Asunción y departamento Central.

Se supone que ahora Peña iniciará un proyecto que, además de la represión y combate a los distribuidores de drogas, encare la recuperación de los adictos y la creación de alternativas para los y las jóvenes.

La reacción triunfal y el tono revanchista de referentes cartistas tras los operativos exitosos no sorprende porque, hasta ahora, la evaluación generalizada de los pocos más de cuatro meses de mandato arrojó más cuestiones negativas que positivas en cuanto a la gestión del gobierno.

Se comprende, tal vez, que saquen pecho en estas circunstancias, pero llama la atención que quieran presentar lo ocurrido como un triunfo definitivo contra la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado.

Aún no sabemos qué reacción habrá, de haberla, y suponemos que eso fue evaluado por las fuerzas de seguridad. Además, la cuestión de la corrupción de policías y guardias de seguridad de las penitenciarías es algo que se deberá abordar si es que se pretenden soluciones duraderas.

Por otro lado, el éxito puntual de los operativos policiales-militares no borra las carencias, fracasos y amenazas que se ciernen sobre el futuro inmediato del país.

En cuanto al tema concreto del combate a la delincuencia, la mayoría de los dirigentes políticos, incluyendo a algunos cartistas, admiten que la influencia del crimen organizado en nuestras instituciones es algo que preocupa mucho.

Lo que no suelen mencionar los políticos oficialistas es que les preocupe que varias de la personas que aparecen vinculadas a delitos como el lavado de dinero y el narcotráfico provengan o están asociadas a su grupo partidario.

Aunque es respetable la presunción de inocencia, es llamativo que alguien acusado de lavado de dinero busque defenderse invocando sus fueros o planteando recursos legales para evitar el juicio. O que un grupo político coloque en cargos clave del engranaje judicial a personajes sin ninguna preparación, pero dispuestos a cumplir órdenes.

Por eso, sería bueno que la convicción y voluntad política que mostró el presidente Santiago Peña para dar su visto bueno a los operativos exitosos recientes, también las muestre para no admitir la intención de algunos delincuentes de seguir amparándose en su gobierno y en el Partido Colorado para hacerse de poder e impunidad.

mcaceres@abc.com.py

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