Ser sanado para servir

Nos cuenta el Evangelio que Jesús se fue a la casa del futuro jefe de los apóstoles, y “la suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre, y se puso a servirlos”.

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Es una sanación más que hace el Maestro, dejando evidente que el Reino de Dios no es solamente algo espiritual, o solamente una cosa “para la otra vida”, sino que nos compromete con las realidades concretas de este mundo.

Él sanó la suegra de Pedro, y a varias otras personas, sea de enfermedad física, sea de enfermedad psico-espiritual: es un gesto del amor de Dios hacia nosotros, gesto que muestra que nuestras inquietudes le interesan, y tiene poder para mejorar muchas situaciones.

Notemos la expresión “se lo dijeron”, para indicar que hemos de mantener un diálogo fluido con Jesucristo, presentándole también el estado de otras personas, a quienes queremos bien.

El Señor nunca se pone indiferente delante de las miserias humanas y toma la iniciativa de hacer algo para aliviar el quebranto. En este caso, se puso más cerca, la tomó de la mano, y este contacto la hizo restablecerse.

La reacción de la suegra de Simón Pedro es ejemplar: “Se puso a servirlos”.

Está siempre latente el riesgo de uno pedir cosas, como sanación, beneficios económicos y tranquilidad, y después de recibir muchas bendiciones de Dios, uno se olvida de todo, se muestra ingrato y lo que es peor: vuelve a su egoísmo de antes.

Es hermoso pedir con fe por nuestras necesidades, y las de los demás también, pero es sumamente necesario ser agradecido al Señor. Y le agradecemos cumpliendo sus mandamientos.

Otro aspecto interesante es la persona de la “suegra”, figura, a veces, polémica dentro de las familias. Hay suegras que son verdaderas hadas y ejercen una benéfica influencia para la pareja, pues saben mantener conveniente distancia, son fervorosas en la oración por los otros, y les agrada ser disponibles.

Infelizmente, hay también la otra cara de la moneda: suegras que se meten demasiado en la vida de la pareja, estimulan en el propio hijo una “eterna mamitis”, y les gusta afirmar que todo lo que la nuera hace está mal, porque no cuida bien de la casa, no sabe cocinar, gasta mucho en la peluquería, etc.

A todos de la familia es fundamental considerar: Jesús nos sana gratuitamente, por lo tanto, levantémonos y pongámonos a servicio de los demás.

Paz y bien.

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