Política y quejas en las calles

El mejor termómetro para medir la temperatura de la política, es mirar el rostro de las personas que circulan por las calles. Conversar con la gente que anda a pie o viaja en colectivo. Charlar con el común que realiza compras en los mercados o está buscando precios más económicos de uniformes escolares a días de iniciarse las clases. O peor aún, caer en la desgracia de enfermarse e ir a parar en un hospital, donde te dan pésima atención y no cuentan con ningún remedio.

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Los precios de la canasta familiar están por las nubes, no se resuelve el tema de la inseguridad, los medios de transporte público te llevan como sardinas, no circulan efectivos y solo se escuchan quejas y más quejas de la ciudadanía. Con un calor sofocante, el sudor recorre las mejillas y explotamos todos de rabia e impotencia. Ni siquiera tenemos esperanzas de que mejoren las cosas. Con estos mafiosos que nos gobiernan, cada vez vamos de mal a peor. A seis meses de asumir el nuevo gobierno, los cartistas y su entorno, ya están mejor, mientras el pueblo sobrevive como puede, en condiciones paupérrimas.

El tan cacareado plan hambre cero fue todo un circo para que vengan todos los intendentes, gobernadores, diputados a reunirse días pasados y olfatear qué onda con el asunto. Hay que recordar que hay millones de dólares en ese punto. A ellos no les importa que los niños sean bien alimentados, lo que les interesa es el dinero que desvían con cualquier programa. No hay que olvidar que en época de Blanca Ovelar, ponían colorante en la leche. Con ese precedente que podemos esperar de estos impresentables. Ellos calculan meticulosamente quedarse con un gran fajo, si pueden o por lo menos, con el vuelto. Por eso vinieron corriendo para hacerse visibles y no permitir que los fondos sean centralizados para la merienda. Una vez más, Santiago Peña, reculó en su plan y dio gusto a los políticos buitres que siempre andan pescando que bocados llevarse a la boca o a los bolsillos, sin atender si es la mísmísima comida de las criaturas hambrientas.

De esta y otra mil formas, se mantienen en el poder estos sinvergüenzas. No perdonan nada. Si hacen rutas o caminos, es para desviar fondos a sus propios bolsillos. Si es medicamentos para enfermos, igual se llevan todo. Si llegan donaciones millonarias, hacen lo mismo. Con los préstamos que pagarán los tataranietos, igual modo. Todos los programas son pura comida de plata entre los manguruyuses de turno. No hay un solo político pobre. Demasiado apetecible resulta el poder, por Las millonarias sumas destinadas a miles de programas y proyectos, muchos de los cuales terminan en el papel, sin llevarse a cabo. Pura lata parara.

En medio de todo, anuncian que el grupo de parlamentarios cartistas analizan destituir a la senadora Katia González, porque molesta a la mafia. Es una de las pocas que no se calla y denuncia la corrupción e investigó el caso vergonzoso de Hernán Rivas, con título falso de abogado, al frente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados al igual que otro cartista Orlando Arévalo. Esta y otras cosas no le perdonan a la senadora González. No va a ser raro de ninguna manera, que entre gallos y medianoche, ya piensen los cartistas hacer cambios en la Constitución para una próxima reelección como lo hicieron hace siete años, cuando por esa razón, se quemó el Congreso y se asesinó a Rodrigo Quintana. Cualquier cosa podemos esperar de ellos y debemos estar muy atentos para actuar y salir a las calles a defender la Democracia y las instituciones.

blila.gayoso@hotmail.com

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