Sin útiles ni meriendas

A días del inicio oficial de clases, hay preocupantes señales de que el 2024 será otro año difícil para la educación. El anuncio del corte de la merienda escolar, el inminente derrumbe de algunas escuelas y las denuncias de los vergonzosos kits escolares nos pintan un panorama de gris a negro. En este contexto no podemos dejar de preguntarnos ¿qué pasó con los USD 23 millones para los útiles?

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Desde diversos puntos del país, padres de estudiantes expresaron sus preocupaciones sobre la insuficiencia de los kits escolares distribuidos por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) a días del inicio oficial de clases en todo el país. Ciertamente los kits llegaron a tiempo, pero incompletos. En departamento de Ñeembucú, por ejemplo, los padres denunciaron que la cantidad de cuadernos se redujo respecto a años anteriores.

Además de la disminución de insumos escolares, en algunas escuelas mermó la cantidad de kits y algunos estudiantes se quedarán sin nada. El MEC salió al paso de estas y otras quejas diciendo que, si bien son menos cuadernos, los enviados tienen más hojas y se aumentó la cantidad de cuadernillos de ejercicios que “irán llegando más adelante”

¿Es broma? No. Es burla y falta de respeto. No se puede hablar de eficiencia si no se ha cumplido con la totalidad de los contemplado. El MEC tampoco alertó de esto a los profesores y a los padres previamente como para que estos al menos puedan recurrir a un plan B y cubrir las necesidades educativas.

Pero más allá de los detalles operativos de la distribución de útiles escolares, este escenario toca fibras sensibles de las familias paraguayas. También contraviene lo establecido por la Ley 4.088 que establece la gratuidad de la educación inicial y de la educación media que establece que cada estudiante debe tener acceso a los recursos necesarios para su aprendizaje sin coste alguno.

La situación actual sugiere un desafío a este derecho constitucional, al poner en duda si se está garantizando efectivamente el acceso a una educación de calidad y gratuita, a través de la provisión de materiales escolares adecuados y suficientes. Ese desafío es recurrente materia pendiente en este país en el que se avasallan los principios constitucionales, las leyes y normas a conveniencia de la coyuntura política y sacando el pan de la boca a los niños y condenándolos a una educación mediocre, escenario ideal para quienes sacan rédito político de la necesidad y carencias de la población.

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