Libertad legislativa

La reciente revelación que involucra al senador Silvio “Beto” Ovelar, tras reconocer su derrota ante Juan Carlos “Calé” Galaverna en la decisión sobre la expulsión de Kattya González, destaca una tensión fundamental en una democracia.

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Esta situación ilustra el conflicto entre la disciplina partidaria y la autonomía de los legisladores para votar de acuerdo con su propio criterio y conciencia, como lo estipula el artículo 201 de la Constitución Nacional.

A pesar de que la Constitución establece la independencia de cada legislador frente a mandatos externos, la práctica política frecuentemente presenta un escenario distinto. La disciplina partidaria o de movimiento interno, sin ser un mandato legal, impone una influencia significativa en los legisladores. Esto quedó patente en el caso de Ovelar, quien, a pesar de su desacuerdo con la expulsión de González, se vio compelido a seguir la decisión de su movimiento, Honor Colorado.

El núcleo de este debate es la relevancia de la conciencia individual en la toma de decisiones legislativas. La democracia prospera con la pluralidad de perspectivas y el intercambio abierto de ideas. Cuando la disciplina partidaria predomina sobre la libertad de conciencia, existe el peligro de reprimir el debate productivo y la representación auténtica. Las decisiones tomadas bajo la presión de la lealtad partidaria no siempre reflejan los mejores intereses del público ni los valores personales del legislador.

El dilema que enfrenta Ovelar nos lleva a cuestionamientos éticos cruciales. ¿Es correcto que los legisladores cedan ante las directrices del partido, sacrificando sus convicciones personales? ¿De qué manera pueden balancear la lealtad hacia su partido con sus responsabilidades hacia los electores? Además, ir en contra de la disciplina partidaria puede tener importantes consecuencias políticas, afectando la carrera y la influencia de un legislador dentro de su agrupación política.

Las declaraciones de Ovelar destacan la compleja tarea de conciliar la lealtad partidaria con la integridad personal en el ámbito político. La democracia demanda un equilibrio cuidadoso entre la cohesión partidaria y la autonomía legislativa. Es fundamental mantener un espacio para la disidencia constructiva y la independencia en el juicio dentro de los partidos políticos para salvaguardar la salud de nuestro sistema democrático.

Los parlamentarios son representantes del pueblo, no simples portavoces de sus partidos o movimientos, elegidos para actuar por el interés superior de la nación. La adhesión a los principios democráticos y la capacidad de actuar conforme a la conciencia individual, por ello, son esenciales en la toma de decisiones políticas. O a quienes llamamos legisladores, serán simples mandaderos políticos de turno.

smoreno@abc.com.py

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