La piedra en el zapato del proyecto cartista

Debe ser frustrante para un dictador o aspirante a dictador de un país como Paraguay haber podido concentrar la gran mayoría del poder institucional en sus manos, pero no poder dominar lo que publican y difunden los medios de prensa en lo que la mayoría de los habitantes confía.

Cargando...

Desde que decidió incursionar en la política partidaria de manera directa, hace poco más de 10 años, Horacio Cartes avanzó a pasos agigantados en su poder de influencia. Aunque económicamente ya era poderoso desde el principio, al punto de contribuir en ese entonces con dinero a la campaña proselitista de políticos de todos los colores, su tosquedad, sus reacciones destempladas y groseras ante cualquier pregunta o situación que le molestara, no parecían augurarle buen futuro como político.

Sin embargo, el deterioro de la democracia en el país, por la falta de respuestas a las necesidades de la gente en salud, educación y seguridad, sumada a la corrupción generalizada de varios políticos y la irrupción del crimen organizado en espacios de poder institucional, todo eso, facilitó la aparición de un liderazgo basado en el poder de su billetera.

El dinero, huelga decirlo, estuvo acompañado de un olfato político y una audacia para impulsar las maniobras y hacer las compras adecuadas, contando con la falta de escrúpulos de algunos políticos, dispuestos a traicionar principios o lealtades anteriores sin ningún miramiento.

Pero, el líder de Honor Colorado, ya durante su mandato (2013-2018), supo del poder de los medios de comunicación y cómo podían poner en jaque a una administración, publicando sus desaciertos y contradicciones,

Concluyó que la solución era tener medios propios para ensalzar, ocultar o distraer, según necesidad, a la opinión pública. Lo hizo en grande, adquiriendo fácilmente varios canales de TV, emisoras de radio y diarios que ahora están en su poder.

Sin embargo, a esta altura de los acontecimientos, ya habrá comprobado suficientemente que la cuestión no es solamente tener voceros propios que pinten maravillas sobre lo que hace su sector y que echen pestes contra sus adversarios políticos y económicos.

Hace falta algo llamado “credibilidad”, que resulta difícil comprar, por más plata que se ofrezca. En su momento, el dictador Alfredo Stroessner y su primer anillo, cuando vieron que algunos medios de prensa comenzaban a ser un problema para el régimen, optaron por perseguirlos y, finalmente, clausurarlos.

Si Cartes y su equipo pudieran hacer eso sin consecuencias internas e internacionales, sus inquietudes se terminarían. De hecho, amagan hacerlo, según lo dicho por el abogado del grupo, Pedro Ovelar. De ahí a animarse, hay un buen trecho.

El problema ahora para los planes del cartismo es acumular más poder sin adversarios que tengan un peso real para confrontarlos.

Sin embargo, están ahí los medios de prensa. En un escenario político con los partidos de oposición debilitados, divididos o comprados, de instituciones copadas y de mayorías aplastantes que el cartismo impone, el antagonista fuerte que tiene enfrente son medios de prensa y periodistas contra los cuales no ha podido, no puede y a los que, hasta ahora, no se anima a atropellar.

mcaceres@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...