- Se puede decir que después de estos acontecimientos que golpean a la justicia, la luz del sol cuesta infiltrarse en los poderes del Estado...
- Es innegable que el Paraguay aún precisa combatir -y mucho- los altos grados de corrupción. Una corrupción que permea en todos los niveles, en todas las instituciones del Estado. Uno de los principales remedios es, justamente, la transparencia, esa luz del sol que supone el control cívico de los actos de gobierno. Los últimos años muestran el creciente campo normativo que permitió acceder a las declaraciones juradas de los altos funcionarios, a la transmisión en vivo de las sesiones de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de la Magistratura y los mecanismos de solicitud, vía amparo, de acceso a información pública. La corrupción nos afecta, pero no deja de ser menos cierto que el conocimiento público de los actos de gobierno están siendo más controlados que nunca, no sólo por los medios de prensa que tienen la libertad de publicar sino por el enorme efecto que tienen las redes sociales y otros medios alternativos, un beneficio que combate la impunidad y reduce la corrupción.
- ¿De qué lado usted cree que están jueces y fiscales en esta lucha contra la corrupción y la transparencia?
- Se dice normalmente que la corrupción es un baile de a dos donde tanto funcionarios como particulares bailan al ritmo de la corrupción. Yo soy un convencido en cambio, de que son los funcionarios quienes ponen la música. En definitiva, si un particular fuere el promotor de la iniciativa corrupta, un juez honesto y un fiscal honesto tendrían delante de sí la flagrancia y la posibilidad de detener o apresar al corrupto. No puede negarse que el Poder Judicial y el Ministerio Público, como otras instituciones están afectados por hechos de corrupción. Pero nobleza obliga que existen fiscales y existen jueces que hacen de la honestidad y la integridad un modelo de vida. A ello se suma un recambio generacional que comienza a verse. Están muchos de este lado que siguen luchando en ese sentido.
- Es evidente que para los funcionarios corruptos el periodismo de investigación es un peligro considerando la proliferación de demandas contra periodistas y medios.
- La libertad de prensa es una garantía en la Constitución, en el Pacto de San José de Costa Rica, en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. Es una conquista en la lucha por las libertades individuales. De ahí que el periodismo de investigación supone una amenaza para la corrupción porque desnuda actos ilegales de gobierno. La prensa juega un rol esencial en esta lucha porque la corrupción amenaza la estabilidad y la seguridad de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y de la democracia en un Estado de Derecho.
- Y ahí está la contradicción. Justo en los juicios donde se pone en cuestión la conducta de funcionarios aparecen jueces oscuros para castigar al mensajero, el periodista.
- Toda demanda a periodistas y medios de comunicación conlleva ese peligro. Implica un acto de censura y una posición contraria a esta conquista. Tengo hasta hoy la carta-artículo que José María Bonín escribía a mi abuelo un 5 de enero de 1957 en la que le expresaba una impresión sincera sobre la libertad de prensa. “Gobierno y opinión pública son los dos términos de un diálogo indispensable”. Ningún juez debe nunca desatender a una clara corriente jurisprudencial hoy presente en los convenios de Derechos Humanos.
- Sin ninguna duda, hasta ahora en este país la prensa es libre, en cambio es cada vez más dudoso que el Poder Judicial sea independiente y autónomo...
- Casualmente, hoy el Poder Judicial enfrenta una crisis que afecta a la misma Presidencia de la Corte Suprema de Justicia y con ella, la honorabilidad de los jueces sobre la que reposa la confianza ciudadana que busca y pide imparcialidad e independencia. Ningún ciudadano puede ser juzgado por su enemigo, ni por el amigo de con quien discute, ni con quien tiene en sus manos los créditos, las deudas, los afectos u odios que afecten su juicio. En ello reposa justamente la imparcialidad que desde el Colegio de Abogados del Paraguay reclamamos. La crisis que sacude al Poder Judicial incumple los deberes éticos del juez y socava la confianza ciudadana en el sistema de justicia.
- Alguien de adentro tiene que corregir ese camino torcido...
- Está en manos del Poder Judicial y de los demás ministros bajar a tierra el discurso de corrección para recuperar la confianza. De ahí que la renuncia inmediata (del presidente de la Corte Antonio Fretes) sea la única salida.
- Una condena contra la prensa, lo único que hace es abonar la impunidad. Podemos tener dentro de poco hechos más graves como asesinatos como en México, Colombia... Es llamativo que el juez Wilfrido Peralta que falló en el caso ABC, está camino de su jubilación, por ejemplo.
- ABC y la prensa libre, la propia libertad de prensa y expresión han superado la oscuridad del stronismo y hoy siguen fuertes como bastiones de la libertad. El Poder Judicial es, en esencia, un poder contramayoritario. Juzga cuestiones particulares, independientemente del sentir popular. Su legitimidad no reposa en la opinión pública sino en la defensa del ciudadano particular con garantía de libertad. Al momento que hablamos no están publicados los fundamentos que motivaron la condena del juez pero sí está a medio camino la pugna judicial en Cámara de Apelaciones. No creo que el daño esté hecho y que sea irreversible. Por el contrario, queda el camino para que lo dicho por el juez sea revisado y la cámara, al considerarlo, no olvide que su fallo tendrá un impacto en la lucha por la libertad de las personas.
- ¿Es tan difícil imponer la transparencia en el Poder Judicial?
- Yo soy optimista. Grandes pasos se han dado. El ingreso del ministro Eugenio Jiménez Rolón quien ya planteaba la transparencia como un pilar de su proyecto cuando concursaba al cargo hoy es una realidad. Nos trajo la transmisión en vivo de las sesiones de la Corte Suprema de Justicia. La posición en materia de declaraciones juradas, la oposición a las presiones parlamentarias del momento son guiños que muestran que la transparencia permea poco a poco en el Poder Judicial. Este desafío sigue vigente y tiene mucho por delante. Un recorrido por algunos juzgados del país permite ver también que están volviendo los jueces con las puertas abiertas o de vidrio evitando esconderse detrás de las sombras de sus mostradores. Ese es el camino que se debe seguir.
- Sin embargo, en cuestiones claves donde están en juego los intereses del Estado, se castiga a los que denuncian. Evidentemente, el objetivo es amedrentar. Se instrumenta a la justicia...
- El triunfo del Estado Republicano es justamente ese: dividir el poder de las autoridades evitando que se concentre. Esa molestia y amedrentamiento son una realidad. La lista de periodistas, no sólo condenados sino asesinados es la prueba palpable en este y otros países. Aún así, la lucha continúa y no se puede claudicar si queremos conservar la democracia. Una prensa libre, ejercida con responsabilidad es un engranaje indispensable en la vida democrática de las personas. Nos impone el deber de leerla, de formarnos una opinión, de actuar en consecuencia. Nuestro país es todavía heredero de autoritarismos. De ahí que las nuevas generaciones tengamos de alguna manera el deber de transmitir a nuestros hijos las tradiciones de libertad. Ese es el verdadero objetivo. Es hora de que los éticos del Poder Judicial entren a actuar. Siempre es hora. Siempre hay tiempo. De ahí que nuestro gremio apela a los controles internos del mismo seno del Poder Judicial.
- Una depuración...
- Una suerte de depuración interna donde jueces y ministros se desmarquen de aquellos cuya ética está comprometida.
- El problema es que los jueces oscuros son intocables...
- Independientemente de que la crisis que hoy afecta a la Corte termine con una renuncia, la remoción vía juicio político o por el ineludible paso del tiempo hasta el máximo de edad, el Poder Judicial seguirá estando ahí, los demás ministros seguirán estando ahí y nuevos liderazgos se darán a su interior, en la que esperamos y confiamos se consoliden sobre estos valores. Este es, en definitiva, un esfuerzo que nos incluye a todos: medios de comunicación, jueces, fiscales, abogados, gremios, ciudadanos en general. Nadie puede ser indiferente. Si bajamos los brazos y la corrupción se impone, perderemos el Poder Judicial y con él, el último bastión para la defensa de la democracia y nuestras libertades individuales.