“City Rafting”: excursión en bote neumático por Innsbruck

Martes por la mañana, 9:30 horas. El punto de encuentro es un banco de arena en la margen sur del río Eno. El guía Jasper de Wandeler aguarda a sus huéspedes frente al aeropuerto de Innsbruck. Tiene preparados trajes secos, chalecos salvavidas y cascos.

El plan es una excursión de "City Rafting" (rafting por la ciudad). El grupo se lanzará en un bote neumático por el corazón de la capital del Tirol, en Austria.
Remar por Innsbruck en aguas del río Eno es una experiencia muy relajada. Al fondo, la hilera de casas Mariahilf, uno de los motivos más populares de las postales de la ciudad.Brigitte Geiselhart

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El plan es una excursión de “City Rafting” (rafting por la ciudad). El grupo se lanzará en un bote neumático por el corazón de la capital del Tirol, en Austria.

La salida, que suena a aventura emocionante con salpicaduras de agua, comienza en tierra con una explicación técnica, lecciones sobre seguridad y cómo remar de forma correcta.

Remar hacia adelante, de forma sincronizada, remar hacia atrás y detenerse. No hay muchas más indicaciones para el paseo. El guía lleva el timón, mientras que el verdadero trabajo lo hace el Eno y su corriente. Suena prometedor.

Es hora de subir todos a bordo. Para entrar en calor, el grupo primero se deja llevar a la deriva.

Excursión en bote neumático para observar las aves

Hay una vista de la que disfrutar, a la izquierda se alza el imponente macizo montañoso de la Cadena Norte con el pico Hafelekarspitze, de 2.334 metros de altura.

Se podría tomar el funicular Nordkettenbahn desde el centro de la ciudad por cuatro estaciones hasta casi la cima y contemplar desde allí el Eno. Pero ahora todos están sentados en el bote.

En la orilla hay algunas garzas. La fauna del Eno luce rica en especies de aves a pesar de la proximidad a la ciudad. “Aquí, la naturaleza sigue siendo prístina, no está ‘hecha por el hombre’ como en los parques de las ciudades”, explica el guía.

De Wandeler, belga de 30 años y profesor de deportes, aprecia el río como lugar de retiro, incluso en medio de la ciudad.

En el agua se toma distancia del estrés y el trajín, del ruido y los olores. Una sensación que rápidamente se extiende en el grupo de rafting, en especial porque este día no hay tránsito fluvial. Se está solo en el río.

Excursión en bote neumático para ver el casco histórico

Por otra parte, resulta omnipresente el gigantesco telón de fondo a estribor, en el que la montaña local de Innsbruck, el Patscherkofel (2.246 metros), ocupa el centro del escenario.

Con un ómnibus y el teleférico se puede ascender hasta los 1.946 metros y desde allí recorrer los cerca de siete kilómetros de largo que tiene el sendero Zirbenweg hasta la estación de esquí del cerro Glungezer, de 2.285 metros. Pero estos también son solo juegos mentales que aparecen con el remo en la mano.

La excursión avanza y llega a la altura del casco antiguo de Innsbruck. Se alcanzan a ver el mercado con su Markthalle y el puente sobre el Eno donde luce una escultura en bronce de un crucifijo de 4,50 metros de altura del escultor tirolés Rudi Wach.

Y finalmente la vista de la tradicional postal de Innsbruck: las coloridas fachadas de las casas de estilo gótico tardío. Originalmente, los colores simbolizaban los distintos gremios. Los numerosos voladizos también son característicos de aquella época.

Construcciones muy angostas

Un dato interesante es que a finales de la Edad Media los impuestos se cobraban según el ancho de cada casa, sin importar qué altura tuviera. Por eso aún hoy asombran algunas construcciones muy angostas.

Un verdadero placer para la vista son los numerosos frontones, a menudo sobresaliendo de los tejados, que se añadieron durante el Renacimiento y principios del Barroco a las casas.

En la otra orilla del Eno aparece el Ottoburg, el edificio más antiguo de la ciudad, fundada en el año 1180, y que fuera la antigua torre residencial del castillo original.

Fue construido en una de las esquinas de la muralla de la ciudad y sufrió varias modificaciones a lo largo de los siglos. Con sus contraventanas rojas y blancas, numerosos voladizos y una estructura poligonal, el edificio se asemeja verdaderamente a un castillo.

El tejado dorado

Por supuesto, no se puede ver toda Innsbruck desde el río. “El verdadero símbolo de la ciudad es el Goldene Dachl (Tejado Dorado) con sus 2.657 tejas de cobre dorado”, indica el guía De Wandeler. Para verlo, habría que volver a la orilla e ir caminando hasta el lugar.

La velocidad de la corriente del Eno define el ritmo a lo largo del trayecto de cerca de 14 kilómetros que se recorre en el “City Rafting”. Pero la palabra rafting parece exagerada. No hay rápidos, al contrario, hay una desaceleración.

Los bonitos pilares de un total de siete puentes tienen que pasarse con unas cuantas remadas enérgicas. Pero De Wandeler asegura que no es un verdadero reto y permite ir contando historias.

El puente peatonal Innsteg fue construido en la década de 1870 luego de un intenso debate, tal como revela un informe del periódico “Innsbrucker Nachrichten” de 1868.

“Entre los contraargumentos había también algunos realmente curiosos”, señalaba el periódico. “Por ejemplo, se argumentaba que los trabajadores de las fábricas que utilizarían la pasarela vendrían temprano por la mañana, donde un retraso no era importante, y se marcharían tarde por la noche, entonces el movimiento les vendría bien de todos modos”.

En la Segunda Guerra Mundial

La pasarela Hans-Psenner-Steg, que lleva al zoo alpino, fue construida durante la Segunda Guerra Mundial como un puente de emergencia. La población podía utilizarla para ponerse a salvo en los refugios antiaéreos durante las alertas.

Y detrás del moderno diseño del puente del funicular Hungerburg hay un gran nombre de la arquitectura, ya que fue diseñado por la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid, al igual que las cuatro estaciones de la línea.

Las dos horas y media por el río pasan rápido. La excursión no tuvo mucha acción pero los participantes descienden del bote a tierra relajados y con nuevos conocimientos sobre la historia de Innsbruck.

En una estrecha escalera entre arbustos, a la altura de la Villa Olímpica, tiran del bote neumático con fuerza hasta tierra firme. Paseo por la ciudad y diversión al aire libre, el “City Rafting” de Innsbruck combina ambas cosas.

Información sobre la excursión

La excursión: el recorrido en bote neumático dura unas tres horas y recorre desde los suburbios de Völs y Rum unos 14 kilómetros hasta el centro de Innsbruck.

Pueden navegar unas diez personas por bote, que cuenta con equipamiento de seguridad. Es indispensable saber nadar.

Las excursiones se realizan tres veces al día desde fines de abril hasta comienzos de noviembre y están a cargo de la escuela de kayak Source to Sea.

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