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Como es tradicional, la festividad de la Virgen de Caacupé sirve para que los pastores católicos den a conocer sus inquietudes acerca de la marcha del país. No se trata, pues, de un evento puramente religioso, sino también de uno en el que se escuchan exhortaciones inspiradas en el amor a la patria y al prójimo: una suerte de catarsis colectiva, siempre acompañada de la esperanza de que se erradiquen o al menos se atenúen los males señalados.
El novenario empezó con la homilía del vicario del Alto Paraguay y párroco de Carmelo Peralta, Denis Antúnez. Aparte de lamentar el fiasco del acueducto del Chaco y de pedir que allí haya caminos siempre transitables, se preguntó si el Gobierno tiene una buena estrategia para renegociar el Anexo C del Tratado de Itaipú. Además, el sacerdote instó a respetar la institucionalidad, en referencia al nombramiento de la exministra de la Corte Suprema de Justicia Alicia Pucheta, como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. “El atropello a la Constitución: ¿es necesario forzarla? Hay que respetar la institucionalidad en el Consejo de la Magistratura”, sostuvo.
El cardenal Adalberto Martínez deploró que haya 400.000 paraguayos con hambre y que uno de cada cuatro sea pobre. El prelado también lamentó que los chaqueños sufran la falta de agua y fustigó la corrupción como un grave pecado que impide elevar el nivel de vida de los más pobres, así como las conocidas carencias en la salud pública y la inequidad social.
El sacerdote dominico Édgar Toledo sostuvo que mientras existen campesinos desoídos e indígenas desalojados o incluso asesinados, “hay políticos que solo se preocupan de estar mejor”, al parecer refiriéndose a cierto eslogan. Agregó que el pueblo no tiene sanidad gratuita ni buenos centros educativos, poniendo así el dedo en dos llagas de un país abrumado por la corrupción y la ineptitud. El obispo de Concepción, monseñor Miguel Ángel Cabello, criticó la violencia social y doméstica, la corrupción y al afán de enriquecimiento ilícito, males que “en gran medida tienen su raíz en una población que ya no cree en Dios”.
El sermón de monseñor Mario Melanio Medina, obispo emérito de San Juan Bautista (Misiones), se refirió al abandono de los indígenas, a la penurias chaqueñas causadas por la sequía y, sobre todo, a las dilaciones en torno a la revisión del anexo C antes citado: “Lamentamos que nuestras autoridades no tengan agallas”, expresó.
En el marco de estas festividades, vio la luz un rotundo y atinado manifiesto de la Pastoral Juvenil Nacional, que afirmó, entre otras cosas, que “la educación pública nos condena a la pobreza”, que la corrupción es “criminal”, que el Paraguay se volvió un centro de la criminalidad y de la narcopolítica, que tanto la sociedad como el Gobierno fracasan en salud pública y que jóvenes profesionales idóneos son excluidos de puestos de responsabilidad por el apellido o el carnet partidario de unos incapaces.
El obispo de San Juan Bautista (Misiones), monseñor Pedro Collar Noguera, propuso un pacto educativo nacional y criticó la desigualdad, la pobreza, el narcotráfico, la inseguridad y la ideología de género, cuestión esta última que inquieta a varias organizaciones civiles.
El obispo de San Lorenzo, monseñor Joaquín Robledo, exhortó a vencer “el clericalismo, el machismo y los abusos de poder”. Cuestionó las divisiones causadas por la política, la clase social, la raza o el club de fútbol: “Jesucristo es la fuente de unidad y solidaridad”, dijo. En el último día del novenario, el presbítero Nery Villagra, del Obispado Castrense, abogó por reforzar los lazos familiares ante amenazas tales como las ideologías, la procreación extramarital, el abuso sexual, la drogadicción y el alcoholismo.
El obispo de Coronel Oviedo, monseñor Juan Bautista Gavilán, abordó un tema de gran actualidad, la creación de la superintendencia de jubilaciones y pensiones. “Ayer nomás asistíamos a un espectáculo tan triste que es la intención de robar el patrimonio de los pobres, de los jubilados, de los ancianos. Y salieron los que tenían pies descalzos, los ancianos y ancianas, a decir en el país: ‘Ese es nuestro patrimonio’”, expresó. Agregó que afortunadamente “retrocedieron los que querían avasallar con la fuerza y los engaños, como dice San Pedro, con palabras engañosas para decirnos que ese es el camino”.
Este resumen intenta mostrar la amplitud de los temas abordados, algunos de ellos con gran insistencia: la corrupción, la salud y la educación públicas, la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, la pobreza, la sequía chaqueña y la problemática indígena, haciéndose también referencias al crimen organizado, la inseguridad o el consumo de drogas.
Como siempre, es deseable que las cuestiones denunciadas hayan desaparecido o que al menos ya no tengan la misma gravedad, pero a juzgar por la experiencia, los reclamos se repetirán el próximo año, porque los males de nuestra sociedad se van agravando, lo da para pensar que los corazones de nuestras autoridades son impermeables a las necesidades de la población, ya que, más bien, estarían más interesados en solucionar sus propios problemas, es decir, quieren estar mejor, como recordó uno de los pastores en Caacupé.