¿En qué planeta vive Santiago Peña?

En marzo de 2023, el entonces candidato presidencial Santiago Peña se atrevió a afirmar que, si se excluyeran las actuaciones mafiosas en los departamentos de San Pedro, Amambay y Canindeyú, el Paraguay tendría un índice de criminalidad “muy bajo”, como el de los países nórdicos. Prosiguiendo con las buenas noticias, el hoy jefe de Estado afirmó el mes pasado que entre diciembre de 2023 y enero de este año, el índice de inseguridad se redujo en un 75% con relación al mismo periodo anterior: una “caída dramática”, según dijo. Pero los hechos demuestran que no estamos en un país nórdico y que la población vive jaqueada por la delincuencia.

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En marzo de 2023, el entonces candidato presidencial Santiago Peña se atrevió a afirmar que, si se excluyeran las actuaciones mafiosas en los departamentos de San Pedro, Amambay y Canindeyú, el Paraguay tendría un índice de criminalidad “muy bajo”, como el de los países nórdicos; en octubre del mismo año, según el Índice Global de Crimen Organizado, ocupamos a nivel mundial el cuarto lugar en materia de inseguridad, después de Myanmar, Colombia y México. Prosiguiendo con las buenas noticias, el hoy jefe de Estado afirmó el mes pasado que entre diciembre de 2023 y enero de este año, el índice de inseguridad se redujo en un 75% con relación al mismo periodo anterior: una “caída dramática”, según dijo. Pero a los pocos días, fue desmentido por el propio comandante de la Policía Nacional (PN), comisario general Carlos Benítez, quien aclaró que ¡la disminución se habría registrado solo en la zona capitalina del Bañado Sur!, con lo que sumió en el ridículo al mensajero de las buenas nuevas.

Se diría que Santiago Peña vive en otro planeta o que, en todo caso, sus fuentes de información distan de ser confiables. Debería recurrir a diario a la prensa radial, escrita y televisiva para enterarse de que los gobernados están expuestos a fechorías diversas en todo el territorio nacional, no raras veces con la intervención de agentes policiales, como los tres que el 31 de diciembre de 2023 presuntamente “plantaron” drogas ilícitas para detener y extorsionar al conductor de un auto solicitado en Asunción a través de una aplicación móvil, con la aparente complicidad del asistente fiscal José Ramón Cárdenas. El último domingo, un conductor de una plataforma móvil fue ultimado en Villa Hayes en el curso de un asalto cometido por dos delincuentes, que en su huida hirieron a tiros a otros tantos vecinos. Otro de los recientes actos de la seguidilla de hechos punibles que angustian a los pobladores del área metropolitana ocurrió la madrugada del lunes en Ñemby, cuando un cambista fue despojado de unos 200 millones de guaraníes por cuatro asaltantes munidos de armas de fuego.

O, sencillamente, si por casualidad los recorre, Santi debería mirar las despensas de los barrios que despachan detrás de barrotes, y hasta resulta cómico, hace unos días se publicó la fotografía de un negocio que le puso protección tipo rejilla a un foco de la luz que tenía afuera. También debería escuchar las quejas de los estudiantes universitarios que no encuentran sus llantas, sus espejos u otros accesorios de sus vehículos cuando los dejan estacionados para entrar en sus respectivas facultades.

Pero un capítulo aparte que nos despierta del sueño de que estamos en un país nórdico ocurrió el lunes en Ciudad del Este, donde delincuentes, tras recorrer un largo túnel, robaron un monto estimado en unos 30 millones de dólares –si se confirma la cifra, será el mayor botín de nuestra historia– de un local donde 148 miembros de la Asociación de Trabajadores Cambistas guardaban su dinero. Y no nos quiera decir el Presidente de la República que él se refería justamente a las zonas fronterizas, pues el crimen organizado ha extendido sus tentáculos en todo el país, incluyendo Asunción. Le recordamos algunos hechos puntuales, como la balacera ocurrida en San Bernardino, cuando murió la conocida influencer Vita Aranda, o el asesinato por sicarios del empresario Mauricio Schwarzman en pleno barrio residencial de Asunción, o cuando una banda mafiosa rescató al narco Jorge Teófilo Salinas, alias Samura, en medio de una tremenda balacera en el barrio Tablada de Asunción, cuando era trasladado a su lugar de reclusión, perdiendo la vida en la ocasión el comisario Félix Ferrari.

Utilizar comparaciones o estadísticas absurdas supone minimizar groseramente la zozobra reinante en el país. A tanto llega la inseguridad, que afecta incluso a los centros educativos, que el Ministerio del Interior y el de Educación y Ciencias hablaron hace unos días de un programa de “seguridad en las escuelas” para fijar un plan con directores y padres, identificar las zonas riesgosas y disponer patrullajes policiales: habrá que ver si, como suele ocurrir, el programa no va más allá del papel en que está plasmado. Este anuncio vino después de que docentes de una escuela asuncena hayan organizado una “vigilia” en protesta por el robo de ventiladores y equipos de aire acondicionado, así como por actos vandálicos que afectaron el sistema eléctrico, denunciados en cinco ocasiones ante la comisaría barrial de Trinidad. No hablemos de los robos de cables que se producen rutinariamente, y a los que no se puede poner término.

En fin, este es el Paraguay que vivimos. No estamos en un país nórdico, y el presidente Santiago Peña debería saber que afirmaciones como las que viene realizando ofenden gravemente a la sufrida población. Para peor, al parecer vamos a convivir mucho tiempo más con la delincuencia al acecho, pues el primer paso para solucionar un problema es reconocer su existencia, y desde el Gobierno actual no hay buenas señales. Todo lo contrario.

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