Exceso de liquidez, consumo en retroceso: ecuación poco favorable y de incertidumbre en el mercado financiero local

Desde hace ya varios meses las instituciones financieras muestran altos niveles de liquidez; disponen de recursos que no encuentran lugar fácilmente en el mercado. Desde la demanda de dinero, puede entenderse que los agentes económicos se encuentran reticentes a tomar nuevos créditos, mientras que los bancos y financieras también se mantienen cautos a la hora de conceder préstamos. La cartera de crédito del sistema financiero experimentó un crecimiento significativo desde 2013, llegando actualmente a un valor cercano a los US$ 12.800 millones, manteniéndose a niveles estables desde finales de 2014.

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Las tasas en moneda nacional y extranjera. Un primer elemento para evaluar el sistema financiero es la evolución de las tasas de interés. Durante el 2016 la tasa activa, es decir aquella que es aplicada a los tomadores de crédito, osciló entre 18,8 y 17,1% de interés anual en promedio, mientras que la tasa pasiva, el interés que pagan los bancos y financieras a los agentes que realizan depósitos, se movió entre 6,4 y 5,8% de interés anual en promedio. En este caso, la distancia que separa a las tasas activa y pasiva, denominado spread, ha sido variable.

Actualmente el sistema financiero capta dinero del sistema vía depósitos de ahorro a una tasa promedio de 5,8% y luego concede préstamos al 17,6% en promedio, es decir, casi tres veces más que la tasa pasiva. Este es un indicador del escaso incentivo que tienen los bancos y financieras de fondearse con depósitos, por eso pagan poco. Por otro lado, tampoco parecen estar dispuestos a conceder créditos fácilmente, por lo que la tasa activa es relativamente alta, si se la compara con la pasiva.

Por el lado de las tasas en moneda extranjera, específicamente en dólares, las tasas tanto activas como pasivas se han mantenido bastante estables en el último año.

Evolución de los créditos. La cartera de crédito del sistema financiero experimentó un crecimiento significativo desde el año 2013, llegando actualmente a un valor cercano a los 12.800 millones de dólares, manteniéndose a niveles relativamente estables desde finales del año 2014.

Al observar la participación de los distintos sectores económicos se aprecia que el sector agrícola (cultivos de soja, maíz y trigo específicamente) y el comercio se reparten de forma equitativa el 50% de la cartera total, seguido por el consumo con 15% y la ganadería con 10%, respectivamente.

En los últimos años, el crecimiento de los créditos vigentes se ha mantenido relativamente estable hasta el primer trimestre del 2015, cuando inicia una caída sostenida. Esto es, se siguen demandando créditos pero en niveles menores que antes. Hasta agosto de este año el crédito aún crecía, pero las últimas cifras ya son negativas. Por el lado de los créditos vencidos, es decir de aquellos que solicitaron préstamos y no han podido honrarlos en el plazo establecido, se han incrementado significativamente desde marzo de 2015, coincidente con los problemas financieros de los agricultores tecnificados que vieron sus rentabilidades muy disminuidas debido a la caída de los precios de los commodities agrícolas, especialmente la soja, el arroz, el maíz y el trigo. Como resultado de la intervención del Banco Central del Paraguay, y mediante resoluciones específicas, los créditos al sector agrícola pudieron ser reestructurados, renovados y refinanciados, permitiendo a estos actores mantener sus respectivas categorías crediticias, mientras que para las instituciones financieras significó una disminución en la previsión.

Habrá que esperar un poco más de tiempo para observar si la situación financiera difícil de los agricultores tecnificados (deuda proveniente del ciclo agrícola pasado) afectó el acceso al crédito en la zafra que comenzó recientemente, es decir si los agricultores restringieron su demanda de créditos ante una situación financiera menos favorable.

Una morosidad creciente. Si antes se indicaba que el sector financiero no mostraba incentivos suficientes para seguir colocando créditos, una de las razones puede encontrarse en la morosidad creciente del sistema. En el caso de la morosidad en créditos otorgados en dólares, especialmente para la cadena agrícola (agricultores, acopiadores, proveedores de insumos y servicios), el incremento de la morosidad coincide exactamente con la caída de los precios de los commodities. Sin embargo, cuando se analiza la morosidad en guaraníes se observa una tendencia de crecimiento firme, pasando de 2,3% a inicios de 2010 a 4,7% a mediados del presente año.

No debe olvidarse que las campañas generadas para generar un mayor crecimiento del sector privado, denominados Black Friday, terminaron por generar deudas importantes en los agentes, a lo que deben sumarse las promociones por pago con tarjetas de créditos. En cierta forma, podría asumirse que la población se encuentra sobreendeudada desde hace al menos dos años.

La ley que restringía y establecía las tasas de interés que podían cobrar las instituciones financieras, limitó el crédito a través de este medio de pago, por lo que se esperaba que esta demanda de préstamos, especialmente destinado al consumo de los hogares, sea direccionado hacia las instituciones financieras formales y que, como indican los datos, finalmente no ocurrió.

Niveles más altos de morosidad

Con respecto a la evolución de la morosidad por sectores se aprecia el sector ganadero e industria que muestran los niveles más elevados de morosidad en los últimos años, aunque por debajo del 5%, aunque con tendencias a la disminución. La agricultura también expresa un comportamiento creciente en cuanto a morosidad, pero desde mediados del presente año se observa ya una disminución.

Los sectores que presentan niveles de morosidad más alto, superior al 5%, son el de consumo y el comercio al por menor. Estos datos revelan en parte la situación de la economía paraguaya.

Como resultado indirecto del aumento de la morosidad se incrementan también los bienes en dación de pago, es decir los bienes que son facilitados por los deudores para extinguir la deuda y que son utilizados por las instituciones financieras de manera a asegurar sus operaciones, pero que los bancos y financieras están obligados a venderlos, casi siempre, por un valor menor, en un plazo establecido. Aunque parecería que es un buen negocio para las instituciones financieras quedarse con estos bienes, casi siempre inmuebles, no es así, ya que el centro de sus negocios son las finanzas y no el rubro inmobiliario.

Así, se comprende la actitud cautelosa de las entidades financieras a la hora de conceder nuevos créditos. Las situaciones de las economías vecinas, en particular la de Brasil y Argentina, también inciden en el desempeño de nuestra economía, agregando incertidumbre en los agentes, sobre todo en el sector financiero. En efecto, la elección de Donald Trump al frente de la primera economía mundial termina por sumar incertidumbre a las finanzas del mundo, puesto que aún se desconoce con precisión cuáles serán sus políticas económicas reales y precisas. Ante las condiciones de contexto mundial, regional y nacional, el sector financiero local se mantiene expectante y a la espera de señales que muestren los demás actores, especialmente el Estado.

Cómo se comporta el sector financiero

La liquidez es la disponibilidad de dinero en efectivo que tienen las instituciones financieras. Este dinero es el que les permite operar y ofrecer servicios. Los datos estadísticos muestran que la liquidez de los bancos y financieras sigue aumentando. Como resultado de una liquidez creciente, las instituciones financieras invierte su dinero en letras, tanto en el sector público como privado, lo que les permite bajar en parte la liquidez, pero que termina siendo una solución a medias, debido principalmente a que los plazos de colocación son cortos, esto es en general a un año. Existen muy pocas opciones de inversiones a largo plazo, lo que daría mayor margen de acción a bancos y financieras, puesto que estas también dispondrían de mayor plazo para captar dinero y así ampliar sus respectivos márgenes de movimiento.

* En los últimos años, el crecimiento de los créditos vigentes se ha mantenido relativamente estable hasta el primer trimestre de 2015, cuando inicia una caída sostenida. Se sigue demandando préstamos, pero en niveles menores que antes. Hasta agosto último el crédito aún crecía, pero las últimas cifras ya son negativas.

* La morosidad en créditos en dólares, especialmente para la cadena agrícola (agricultores, acopiadores, proveedores de insumos y de servicios), el incremento coincide con la caída de precios de los commodities. Si se analiza la morosidad en guaraníes, la misma creció de 2,3% a inicios de 2010 a 4,7% a mediados de este año.

* Las situaciones de las economías vecinas, de Brasil y Argentina, también inciden en el desempeño de nuestra economía, agregando incertidumbre en los agentes, sobre todo en el sector financiero. En efecto, la elección de Donald Trump al frente de la primera economía mundial termina por sumar mayor incertidumbre.

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