Evitá la cafeína y el azúcar
Está claro que las bebidas ricas en cafeína y azúcares, como el café, el té negro y las bebidas energéticas, no son una buena elección antes de irse a la cama y por eso deben ser evitadas, ya que mantienen despierto a quien las consume, entorpeciendo el sueño.
“También caen mal las comidas abundantes con una alta proporción de ingredientes pesados o difíciles de digerir, como la carne y las grasas excesivas”, señala Hollingshaus.
El experto en alimentación aconseja hacer cenas livianas que se orienten de acuerdo con el llamado “modelo del plato”, que debería tener el tamaño de un plato mediano, tipo plato para postre.
La mitad del plato debería estar ocupada por verduras crudas; un cuarto, por proteínas, como pavo o tofu; y el otro cuarto por alimentos ricos en hidratos de carbono, como patatas. De esta forma, se asegura una alimentación equilibrada y balanceada que permitirá dormir bien.
Prestar atención al propio ritmo
También es importante prestar atención a la digestión individual, a los hábitos personales y al propio bioritmo. Si no se toleran bien las verduras crudas por la noche, por ejemplo, conviene cenar verduras cocidas.
También es importante escuchar al propio cuerpo. “Si las costumbres se alteran en un plazo corto o se ven modificadas por algún incidente fuera de lo común, es bastante probable que surjan problemas de digestión”, explica Hollingshaus. Añade que esto también puede influir en las etapas del sueño y en lo que se sueña.
Paseos y tés si hay molestias
¿Y qué se puede hacer si se ha ingerido la comida incorrecta?
En esos casos puede ser de ayuda caminar un poco, dar un paseo a pie o tomar tés digestivos, “como té de hinojo, anís y comino o menta”, recomienda Hollingshaus.