Nani Peralta: una bartender paraguaya que se destaca en Tanzania

Mientras muchos jóvenes no saben qué estudiar, la compatriota Nani Peralta Maidana supo elegir su camino, y vaya si le va bien. Ella es bartender internacional, vive en Tanzania, donde dirige la barra en uno de los bares de una zona exclusiva. “Venir a vivir a este paraíso fue mi mejor decisión”, cuenta feliz.

Bartender
Con Paraguay siempre en el corazón: "En el mundo de la gastronomía, si sos bueno, podés trabajar en cualquier lugar del mundo, no dejes de soñar", aconseja Nani.

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Nani dice que tiene “veintisiempre” años, y es que su espíritu jovial y su cuerpo menudo le permiten mantenerse en esa eterna juventud. Esta paraguaya que ama su oficio de bartender no siguió el camino de casi todos los profesionales de este rubro hacia EE.UU., sino que rompió el esquema y se fue al otro lado del mundo, donde hoy se forja una vida de trabajo y diversión en un país al que describe como “maravilloso, lleno de posibilidades”.

Nani nació, creció y se formó académicamente en Ciudad del Este, en el colegio aprendió inglés y se recibió, como mejor egresada, de bachiller técnico en administración. “Además me gustaba mucho el deporte, las artes plásticas, no tuve problemas con ninguna materia en el colegio, salvo con química, que me hizo ver las estrellas, y ahora irónicamente trabajo con puro alcohol”, comenta

En el 2011 se mudó a Asunción para empezar la universidad, probó marketing y administración de empresas, pero no le gustó, dejó, entró a trabajar en una oficina y tampoco era lo suyo. Regresó a CDE, para después de un año volver a Asunción y empezar a trabajar en bares, “ahí fue que me casé con la noche”, afirma.

-Descubriste tu oficio

Sinceramente empecé a trabajar de bartender por hobby, siempre quise vivir para darme los gustos. Pensé que siempre en las fiestas de amigos yo era la que preparaba los tragos, así que me decidí a buscar dónde aprender directamente, y mejor que fuera en San Lorenzo, donde vivía.

Empecé entrenando como bar-back en el pub Morgan Warenhouse. Ya en el ambiente, conocí al gerente de Mokai Lounge, Asunción, donde trabajé después.

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-En la capital, ¿la exigencia creció?

El gerente me dijo: ‘esta es tu barra, armá y hacé lo que quieras’, y me dejó ahí, yo tenía 2 días de entrenar como bar back (asistente) y ni siquiera tenía recetario, solo el menú con los ingredientes. Armé la barra y arranqué el rush (ajetreo), haciendo con lo que tenía los tragos que me parecían un buen balance.

Al final de la noche, ¡no me rebotó ningún trago! ¡fue la gloria! De Mokai fui a trabajar a Oncel 15, solo iba los fines de semana como bar-back, seguía aprendiendo a la par de pasarla bien.

Después me di cuenta de que ser bartender era una pasión escondida que tenía. Al tiempito, participé en el World Class Paraguay representando al bar. Y al año, logré quedar en el top 4 de los bartenders World Class Paraguay. Ese fue mi salto cuántico de vida.

-¿Una chica con suerte o positivamente “prepotente”?

A mí me definen como la artillería pesada de la barra, la general de ejército, la comandante (risas). Me han puesto esos apodos por la forma en que lidero la barra. Soy muy responsable y me gusta trabajar relajada, organizar todo con anticipación para después fluir en el rush y tener una buena noche.

Allá lejos, en Tanzania

Al contrario que la mayoría de los bartenders que migran a EE. UU., su destino fue Africa. Estando en Paraguay, en el ambiente de la barra, conoció a su jefe, Son Vengetsamy, propietario de una cadena de restaurantes en Tanzania, quien le propuso viajar a su país.

Tanzania está situada en Africa Oriental, al borde del océano Indico, tiene una población de poco más de 63 millones de habitantes, la mayor parte de la población procede de los pueblos bantúes.

“Acepté enseguida renuncié a mi trabajo, era fines de 2021. En febrero 2022 volé a Tanzania. Hoy vivo en la península de Dar es Salaam, Masaki, en una zona estilo Carmelitas de Asunción, solo que rodeado de playa”.

Apasionada por su labor, Nani jamás sintió miedo de irse tan lejos, a un lugar donde no conocía a nadie ni nada. “Fue la mejor decisión de mi vida, amo mi trabajo, mi día a día, la gente de aquí, las playas…”

-Contanos qué hacés exactamente en el bar

Soy bar manager en Karambezi, a cargo del servicio en la barra, entrenamiento del staff, creación de menú de cócteles y mocteles (bebidas sin alcohol), además de la parte administrativa del bar.

Puedo hacer cosas nuevas, por ejemplo, el año pasado, en mi día libre, hice una nueva carta para los 7 bares de la empresa, fue un record hacerlo en un día. Trabajo para una empresa grande, tiene 9 restaurantes distribuidos entre Dar es Salaam, Zanzibar y Arusha.

-¿No sos muy latina entre africanos?

Ja ja, me he topado con algunos latinoamericanos, de Colombia, Ecuador, Cuba, Venezuela, Perú, Chile, Brasil, Uruguay, algunos viven aquí y otros viene por viajes, pero son muy pocos.

-¿Cómo hacés con el idioma nativo?

Acá se habla swahili, lo estoy aprendiendo y voy progresando.

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-¿Cómo es ser una paraguaya en Tanzania, todo muy distinto o algo te recuerda a Paraguay?

Constantemente me preguntan de dónde soy, aunque muchos asumen que soy de la India o Filipinas. Aquí encontré algunas similitudes con Paraguay en la artesanía.

Hay una zona que se parece a Areguá porque venden planteras y cosas así; Kariakoo, el centro, se parece al centro de CDE, solo que aquí es más caótico, mucho más gente en la calle, los autos casi no pueden circular. Algunas comidas también son parecidas.

-¿Pero extrañás algo Paraguay, tu familia?

Soy muy sociable, eso es algo que disfruto de mi trabajo, siempre conozco personas y hago nuevas amistades, me encanta. Mi familia es muy pequeña: mi mamá y mi hermano menor; el mayor está casado. Tengo mi tiempo de calidad con ellos, pero paso más tiempo con mis amigos. Sí, claro que los extraño, pero estamos en constante comunicación y está todo bien.

-¿Para qué tipo de público trabajás?

Gente mayormente joven-adulta: tanzanos, musulmanes, hindúes, árabes, franceses, españoles, alemanes, australianos, ingleses, entre otros. He conocido personas de muchísimos países, como jamás conocí en Paraguay.

-Supimos que hiciste un trago sensación con la yerba mate

Era un almíbar de yerba para tereré, para hacer un mojito con cedrón, menta, limón y el toque refrescante de la yerba mate. ¡Estaba delicioso! Fue un cóctel exclusivo que creé para la activación de Bacardi, en Warehouse, donde José Martínez, también paraguayo, es bar manager. Como bartenders invitados fuimos Cámeron, de Sudáfrica, y yo.

-¿Cuál es el trago más popular entre los jóvenes?

Los más vendidos aquí son el mojito y el Long Island iced tea, y después están los fans de mis cocteles, van al bar solo para tomar lo que yo preparo. Pero, en general, toman de todo.

Tanzania tiene un clima perfecto, no hace demasiado frío ni calor, la temperatura no pasa de los 35 grados y en invierno no baja de 20.

La brisa del mar es espectacular. Aún así toman cerveza a temperatura ambiente, coñac, whisky, tequila, jagger, vodka, vino tinto, blanco, rose, espumante, champagne, café, cappuccino, milkshake, smoothie no hay bebida que no me pidan.

-Vos proyectás estar “en tu salsa”, ¿qué características tiene que tener un bartender para disfrutar el presente pero mirar a futuro?

En primer lugar, amar lo que uno hace, ser responsable, disciplinado y ambicioso: soñar en grande.

Algunos creen que es una profesión de moda, pero los bartenders existen hace mucho tiempo solo que ahora cobraron más protagonismo en bares o restaurantes. Ser bartender es un estilo de vida.

En Asunción se estudia en el IGA, en la Academia Paraguaya de Coctelería, hasta donde sé, y creo que el curso dura entre 6 y 8 meses. O podés ser autodidacta como yo, que estudié por mi cuenta y simplemente tuve la chance de aprender en la práctica con los colegas con quienes compartí la barra, y también concursando aprendí muchísimo.

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-¿Cómo sentís la situación laboral de jóvenes compatriotas, hay que irse o quedarse?

Soy de las que piensa que posibilidades hay dentro y fuera del país. En lo que respeta a mi rubro, hay muchos jóvenes que quieren emigrar. Yo les recomiendo que a su talento y habilidades le sumen el inglés.

Lo lindo de la gastronomía es que se consigue trabajo en cualquier lugar del mundo. Desconozco otras experiencias de jóvenes migrantes, pero a mí salir me abrió una puerta muy grande para llegar a otro nivel. Valió todo el esfuerzo. Creo que lo principal para los jóvenes es saber qué quieren en la vida.

Comida de mar, asaditos, mucho picante

“Acá como pollo, ensalada y frutas todos los días. Fin de semana, de repente una pizza, un shawarma, mishkaki (que sería el asadito de vaca) o pasta en mi día libre cada quince. Trato, en lo posible, de alimentarme bastante sano.

Cuando en mi día libre voy a la isla de Mbudya, como langosta, ¡es deliciosa! Obviamente acá se comen muchos frutos de mar, que a mí personalmente no me gustan. También aquí son muy carnívoros, mucha carne de vaca, cabra, cerdo, pollo y más pollo (pero conseguir un corazoncito de pollo es muy difícil, porque no es una comida popular como en Paraguay).

Se come mucho arroz, arroz pilau (con especias), mueren por las papas fritas. Ensaladas con mango, castañas de cajú, aguacate. Arroz con poroto, que me encanta, y también el mishkaki y el kitimoto (asadito de cerdo) con plátano frito. Después, hay un tipo de empanadas africanas muy ricas y el chapati, que es un pan que se parece a las tortillas, me recuerda mucho a Paraguay.

¡Ah! y comen muchísimo picante, también comen todo con las manos (yo aprendí), dicen que así se disfruta mucho más la comida.

La vivienda, el costo de vida, la gente en Tanzania

“Vivo en un departamento con dos compañeros de trabajo, una chica de Zimbabwe y un chico de Kenia, estamos en una zona cara, el alquiler cuesta 700 USD aproximadamente, es un departamento grande, 3 habitaciones, 3 baños, sala, cocina, comedor, amoblado, dos balcones, aire acondicionado.

El salario mínimo en Tanzania es alrededor de 150 USD, pero el costo de vida es muy barato, algunos trabajan en Masaki y viven a una hora de distancia y pagan 22 USD de alquiler.

Depende mucho de cuál sea tu historia, si venís a trabajar para una empresa, como en mi caso, que la empresa paga todo, la vida es mucho mejor que si venís por tu cuenta, pero igualmente Tanzania es un país en desarrollo y hay demasiadas oportunidades”

-¿Qué conocés de la ciudad, del país, qué te impresiona de su gente?

Realmente paso mucho tiempo trabajando (de 3 de la tarde a medianoche) y solo tengo un día libre a la semana, pero he ido a la isla de Mbudya, que es tan encantadora que no creía que estaba pasando mi día libre en un lugar así. Conozco Zanzíbar, otro lugar increíble, es una ciudad pole pole (lenta-lenta) llena de calma, con unas playas que no tienen nada que envidiarle a las del Caribe.

El clima que se siente de estar acá en Dar es Salaam es el verdadero hakuna matata (sin problemas). Cuando tenga más tiempo, está en mis planes hacer un safari.

Respecto a la gente, son demasiado amables, alegres, les encanta bailar, no se preocupan por nada en serio. Desde que llegué me han hecho sentir bienvenida, en mi trabajo tengo amigos que amo porque me cuidan mucho, están pendientes de mí.

-¿Te interesa la política tanzana, hay manifestaciones?

No pienso mucho en eso, creo que me enfoco más en soluciones, mi mundo gira en torno a mi trabajo, así que me centro en qué yo puedo aportar desde donde estoy y lo que hago. Tanzania tiene estabilidad económica, es un país al que llega mucha gente para hacer negocios, políticamente hablando es uno de los mejor posicionados en Africa.

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“Aisha es mi nombre”

“Tengo muchas anécdotas. Te cuento que en el bar adopté el nombre Suahili Nani, solo que la palabra “nani” tiene aquí una connotación de pregunta, y eso genera muchas situaciones graciosas, porque no saben si les digo mi nombre o se lo estoy preguntando a ellos.

Otras situaciones son, por ejemplo, que acá soy mzungu o sea blanca (conste que soy tremenda morena, pero para ellos soy blanca), pero los mzungu pagan todo más caro cuando van de compras, así que me decidí a aprender swahili para “convertirme” en tanzana.

A los 3 meses, con lo poco que sabía del idioma (me dicen que me sale muy bien la pronunciación) me puse un nombre típico para mimetizarme más con ellos. Una compañera me sugirió el nombre de Aisha, y mi apellido –se lo robé a una amiga- es Mrema.

Me esfuerzo y mejoro cada día para pertenecer a esta comunidad. Desde el principio quise que me trataran como una más de ellos.

Podría contarte mil anécdotas, vivir en Tanzania es lo mejor que me ha pasado, recomiendo altamente a otras personas si tienen la oportunidad de venir por trabajo o vacaciones, es uno de los lugares más hermosos del planeta, un paraíso escondido, una joya. Las personas necesitan más Africa en sus vidas”

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