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- Este desenlace del caso González Daher retrata en forma descarnada la podredumbre judicial y política que sufre nuestro país. ¿Qué dice?
- Esta es una página más que muestra de alguna manera esa visión que muchos tienen de nuestra justicia. La condena a 15 años a Ramón González Daher se suma a la condena a (al exsenador cartista) Óscar González Daher (falleció el 21 de octubre pasado) hace un año. Hemos visto un complejo sistema corrupto metido en las principales esferas del Gobierno y que salpica al Poder Judicial.
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- Es la primera vez que escuchamos de una jueza pedir perdón en nombre del Poder Judicial a las víctimas...
- Fue muy llamativo. Son mensajes inesperados que la sociedad toma con mucho agrado. Es como que el sistema se pone de nuestro lado por primera vez. Se siente ese lado humano que viene de la calidez de las palabras de la doctora Criscioni. Es una magnífica oportunidad de depurar la administración de justicia.
- Parece increíble que unos 30 jueces y fiscales hayan ayudado a estos estafadores seriales a cometer tanto perjuicio a tanta cantidad de personas...
- Se demostró el claro nivel de influencia que tenían los González Daher. No se puede negar que es posible que haya todo un esquema que utilice no solamente a jueces y fiscales sino inclusive a abogados, haciendo yo un mea culpa a la propia profesión.
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- También parece muy complejo el desafío, porque si las causas ingresan por mesa de entrada, los jueces y fiscales pueden decir que no pueden discriminar aunque el denunciante sea González Daher...
- El sistema paraguayo tienen normativas suficientes para establecer la responsabilidad personal de sus funcionarios. La Constitución permite a cualquier ciudadano, en el marco de sus garantías, ir contra el Estado cuando el Estado comete errores judiciales. El propio Código Civil también autoriza la indemnización y el resarcimiento de los daños ocasionados.
-Qué conviene más a la sociedad: ¿Qué renuncien de inmediato los jueces y fiscales cómplices o vamos a esperar que sus padrinos comiencen a operar?
- Para que no vuelva a ocurrir si es que fueron errores o fueron trabajos poco serios o ligeros o negligentes, una renuncia puede resolver el problema a futuro. Si bien resuelve una parte del problema a futuro no suple la responsabilidad si es que hay hechos punibles que el Ministerio Público tiene que investigar. Son dos cosas.
- El propio presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados era uno de los estafadores (Oscar González Daher). Parece de película...
- Por eso es importante la investigación que pueda hacer el Ministerio Público. Si se produce condena, esa sentencia el día de mañana es el puntapié inicial para los resarcimientos ulteriores.
- Al final van a terminar pagando los contribuyentes como se hizo con las víctimas de la dictadura. Muy pocos culpables pagaron...
- Con esta salvedad, el resarcimiento en sí mismo, en términos estatales es siempre alternativo. Si yo le pido hoy 10 millones por daños a un juez que me hizo la vida imposible, primero me tiene que pagar el juez y si no tiene la plata entra el Estado. Hay que demandarle a la persona, no al Estado. Hay que ir detrás de los responsables. Si el culpable no paga es porque no le cuesta nada delinquir y va a seguir delinquiendo. Entonces, una persona que le robó al Estado tiene que devolver la plata. Su caso no puede terminar yéndose preso solamente. Una persona responsable de destruir la vida de mucha gente con usura, tiene que devolver con intereses y además tiene que ir preso. La impunidad es uno de los principales problemas de nuestro país. A los ladrones del Estado les sale barato. Ese fue el motivo por el cual el Colegio de Abogados se haya quejado tanto de la débil condena contra Oscar González Daher. “Mita’i recreo” fue su condena pese al robo de 4.000 millones de dólares. Le dieron dos años, imagínese, encima excarcelable. Podía quedarse en su casa. Con lo que robó podía comprarse 1.000 hectáreas, construir en el terreno una mansión y continuar con sus ilícitos. Cuando le dicen: “devuelva lo que robó”, ahí es otra historia, o si no es negocio para el delincuente y eso no arregla la cuestión. Que paguen y que vayan a la cárcel y que el castigo sea un ejemplo...
- ¿Usted cree que van a ir contra los jueces y fiscales o todo va a terminar como una declamación?
- Yo creo que va a depender de muchas cosas. Hay que reconocer que en el sistema de justicia está operando un recambio generacional. Eso no es poca cosa. La jueza Criscioni es un ejemplo. Es una mujer muy joven. No viene contaminada con los vicios de la vieja guardia. Además hay demasiada gente valerosa, inclusive en el sistema de justicia de la vieja guardia. Lo que pasa es que la honestidad no es noticia.
- ¿Cómo cree que se puede curar este mal que corroe las instituciones? Está comprobado en 30 años de democracia que la inamovilidad de ministros y jueces no sirvió para nada. El nuevo ministro de la Corte Víctor Ríos dijo que va a pedir que lo evalúen a los 5 años...
- Víctor Ríos hasta ahora no se metió en el grupo de ministros que accionó para buscar su inamovilidad. Hasta ahora es consistente. La influencia política siempre está. La clave es que los ministros no sucumban ante las presiones. Nadie va a evitar que se los llame por teléfono. La clave es no hacer caso. En última instancia, el último bastión es la calidad de las personas, no la cantidad de códigos civiles o penales. Está el ejemplo de (José V.) Altamirano, un gran ministro que no aplicó a la inamovilidad y en cinco años se marchó. No necesitó inamovilidad para mantenerse. Yo creo que Víctor Ríos va a poner muchas cosas en contraste dentro de la Corte. Va a ser un señor disruptivo, en el sentido de que va a traer ideas distintas a las que normalmente veíamos en la Corte Suprema de Justicia.
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- Los nuevos miembros de la Corte, salvo Ríos, se declararon inamovibles en secreto. Eso aumenta la desconfianza...
- Sin embargo, yo confío en el recambio que se da. Por ejemplo, un ministro como Eugenio Jiménez Rolón es uno que jamás actuó en el Poder Judicial antes de llegar a la máxima instancia judicial. O sea, no solo no tiene antigüedad sino que no tenía detrás alguna historia sobre la cual se la pueda medir en positivo o negativo. Empezó de cero como ocurre con Víctor Ríos ahora. Jamás fue juez. Entonces, tenemos que mirar para futuro. Ahora, una persona como Alberto Martínez Simón, por ejemplo, sí venía siendo juez desde hacía mucho tiempo y de hecho llegó a la Corte siendo inamovible porque ya había sido dos o tres veces reconfirmado en sus cargos como juez y como miembro del Tribunal de Apelaciones. O sea, cada ministro tiene su particularidad. Vienen a formar parte de diferentes salas donde se atienden cuestiones puntuales. El propio Ramírez Candia es una persona que viene del interior del país, de Caaguazú. Tiene una visión también distinta a lo que son los capitalinos. Es otra formación. Todo ese currículum que traen los nuevos estoy seguro va a dar un recambio en la Corte. De hecho, con o sin inamovilidad nosotros estamos dentro de una Corte que, a diferencia de la anterior: la de (Oscar) Bajac, la de Sindulfo Blanco, la de Víctor Núñez, tiene sus cosas positivas. Hay que señalar sin duda las cosas negativas pero también hay que rescatar las positivas y eso es un trabajo del día a día.
- ¿Cómo terminar con los corruptos que causan tanto desprestigio no solo a las instituciones sino al país mismo, ahuyenta capitales...?
- Yo creo que hay que enfatizar en lo que hizo la jueza Criscioni y lo que hizo su tribunal. La sentencia contra González Daher no es un fallo cualquiera. Son 15 años de cárcel. Es muchísimo para una persona demasiado relevante en el esquema de corrupción que había en el sistema de justicia...
- Una especie de Al Capone...
- Lo que hizo ella y lo que puede llegar a confirmar un Tribunal de Apelaciones porque esta sentencia se va a discutir en una instancia de alzada en breve, va a ser fundamental. Nosotros necesitamos una Criscioni, una mujer como ella, así como Brasil tuvo su juez (Sergio) Moro, un juez valiente que desmantele el sistema. Yo creo que eso se está empezando a ver. De hecho, se celebró muchísimo lo que ella dijo. La ciudadanía aplaudió su mensaje. Con ese tipo de ejemplos estamos más cerca de generar los cambios. Hay que apuntalar iniciativas como la suya y trabajos no solo del juez. El fiscal también trabajó muy bien. Por eso es que no hubo un tiroteo cruzado entre fiscales y jueces como se dio en el caso de Óscar González Daher donde se acusaron recíprocamente de hacer mal sus trabajos. Da gusto ver y nos llena de optimismo para ver que las cosas mejoren.
- Aunque el blindaje que le dieron los diputados esta semana para salvar al imputado gobernador de Central (el cartista Hugo Javier González), decepciona un poco el optimismo. No les mueve el pelo. Se cubren entre ellos...
- Están los viejos vicios instalados. No pretendo tanto cambio a nivel político y social de un día para otro. Si bien la intervención en la Gobernación y también en la Municipalidad de Asunción no se dio ahora, no impide que se haga más adelante cuando los vientos políticos cambien. Tampoco impide que la gente sepa que a este tipo de personas no hay que votarle nunca más. Tampoco excluye su responsabilidad personal como intendente o gobernador o miembro de la Junta, al que le toque. Eso está por verse. Vamos a ver cómo se vienen las cosas. En breve se abre un proceso nuevo de selección para la Fiscalía General del Estado. Mucho de la política criminal va a cambiar según la cabeza que entre al Ministerio Público. Todo influye finalmente, inclusive la labor de la prensa como esa tapa salvaje que publicaron ustedes (la fotografía de cada uno de los que votaron para salvar a Hugo Javier González). Estamos en las puertas de las próximas elecciones y todo eso hay que recordar. Tenemos que hacer notar que nuestro deber cívico no se acaba el día de las elecciones con un voto. Tiene que mantenerse los cinco años que dura el período reclamando todo lo que haya que reclamar.