Caacupé: monseñor lamenta aumento de feminicidios y violencia entre padres e hijos

El obispo de la diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, presidió la santa misa dominical de las 7:00 en el santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé. Durante su homilía cuestionó el aumento de feminicidios, la violencia y los maltratos entre padres e hijos.

El obispo de la diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela presidió la santa misa domimical.
El obispo de la diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, presidió la misa dominical.

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Monseñor Ricardo Valenzuela presidió la santa misa en el santuario de Caacupé. Durante su prédica cuestionó los numerosos problemas que persisten en la sociedad, como el feminicidio y los maltratos en el interior de las familias.

“Vemos la falta de amor en nuestras relaciones humanas, vemos entre marido y esposa que ocurren feminicidios, violencia y maltratos entre padres e hijos... Esto no puede seguir así”, lamentó el obispo. Indicó que la humanidad entera necesita de afecto, cariño y amor en las familias.

“La aridez de las relaciones humanas, la soledad, la indiferencia, el anonimato y el desierto son un lugar donde si gritás nadie te escucha, si te quedás tendido en el suelo sobre la tierra nadie se te acerca”, ejemplificó.

“Si una bestia feroz viene a punto de atacarte, nadie te defiende; si gozás de una gran alegría o tienes una gran pena, nadie está ahí para compartir contigo el dolor o la alegría”, dijo.

“No hay quien nos pueda escuchar”

Monseñor Valenzuela también hizo énfasis en la indiferencia de las autoridades ante los numerosos problemas que aquejan a la sociedad en la actualidad y se preguntó: “¿No es esto lo que pasa en muchas de nuestras ciudades?”.

“Nuestro deseo es gritar y no hay alguien que nos pueda escuchar, es todo un desierto. Pero el desierto más peligroso es el que cada uno de nosotros llevamos dentro, ese desierto es muy peligroso”, expresó.

Añadió que precisamente un corazón puede llegar a ser un desierto árido, apagado, sin esperanza, relleno de arena y muerto porque muchos no consiguen desprenderse de un trabajo que no los hace felices. “No pueden apagar su teléfono para escuchar y mirar lo que sucede a sus alrededores, no pueden apagar la radio, no pueden apagar la televisión. Tienen miedo de encontrarse con el desierto”, dijo.

“La naturaleza esquiva al vacío, tiene olor al vacío, pero también el hombre rehúye y se escapa del vacío. Cada uno de nosotros hace algo para no encontrarse solo con la realidad. Todos pasamos por esta experiencia”, agregó.

Asimismo, el obispo mencionó que cuanto más aumentan en nuestros días los medios de comunicación, más disminuye la verdadera comunicación, y se acusa a la televisión de haber apagado el diálogo de la familia. Sin embargo, la televisión viene a llenar un vacío que está allí en la familia, no es la causa, sino el efecto de la falta de diálogo y de intimidad en los hogares, explicó.

Finalmente, resaltó a los presentes la importancia de prestar atención a las reconciliaciones familiares. “Muchas veces nos peleamos por cosas sin sentido. Un telefonazo puede ser una solución para arreglar los problemas, reconstruir y fortalecer la comunicación”, enfatizó.

Durante la jornada dominical se pudo observar una importante concurrencia de feligreses que acudieron a la basílica pese a las inclemencias del tiempo.

Estuvieron presentes peregrinaciones de Ciudad del Este, Caaguazú, Fernando de la Mora, Coronel Oviedo, San José de los Arroyos y Mariano Roque Alonso.

Dónde denunciar hechos de violencia contra la mujer

Si sos víctima o tenés conocimiento de un caso de violencia contra la mujer llamá al 137 “SOS mujer”. Tiene cobertura nacional las 24 horas, todos los días, y es gratuita.

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