Hillary es ex alumna de la Universidad de Yale, integrante de la Ivy League, liga originariamente deportiva de ocho universidades (Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth, Harvard, Pennsylvania, Princeton y Yale) que se convirtió en una red de influencias. Allí se forma la “élite” norteamericana.
El desprecio al pueblo expresado por Clinton tiene una larga tradición en Estados Unidos: El 8 de noviembre de 1960, Richard Daley, intendente “demócrata” de Chicago inventó nueve mil votos a favor del candidato “demócrata” a la presidencia, John F. Kennedy, ex alumno de Harvard, otorgándole el estado de Illinois en el Colegio Electoral; lo hizo postergando horas el escrutinio en el condado de Cook, con la colaboración de un juez estatal, John Karns, del clan de Daley, que sobreseyó luego a los implicados.
Es uno de los fraudes electorales mejor documentados de la historia norteamericana. Así “ganó” Kennedy las elecciones.
El 17 de enero de 1961, el presidente Dwight Eisenhower, en su discurso antes de entregar la presidencia a Kennedy, advirtió al pueblo norteamericano que la “...conjunción de un inmenso sistema militar y una gran industria armamentística es algo nuevo para la experiencia norteamericana (…) debemos estar alerta contra el desarrollo de influencias indebidas… del complejo militar-industrial (…) Nunca debemos permitir que el peso de esta combinación ponga en peligro… nuestros procesos democráticos”.
El 21 de enero de 1961, Kennedy nombró ministro de Defensa al presidente de la Ford Motor Company, Robert McNamara, de la “Harvard Business School”. McNamara creó inmediatamente la “Agencia de Logística de Defensa” para independizar los procesos de compras militares. Para el 10 de agosto de 1961, había involucrado de lleno a Estados Unidos en Vietnam con el primer bombardeo al poblado de Dak To con el “agente naranja”.
El asesinato de Kennedy no movió de su puesto a McNamara, quien siguió al mando del “complejo militar industrial” durante todo el gobierno de Lyndon Johnson, hasta 1968. Y hasta 1981 presidió el Banco Mundial.
Laurie Bennet escribió en 2011, en la revista Forbes, un artículo revelador. “Las universidades nunca olvidan a sus alumnos, especialmente cuando son billonarios”: “Las universidades de la Ivy League entienden, mejor que muchos, el valor de las relaciones de largo plazo”.
El 23 de marzo de 2012, el presidente Barack Obama, ex alumno de Columbia, designó a Jim Yong Kim, ex alumno de Dartmouth, presidente del Banco Mundial.
Kim era parte del equipo de George Soros, ex alumno de Columbia, y trabajó en implementar los planes de Soros para la entidad, dando a las ONG poder en la política del otorgamiento de créditos y en independizar a los funcionarios de la entidad de la supervisión política de sus gobiernos.
El 23 de noviembre de 2016, la revista Time reportó que Soros empezaba, dando diez millones de dólares a las ONG, su guerra contra el entonces presidente electo, Donald Trump, mediante “el seguimiento del discurso de odio”. Cuatro años después, está normalizada la censura.
Trump, quien salió de todas las guerras en que habían metido a Estados Unidos, era una amenaza para el “establishment” norteamericano y el “establishment” norteamericano le cobró la cuenta.