La fe sostiene la creencia en lo imposible

“Un pueblo sólo es libre por voluntad del espíritu colectivo”, dice Roa Bastos en Yo el supremo. Lo recordé porque hoy es el Día del Libro, y nuestro Premio Cervantes fue un adalid libresco, y el domingo próximo serán las elecciones en las que el espíritu colectivo marcará el destino de la patria en los siguientes cinco años.

Cargando...

¿Qué une a ambos acontecimientos? Comencemos por el libro. El libro como lo conocemos no fue siempre así. El primer soporte de escritura fue la piedra, posteriormente vinieron la arcilla, la madera, el papiro (Egipto), la seda (China), el hueso, el bronce, la cerámica, la palma seca (India), el papel y los soportes electrónicos.

Etimológicamente, las palabras biblos y liber tienen, como primera definición, “corteza interior de un árbol”.

Las tablillas encontradas en Mesopotamia en el 3.000 a.C. fueron antecesoras del cálamo, instrumento en forma de triángulo que servía para imprimir los caracteres en la arcilla. A esta escritura le siguió la cuneiforme de asirios y sumerios. En Nínive fueron encontradas 22.000 tablillas del siglo VII a. C.; era la biblioteca de los reyes de Asiria que disponían de talleres de copistas y lugares idóneos para su conservación.

Desde su aparición, el ser humano buscó la forma de dejar testimonio de su experiencia vivencial. De transmitir la sabiduría que iba atesorando. Ideó el libro y lo hizo repositorio y transmisor de su pensamiento y sus sentimientos. De su libertad.

La escritura dio paso al libro y el libro, a la lectura. Y lectura es cultura, y cultura es idea, razón, personalidad propia en el contexto social; es solidaridad; apego a los valores de la vida, lealtad a los principios; identificación con la comunidad. Cultura es humanidad y humanismo.

Leer es un placer que lleva a la persona a escalar los peldaños de la evolución constante. Leer conmueve, enseña, seduce, alegra, vivifica, tonifica los músculos de la mente. Leer consolida el raciocinio colectivo y la unión de un país en torno a la calidad de la convivencia social.

Darles un libro a un niño, a una niña, y guiarles por entre la maravilla que contiene, es ponerles el trampolín para que salten libres al futuro.

Desde los tiempos primitivos el ser humano entendió que el libro era una extensión de su vida inteligente y que cuanto más se enriquecía el contenido del libro más sabiduría sembraba su lectura. Y más discernimiento y más espíritu crítico.

Estos dos atributos, discernimiento y espíritu crítico, serán necesarios para el domingo 30 en que elegiremos el poder administrador y el legislador para los próximos 5 años. Aunque no haya opción presidencial que llene nuestra expectativa, debiera de prevalecer “la voluntad del espíritu colectivo”, de la que habla Roa, que elija y obligue al elegido a liberar al Paraguay de la inmoralidad que lo aflige.

¿Es algo imposible? Volvemos a Yo el supremo, libro de libros: “No hay fe mejor que la creencia en lo imposible”.

nerifarina@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...