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Pareciera que esta dura realidad social, a pesar de relegar a los pobladores a una penosa vida diaria, fuera una barrera ideal para el ingreso de personas con hábitos delincuenciales, como las que azotan a diario en la mayoría de los departamentos del país.
Lastimosamente, los permanentes hechos de asaltos que se vienen registrando en las poblaciones del Alto Paraguay demuestran que la delincuencia no tiene límites. Atrás quedaron los días de tranquilidad en estas comunidades, pues actualmente los habitantes son presas de la tremenda inseguridad en la región.
Una de las causas principales de este auge delictivo es el consumo de drogas, preferentemente (y lamentablemente) entre la población joven. Es una situación que desde hace años se viene denunciando, sin que las autoridades intenten frenar el avance de este flagelo que destroza familias.
Se suma la impresionante cantidad de sitios de juegos de tragamonedas en las diferentes localidades. Están instalados en locales comerciales y en casas particulares, dando oportunidad que hasta los niños participen de estos juegos ilegales, ante el silencio cómplice de las autoridades.
Los robos y asaltos que se dan en los comercios y viviendas particulares es el resultado de estos vicios sociales que están destruyendo la sociedad de las poblaciones chaqueñas.
Atendiendo que los habitantes de estas comunidades no hacen cifras importantes como en otras localidades del país, aún hay tiempo para frenar estos males y recuperar la tranquilidad en el Alto Paraguay. Para que esto se logre, es necesario que toda la comunidad se involucre y, en forma particular, las autoridades, con la creación de planes sociales y educativos que ayuden a fortalecer la formación profesional de los jóvenes y que tengan oportunidad de insertarse al mundo laboral.