Las preguntas del censo

Bastó un dato para que se disparasen todas las dudas y cuestionamientos que habían surgido ya el año pasado. Es que si éramos más de 6 millones 461 mil personas hace diez años, resultó sorprendente enterarnos de que según el Estado somos ahora menos de 6 millones 110 mil.

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6.109.644 para ser más exactos, tomando el número oficial que desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) dieron a conocer esta semana, como el de la población total del país según el Censo Nacional realizado en el feriado nacional del miércoles 9 de noviembre del año pasado y las tomas de datos en la “etapa de recuperación”, como denominaron a la semana en la que siguieron recogiendo información de casas que no fueron visitadas por los encuestadores.

Ni bien se conoció el número oficial, inmediatamente mucha gente comenzó a recordar en los medios de comunicación y las redes sociales, que no recibió la visita de ningún censista.

Si ya resultaba extraño entender que en diez años la población en lugar de crecer, disminuyó en unas 351 mil personas, es todavía más desconcertante el cruzar algunos datos que se desprenden con los que obran oficialmente en otras instituciones.

Hecha la salvedad de que también el censo de 2012 fue muy cuestionado y objetado por los datos que arrojó, miramos entonces el mapa de habitantes que entregó la recolección hecha el año pasado.

Una simple contrastación con el padrón nacional utilizado hace apenas cuatro meses, el pasado 30 de abril, nos arroja algunas preguntas inquietantes.

Según el Censo en Asunción vivimos poco más de 477 mil personas, pero según el padrón eramos casi 439 mil los electores habilitados, lo que equivale a decir que en la capital solo viven 38 mil niños, adolescentes y adultos que no se inscribieron ni fueron inscriptos automáticamente en el padrón.

Intentamos buscar una explicación en la hipótesis de que electores que se mudaron a ciudades vecinas de Central o a otras zonas del país siguen votando en Asunción, ya que al mudarse no comunicaron su cambio de domicilio.

Pero el dato es todavía más llamativo en Paraguarí.

Según el Censo Nacional, en el departamento viven poco más de 199 mil personas, pero fueron casi 192 mil las habilitadas para votar hace cuatro meses.

Allí, siempre según el cruce, solo existen 7 mil niños, adolescentes y adultos que no se inscribieron ni fueron inscriptos automáticamente en el padrón.

Solo 7 mil, frente a los casi 51 mil kits escolares que el Ministerio de Educación entregó en todo el departamento el año pasado.

Como fuere, que los padrones oficiales estén inflados o, lo que es peor, que el Censo oficial contenga estos gruesos errores, el caso es grave y serio, al tratarse de dos instituciones oficiales que manejan información altamente sensible.

Al hacer referencia al hipotético descenso de la población, el director del INE Iván Ojeda, apeló a la explicación de que hubo un gran éxodo paraguayo principalmente hacia España y Argentina entre el 2002 y 2008 y que además disminuyó el promedio de hijos por mujer, más allá de que aumentó notablemente la cantidad de viviendas en el país, que hoy son más de 2 millones 109 mil según el Censo.

Quien inmediatamente recogió la inquietud fue el nuevo ministro de Economía, Carlos Fernández Valdovinos, al anunciar que le gustaría hacer una revisión técnica de los números y del proceso de recolección de datos y estimaciones de los técnicos del INE.

Esto llevará a diseñar prácticamente un nuevo país, advertía el nuevo responsable del ministerio que fusiona las funciones de Hacienda, la Función Pública y la Secretaría Técnica de Planificación.

No es para menos, inmediatamente con esta nueva cifra oficial de población el Producto Interno Bruto por habitante se dispara en más del veinte por ciento y disminuye drásticamente la estimación de pobreza en el país, por citar solo dos de los aspectos de política económica que se modifican abruptamente.

El camino es una exhaustiva auditoria de toda la información recogida, para intentar restaurar el daño a la confianza y a la credibilidad de la información sobre la que deben proyectarse políticas públicas durante la próxima década.

guille@abc.com.py

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