Libren a los libros del cuento chino

En el Paraguay las licitaciones son fuente de riqueza cuando se trata de vender al Estado. Salvo excepciones, ellas reparten tajadas ya previstas en las ofertas. Donde hay licitación, hay sospecha. Por ejemplo, en la de MEC para adquirir materiales didácticos por unos 7,3 millones de dólares con fondos de Itaipú.

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Fue algo desembozado. Se hizo todo sin el menor recato y con el mayor sigilo. Los protagonistas: el Ministerio de Educación y Ciencias, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) e Itaipú.

Una provisión de 17 millones de volúmenes por alrededor de 7,3 millones de dólares, en un solo lote, para un solo proveedor (debía de haber un solo ganador), se finiquitó en 40 días desde el llamado.

Una cronología despierta desconfianza. El 18 de noviembre de 2025, el ministro de Educación informó que este año ya no habría licitaciones.

El 20 de noviembre se lanzó una licitación cuyos términos solo aparecieron en el portal de la OEI. No se recurrió a los conductos usuales que posibilitaran que todas las editoriales accedieran a la información.

Las empresas editoras se enteraron del llamado el 1 de diciembre, fecha de apertura de sobres. Y se presentó una sola oferta. Una editorial sabía del llamado. ¡Oh milagro!

El 4 de diciembre, las editoriales reunidas en la Cámara Paraguaya del Libro (CAPEL) y la Cámara del Libro de Asunción Paraguay (CLAP), acompañadas por la Academia de la Lengua Guaraní, entregaron una nota al MEC. Solicitaban la nulidad del procedimiento.

Era imposible que quien ganara (suponiéndose que la licitación fuera transparente) pudiera preparar 17 millones de volúmenes en tan corto plazo. Tampoco hubiera podido cumplir las especificaciones al no tener tiempo para ello. Además, tales condiciones tenían una rara ambigüedad: en parte se hablaba de cuadernillos didácticos y en parte de libros.

Se presume que todos los materiales solicitados aquí estaban ya preparados antes del llamado a “licitación”. Y que el dinero ya estaba dirigido por la Itaipú. No se puede investigar nada, la Dirección General de Contrataciones Públicas no puede intervenir, porque en medio está Itaipú, un intocable. Esta vez usaron de pantalla a la OEI.

El ministro debería sacarse de encima la ironía, que le queda como prótesis, y explicar por qué se actuó de tal modo que una sola editorial estuviera al tanto del llamado y todas las condiciones del pliego coincidieran con las características de la editorial que fue la “ganadora”.

Alguien debería controlar que finalmente se entreguen en realidad las 17 millones de unidades de material pedagógico (libros o cuadernillos) y que se los reparta en los centros públicos de enseñanza; que se respeten los derechos de las obras y que se respondan tantas preguntas sueltas.

Si no, esto quedará como otro cuento chino tal como los pupitres. Aquí hay ga$to encerrado, y en la encerrona están aprisionados el ministro y la OEI. De Itaipú, ya estamos curados de espanto en esto de gastos sospechosos. Ya ni los libros respetan.

nerifarina@gmail.com

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