El pensamiento crítico

La tarea actual del pensamiento crítico es devolver los debates a su ambiente natural, el de la inteligencia, escribe Montserrat Álvarez.

Max Horkheimer, "Teoría Crítica", Buenos Aires, Amorrortu, 1968
Max Horkheimer, "Teoría Crítica", Buenos Aires, Amorrortu, 1968

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La crítica, escribe Horkheimer, es el esfuerzo intelectual de «no aceptar sin reflexión y por simple hábito las ideas, los modos de actuar y las relaciones sociales dominantes» y de «investigar los fundamentos de las cosas» (Max Horkheimer: Teoría Crítica, Buenos Aires, Amorrortu, 1968, pp. 286-289).

El pensamiento crítico (¡valga la redundancia!) es un tema actual y en auge desde mediados del siglo XX en el mundo académico pese a ser tan viejo como el «Sapere aude» kantiano (y horaciano), o más, como el Órganon baconiano, o más, como el escepticismo de Hume, o más, como la extravagante y radical suspicacia cartesiana, o más, como la tipología aristotélica de los sofismas, o más, como la incómoda mayéutica socrática, o más, como la irreverencia de Jenófanes. Pero el auge actual del tema no carece de oportunidad y razón: en una sociedad de circulación virtualmente ilimitada de opiniones, su ausencia se hace evidente.

Quizá el primero que usó en un título la expresión fue Max Black en su libro de 1946 Critical Thinking. Otros hablaron de la «lógica informal», como Blair y Johnson, editores de la revista canadiense creada en 1978 Informal Logic Newsletter, que definieron en el primer número, por vía negativa, como «todo lo que no aparece en las páginas de The Journal of Symbolic Logic», y, por vía positiva, como «cuestiones teóricas y prácticas que surgen al examinar de cerca, y desde un punto de vista normativo, los razonamientos cotidianos de la gente».

Un esquema práctico del pensamiento crítico lo da Robert Ennis en Critical Thinking: What is it? Philosophy of education Society (2004):

-Evaluación de la credibilidad de las fuentes.

-Valoración de la coherencia de los argumentos.

-Elaboración de un punto de vista propio, y justificación.

-Formulación de proposiciones de aclaración pertinentes.

-Definición de términos en función del contexto.

-Formulación de conclusiones cuando la situación lo justifique, con cautela.

Pensar críticamente supone detectar falacias –propias y ajenas–, evaluar razonamientos y fuentes, analizar las nociones cuya certeza la sociedad –o uno mismo– da por sentadas y argumentar con fundamento al plantear tesis propias o debatir las ajenas. Los trols y haters de internet, por contraejemplo, lejos de evitar las falacias, recurren sistemáticamente a ellas. Se suele atacar irracionalmente al pensamiento crítico sobre todo cuando aborda temas ligados a pasiones primarias; ejemplos claros son los credos políticos o nacionalistas. El pensamiento crítico enfrenta presiones sociales que fuerzan la aceptación de nociones tenidas por indiscutibles, pues la característica del pensamiento crítico es la duda. De todo. Y eso indigna a muchos. Ya lo dijo el famoso vampiro Marius: «Muy pocos en el mundo buscan realmente conocer… al revés, tratan de hallar en lo desconocido las respuestas que ya han forjado en su mente; justificaciones, explicaciones, formas de consuelo sin las que no pueden continuar. Preguntar es abrir la puerta al huracán: la respuesta puede aniquilar al que pregunta» (Ann Rice: The Vampire Lestat, Nueva York, Ballantine Books, 1985). Ante estas fuerzas retrógradas, la tarea actual del pensamiento crítico es devolver los debates a su ambiente natural, el de la inteligencia.

montserrat.alvarez@abc.com.py

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