Jon Fosse, Premio Nobel, converso y exalcohólico

Adelantamos un fragmento de la novela de Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023, que se acaba de editar en castellano.

Jon Fosse (Foto: Tom A. Kolstad).
Jon Fosse (Foto: Tom A. Kolstad).

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Tenemos un nuevo Nobel, católico converso y exalcohólico, es decir, en principio, más original e interesante, menos aburrido de lo que temíamos. La Academia Sueca lo comunicó el jueves en rueda de prensa: el Premio Nobel de Literatura 2023 es para el noruego Jon Fosse. Nacido en el pequeño pueblo de Haugesund en 1959, Fosse afirma que el escritor que más lo ha influido es meister Eckhart. En 2012, dejó el alcohol y se convirtió al catolicismo. Se considera que su obra principal es Septología, soliloquio de unas mil páginas de un viejo pintor viudo. De Conatus y Nórdica acaban de coeditar su novela Mañana y tarde (Morgon og kveld, 2000), traducida al castellano por Kirsti Baggethun y Cristina Gómez-Baggethun. Adelantamos un fragmento de este libro que saldrá a la venta el 9 de octubre.

<i>Mañana y tarde</i> (Morgon og kveld, 2000)

[…] la hija le salió buena, piensa Olai, aunque luego dio la impresión de que Dios nuestro Señor no iba a darles más hijos, Marta no volvió a quedarse preñada y pasaron los años y poco a poco se fueron haciendo a la idea de que no tendrían más hijos, así es la cosa, es lo que nos ha tocado, se decían, y daban gracias a Dios nuestro Señor por haberles dado a Magda, porque sin ella la vida habría resultado algo triste allí en el Islote al que se fueron a vivir, y fue el propio Olai quien construyó las casas, con ayuda de sus hermanos y sus vecinos, desde luego, pero la mayoría la hizo él y cuando le pidió a Marta que se casara con él, ya había comprado el Islote, lo consiguió a buen precio, y luego se lo pensó todo muy bien, se pensó dónde construir la casa, que tenía que estar abrigada del viento y el temporal, y se pensó dónde poner el muelle y el cobertizo para el barco, no fueran a venirle luego diciendo, y lo primero que construyó fue el muelle, y lo hizo en una cala tranquila encarada hacia tierra, bien abrigada del viento y el temporal que acechan el Islote por el oeste, y luego construyó la vivienda, y quizá no le saliera muy grande ni muy bonita, pero sí lo suficiente, y ahora, ahora Marta por fin estaba pariéndole un hijo ahí en la alcoba, por fin iba a nacer el niño Johannes, porque eso era seguro, pensaba Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, y ojalá la cosa fuera bien, ojalá Marta pudiera parir al niño, traerlo al mundo, ojalá el niño Johannes no se atascara en el vientre de Marta y ojalá sobrevivieran tanto ella como el niño, ojalá no le pasara a Marta lo mismo que le pasó a su madre aquel día tan espantoso, no, eso no se puede ni pensar, piensa Olai, porque ¿acaso no han estado bien, Marta y Olai? quererse se quieren desde el primer día, piensa, pero ¿y ahora? ¿ahora va a perder a Marta? ¿tan mal le quiere Dios? no, claro que no, pero Olai siempre ha pensado que en este mundo manda Satanás tanto como manda el buen Dios, este mundo tiene que gobernarlo en gran medida un dios inferior, o el mismísimo Maligno, aunque tampoco del todo, porque el buen Dios anda también por aquí, así es la cosa, piensa Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, hasta ahora el buen Dios había venido a él, Olai tenía una buena vida, y con lo que él quería a su mujer y a su hija Magda, no tenía derecho a quejarse, claro que no, mientras tuvieran a Magda no podían quejarse de su suerte, más bien debían dar gracias a Dios nuestro Señor por habérsela concedido, así pensaban ellos, tanto Marta como él, pero resulta que un día a Marta empezó a crecerle el vientre y entonces vieron claro que Dios nuestro Señor iba a darles otro hijo y cuando ya no cabía ninguna duda, dieron gracias a Dios nuestro Señor por bendecirles con otro hijo y esta vez sería un varón, ahora nacería el pequeño Johannes, de eso Olai estaba bastante seguro, y ya habían llegado el día y el momento, solo que la cosa se alargaba y se alargaba, pensaba Olai, ante la mesa de la cocina con la cabeza entre las manos, ahora nacería un varón, eso seguro, lo que no estaba claro era si conseguiría llegar con vida a este mundo cruel, pues sí, eso era lo que se estaban jugando, pensaba Olai, pero si el niño naciera con vida, no cabría duda de cómo se llamaría, hacía ya mucho que Olai le había dicho a Marta que el niño que llevaba en el vientre se llamaría Johannes, por su padre, y ella no había puesto objeciones, porque era lo suyo, dijo Marta, que el niño se llamara Johannes como el padre de Olai, piensa Olai ¿y por qué estarán ahora tan calladas ahí en la alcoba? ¿se estará complicando la cosa? pero todo parecía ir bien cuando la vieja matrona Anna pasó por la cocina para coger más agua caliente, no, él no le notó a la vieja matrona Anna que la cosa fuera mal, no, piensa Olai, y enseguida se siente más sereno, la verdad es que de pronto se siente casi feliz, vaya, hay que ver cómo cambian las cosas, increíble, piensa Olai, y ahora un niño chico, el niño Johannes, verá la luz del mundo, porque el niño se ha hecho grande y fuerte en la oscuridad del cálido vientre de Marta, ha pasado de no ser nada de nada a ser una persona, una personita, pues sí, en el vientre de Marta le han salido dedos en las manos y dedos en los pies, y le ha salido cara, le han salido ojos y cerebro y quizá hasta algo de pelo, y ahora, mientras su madre Marta grita de dolor, el niño vendrá al frío de este mundo y aquí estará solo, separado de Marta, separado de todos los demás, estará solo aquí, siempre solo, y luego, cuando todo haya acabado, cuando llegue su hora, se descompondrá y volverá a la nada de la que salió, de la nada a la nada, ese es el curso de la vida, para las personas, los animales, los pájaros, los peces, las casas, las herramientas, para todo lo que existe, piensa Olai, aunque también es mucho más, piensa, porque aunque pueda pensarse así, de la nada a la nada, tampoco es que sea así, es mucho más que eso, pero ¿qué es todo lo demás? ¿el cielo azul? ¿los árboles que brotan? ¿el verbo que fue lo primero, como dicen las Escrituras, y que por la gracia nos da un entendimiento profundo? ¿qué es lo demás? ¿qué será? ¿quién puede decirlo? porque tiene que haber un espíritu de Dios que esté en todo y haga que las cosas sean algo más que una nada, que las transforme en sentido y en colores, y por tanto, piensa Olai, también las palabras y el espíritu de Dios deben de estar en todo, pues sí, seguro que es así, piensa Olai, aunque también está seguro de la existencia de una voluntad activa de Satanás, y lo que no tiene nada claro es si habrá más de lo uno o de lo otro […]

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