Historias perdidas del anarquismo paraguayo (I). El Pájaro Negro y el DeLorean

El Suplemento Cultural aborda la casi desconocida historia del anarquismo en Paraguay dando inicio a la nueva serie «Historias perdidas del anarquismo paraguayo», de Mariano Montero, con esta primera entrega sobre el misterioso atentado de 1916 contra Leopoldo Ramos Giménez.

Ramos Giménez en la portada de "Alas y sombras" (1919)
Ramos Giménez en la portada de "Alas y sombras" (1919)

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Uno de los episodios nunca aclarados de la historia del anarquismo paraguayo fue el atentado sufrido por la joven promesa del movimiento, Leopoldo Ramos Giménez, el 5 de julio de 1916 en Asunción.

Lo que sabemos –detallado en las dos obras de referencia del movimiento obrero paraguayo (1)– es que, tras meses de ser el principal impulsor de una campaña de denuncia de las condiciones inhumanas de trabajo de los mensúes en los yerbales paraguayos, y considerado en ese momento por sus contemporáneos como el sucesor de Rafael Barrett en cuanto ideólogo del anarquismo paraguayo, Ramos Giménez fue abordado por un sujeto sobre la calle Paraguarí (otros medios señalan Escalada, actual México), esquina Río Apa (actual Manduvirá), quien forcejeó con la víctima y efectuó disparos que dieron en el abdomen de Ramos Giménez.

En los textos especializados solo se menciona este episodio unido a un anterior atentado contra Libre Jara, otro referente del anarcosindicalismo, como una forma de significar que los propietarios de las empresas denunciadas como explotadoras –tal el caso de la Industrial Paraguaya– habían pasado a la ofensiva concreta sobre los cuerpos físicos de los líderes obreros. Sin embargo, ni Francisco Gaona, ni Milda Rivarola ahondan en cómo prosiguió la investigación sobre este caso ¿Quién fue el brazo ejecutor del atentado? Allí vamos.

El hecho tuvo una amplia cobertura en las páginas de la prensa de la época, como en La Tribuna o El Nacional. A los dos días de producido el atentado, organizaciones obreras –como el Comité Primero de Mayo– condenaron públicamente el hecho y organizaron una manifestación en la Plaza Independencia. En aquel acto hablaron Ignacio Núñez Soler, referente del anarcosindicalismo, quien acusó a los comerciantes yerbateros del atentado. Luego lo hizo el socialista Rufino Recalde Milesi y le siguió el estudiante Robustiano Vera. Dos semanas después, la prensa dio a conocer que se había detenido a un obrero panadero llamado Basilio Gómez, alias «Pájaro Negro», como principal sospechoso de haber cometido el atentado.

El prontuario policial de Basilio Gómez –conservado en el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos– nos ofrece algunos datos sobre él: habría nacido en Villa Concepción el 15 de abril de 1886, hijo de Marcelino González y de Marcela Gómez. Apodado «Pájaro Negro», de oficio panadero, era un habitué de las comisarías de Asunción. Entre 1906 y 1934 registró 18 entradas por “ebriedad y desorden”.

Con respecto a su arresto, desde la prensa se informó: «fue detenido Basilio Gómez, “el pajarraco”, quien tenía en su poder un revólver calibre 44». Las informaciones que comenzaron a darse a conocer en la prensa sobre Gómez llevarían a especular sobre la posibilidad de que hubiera sido un elemento infiltrado en los círculos obreros anarcosindicalistas, especialmente por su pasado como empleado en la oficina técnica de Investigaciones en 1914. A lo anterior se sumaron testimonios de obreros que afirmaron que a Gómez se lo vio los últimos días de abril frecuentando locales obreros y presentándose como «Pájaro Negro» o «Pajarraco», pero sin decir su nombre, preguntando insistentemente por Ramos Giménez. Las crónicas agregan que «Gómez era mal visto por la familia obrera», y que luego del atentado desapareció de esos círculos en donde preguntaba por su futura víctima.

Gómez se negó repetidas veces a firmar sus declaraciones, y se estima que hacia marzo de 1917 fue liberado por falta de pruebas. Nunca se aclaró quién o quiénes fueron los responsables del atentado. Las constantes entradas a las comisarías de Gómez pueden llevar a especular que las autoridades policiales hayan querido utilizarlo como «perejil»; pero por sus antecedentes también se lo puede considerar un infiltrado.

Foto del prontuario policial de Gómez de 1932 (Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, Asunción, Paraguay)
Foto del prontuario policial de Gómez de 1932 (Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, Asunción, Paraguay)

Pasados casi 16 años, Gómez reaparece en las fuentes; por ejemplo, en un documento de noviembre de 1933 confeccionado por el Departamento de Orden Social de la Policía de Asunción, en donde se informa que se lo detuvo luego de que subiera a un micro de pasajeros y expresara en voz alta opiniones contra la Guerra del Chaco (1932-1935), momento en que un oficial que se encontraba en el micro lo detuvo por «anti-paraguayista». En el informe se detalló: «Gómez se expresa en términos impropios, haciendo manifestaciones de hostilidad para la causa nacional»; y se lo acusa de haber dicho que «todas las noticias que se daban al público eran falsas (…) que todo esto no es guerra, sino un comercio, pues los ricos no van al frente porque compran sus pases». Cinco meses después, en mayo de 1934, a la edad de 50 años, fue deportado a Clorinda, Formosa (Argentina), siendo esta la última noticia que se tiene de él.

En cuanto a la víctima, luego de recuperarse de sus heridas, fue uno de los principales fundadores del Centro Obrero Regional del Paraguay (CORP), la nueva central obrera anarcosindicalista heredera de la Federación Obrera Regional Paraguaya (FORP). Parecía que el Paraguay había encontrado al sucesor de Barrett. Sin embargo, el ímpetu libertario le duró lo mismo que su adolescencia. Solo cuatro años después, en 1920, ya había virado a posiciones netamente nacionalistas, y entre 1920 y 1954 se desempeñó como un intelectual orgánico de la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado, además de un intelectual de Itamaraty. Su tercera y última etapa fue como intelectual al servicio del régimen estronista (1954-1989), convirtiéndose en uno de los historiadores «nacionales» que ayudaron a construir la matriz disciplinaria de la historia según el estronismo.

El interrogante que une a Ramos Giménez con Gómez permanecerá abierto. ¿Fue Gómez un infiltrado en el movimiento anarcosindicalista? ¿Un sicario de la Industrial Paraguaya? ¿Fue solo un «perejil»? ¿O viajó en el DeLorean a la década del sesenta y volvió convencido de que había que hacer algo con el futuro traidor?

Notas

(1) Francisco Gaona, Introducción a la Historia Gremial y Social del Paraguay. Tomo II, Asunción, Arandurã, 2008; Milda Rivarola, Obreros, utopías y revoluciones. Formación de las clases trabajadoras en el Paraguay liberal (1870-1931). Asunción, CDE, 1993.

Fuentes hemerográficas

«Ecos del atentado criminal», El Nacional, 7 de julio de 1916.

«Policía. Detención del autor del atentado a Ramos Giménez», La Tribuna, 20 de julio de 1916.

«Antecedentes del presunto autor del hecho», La Tribuna, 21 de julio de 1916.

«Gómez buscaba antes del atentado al director de Prometeo», La Tribuna, 22 de julio de 1916.

«Otra grave contradicción de Gómez», La Tribuna, 24 de julio de 1916.

*Mariano Damián Montero es investigador y profesor de historia por la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado los libros Agapito Valiente. Stroessner kyhyjeha (2019) y Obras completas de Lincoln Silva (2021) y colabora habitualmente con revistas y diarios de Argentina, Paraguay y otros países.

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