Historias perdidas del anarquismo paraguayo (V). El caso de Emilio Goltz y el paradigma indiciario

La entrega de hoy de esta sorprendente serie histórica en la que el investigador Mariano Montero sigue detectivescamente el rastro de la casi desconocida historia del anarquismo en Paraguay rescata del olvido la enigmática figura del panadero alemán Emilio Goltz Bernat.

Mon Tzé: "Fantasma del anarquista Emilio Goltz", 2024 (dibujo basado en un recorte de la prensa argentina de 1915)
Mon Tzé: "Fantasma del anarquista Emilio Goltz", 2024 (dibujo basado en un recorte de la prensa argentina de 1915)

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Una de las expresiones de lo poco que se ha investigado sobre el anarquismo paraguayo es la aparente inexistencia de corrientes internas diferenciables. Se nos habla de Rafael Barrett hasta 1911, de Leopoldo Ramos Giménez y el grupo Prometeo, de la FORP y del CORP, para después pasar mágicamente a la Toma de Encarnación en 1931. La sensación es que entre 1916 y 1930 hubo «anarquistas» o «anarcosindicalistas» y punto. No tenemos referencias sobre la existencia de corrientes anarcobolcheviques –anarquistas que entre 1917 y 1921 apoyaron la experiencia soviética– o anarquistas expropiadores, como en la Argentina, por ejemplo.

El anarquismo paraguayo, ante la inexistencia de fuentes disponibles para dilucidar esta cuestión, le plantea al investigador un desafío fundamental: ¿cómo reconstruir esa experiencia militante sin fuentes disponibles, o con muy pocas? Una opción es centrarse en datos poco relevantes o que pasan inadvertidos, o, en palabras de Freud –inspirado en la obra plástica de Giovanni Morelli y citado por Carlo Ginzburg–, en «los detritos y desechos de nuestra observación» (1). La idea del «paradigma indiciario», impulsada por Ginzburg a fines de los ochenta, propone algo parecido. Si no podemos recrear o representar ciertos aspectos del pasado, podemos intentar inferirlos desde sus efectos, como un «cazador agazapado en el fango que escruta las huellas de la presa» (2). El resultado de esta operación seguramente no serán conclusiones irrefutables, pero sí hipótesis plausibles o probables. Luego de esta apretada introducción, a lo nuestro.

En su libro publicado en 1982, el reconocido dirigente anarcosindicalista Ciriaco Duarte confesó que su compañero de ideas Juan Deilla le comentó que en muchas oportunidades en que no había fondos para imprimir y distribuir el periódico El Combate (1916-1920), editado por el Centro Obrero Regional del Paraguay (CORP), de tendencia anarcosindicalista, un inmigrante alemán llamado Emilio Goltz los conseguía, permitiendo la salida regular del mismo: «los dioses sabrían de dónde sacaba el dinero para cubrir los déficit de nuestro periódico; lo que sí, solo pedía 24 horas de tiempo y salvaba la situación» (3). Este es el descarte, el desecho, el detrito, lo que nadie recuerda del libro de Duarte, y será nuestro punto de partida para conocer el itinerario de Goltz.

Emilio Goltz Bernat nació en 1889 en la ciudad de Kiel, provincia de Schleswig-Holstein, Alemania, y se desconoce en qué momento emigró hacia la región del Río de la Plata. De oficio panadero, en junio de 1915 su nombre apareció en los principales medios de prensa de Montevideo y la región por haber sido detenido junto con Constante Rebagliatti, acusados de querer colocar una bomba en una panadería de la calle Colonia al 950, cuyo propietario, Pedro Ducombs, tenía conflictos con sus empleados, situación que nos recuerda el caso Turlan en Asunción (véase la entrega II de esta serie).

En la prensa obrera, como La Protesta (Buenos Aires), se publicó un descargo de Goltz y Rebagliatti en el que estos denunciaron haber sido torturados en la sede de Investigaciones de la Policía de Montevideo, negando que la bomba secuestrada fuera suya. Durante toda la segunda mitad de 1915, mientras Goltz y Rebagliatti seguían en prisión, desde La Batalla (Montevideo) y La Protesta (Buenos Aires) se llevó a cabo una campaña de denuncia sobre el caso, reclamando la liberación de ambos.

En una de aquellas notas, escrita por Samuel Blois, se afirma que Goltz y Rebagliatti fueron detenidos el 11 de julio y que recién el 24 se dio a conocer la noticia, lo que abona la hipótesis de que sufrieron tortura ya que esa ventana de dos semanas entre la detención y la aparición de la noticia pudo servir para que desaparecieran las marcas físicas. En noviembre de 1915, el fiscal de la causa solicitó la pena de 16 meses de prisión, pero, finalmente, en enero de 1916 fueron liberados por el juez.

No existen documentos ni testimonios que expliquen el paso de Goltz de Uruguay a Paraguay, pero seguramente se debió a este episodio, en el que fue marcado por la policía uruguaya. Lo que sí sabemos es que llegó al Paraguay entre 1916 y 1917, y, por el testimonio de Juan Deilla, mediado por Ciriaco Duarte, que se convirtió en uno de los principales financiadores del periódico anarcosindicalista El Combate (1916-1920).

Duarte, en las escasas nueve líneas que le dedica en su libro, nada refiere de este episodio en Montevideo, y solo agrega que a Goltz se lo vio por última vez en 1947 en la ciudad de Coronel Bogado, Itapúa, sur del Paraguay, durante la guerra civil de aquel año, y que no volvieron a tener noticias de él.

¿Qué podemos sacar en limpio de esto? Primero, que ahora sabemos un poco más sobre la figura de aquel inmigrante alemán, pero lo fundamental es aquella expresión de Deilla, citada por Duarte, sobre la manera mágica en que Goltz lograba conseguir el dinero necesario para la salida de El Combate, expresión que dejaría abierta la posibilidad de especular acerca de si nuestro biografiado realizaba actos de expropiación, práctica que se inició en Buenos Aires hacia 1919, como relata Osvaldo Bayer en su obra sobre los anarquistas expropiadores.

¿Qué tipo de texto es este sobre informaciones escasas e hipótesis plausibles y verosímiles, pero no probadas? Lo considero un ejercicio de investigación libre, con las vigas a la vista. Sí, alguno objetará que Goltz podía recurrir rápidamente a un prestamista. Pero a mí me gusta pensar como el detective Erik Lönnrot, personaje del cuento de Borges «La muerte y la brújula» (Artificios, 1941), para quien la realidad no tenía la menor obligación de ser interesante, pero las hipótesis sí.

Notas

(1) Ginzburg, Carlo. «Indicios. Raíces de un paradigma de interferencias indiciales». En: C. Ginzburg, Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia. Barcelona: Gedisa, 2008, p. 101.

(2) Ginzburg, op. cit., p. 112.

(3) Duarte, Ciriaco. El sindicalismo libre en el Paraguay. Asunción: R. Peroni, 1987, p. 213.

(4) Borges, Jorge Luis. «La muerte y la brújula». En: J. L. Borges, Ficciones, Buenos Aires, Emecé, 1988 [1944].

Fuentes hemerográficas

«De Montevideo. Atentado que fracasa», Caras y Caretas, No. 874, 3 de julio de 1915, Buenos Aires.

«Desde el Uruguay. El cuento del terrorismo», La Protesta, año XIX, No. 2585, 29 de junio de 1915, Buenos Aires.

«La policía de Investigaciones de Montevideo. Secuestradora y torturadora de obreros», La Protesta, año XIX, No. 2604, 21 de julio de 1915, Buenos Aires.

*Mariano Damián Montero es profesor de historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador y autor de artículos sobre historia reciente del Paraguay publicados en diversos países, así como de los libros Agapito Valiente. Stroessner kyhyjeha (Editorial Arandurã, 2019) y Obras completas de Lincoln Silva (Editorial Arandurã, 2021).

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