“El falso milagro económico de Bolivia se terminó”, afirma el expresidente Carlos Mesa Gisbert

El expresidente de Bolivia Carlos Mesa Gisbert (2003-2005) consideró que la integración regional “no debe estar condicionada por la política ideológica” y que se debe “diferenciar a los países que respetan la democracia de los que no”. Durante una reciente visita a Paraguay, describió el contexto político y económico de su país bajo la influencia del exmandatario Evo Morales.

El expresidente de Bolivia, Carlos Mesa (i), el actual jefe de Estado, Luis Arce (d), y más al fondo el exmandatario Evo Morales.   (AFP, ARCHIVO)
El expresidente de Bolivia, Carlos Mesa (i), el actual jefe de Estado, Luis Arce (d), y más al fondo el exmandatario Evo Morales. (AFP, ARCHIVO)AIZAR RALDES RONALDO SCHEMIDT

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¿Cuál es la región a la aspiramos?

-Una región en la que democracia se practique de verdad, y eso implica decir las cosas por su nombre. Hay necesidad de reconstruir instituciones que están siendo desmanteladas en nuestros países y diferenciar países que respetan la democracia y cuáles no la respetan.

Hay necesidad de establecer una lógica de participación más activa de la ciudadanía y que se entienda que la democracia es un método y un modo de vida, no necesariamente la panacea universal de la justicia y la equidad, que tiene que construirse en una combinación entre derechos y deberes.

¿Cuáles son los principales retos que afronta América Latina?

-Fundamentalmente la institucionalidad. El concepto de que la institución no es la persona, sino una estructura que se construye en diferentes ámbitos basada en la independencia de los poderes. Que el poder Ejecutivo respete al Legislativo y Judicial. Que el poder electoral sea creíble y transparente.

Y que tengamos una ruta común, que está en veremos, de construcción de integración regional y que ésta no esté condicionada por la política ideológica. Por ejemplo, ¿si sos de izquierda no podés formar parte de mi grupo’ o “si sos de derecha no te acepto como parte de esta integración’... Es decir, necesitamos la desideologización.

En ese contexto. ¿Cuánto pesan las ideologías para frenar la integración regional?

-Demasiado, porque eso las convierte en excluyentes. Y eso tiene que ver con la necesidad de respetar el modelo que cada país escoja.

Un país puede optar por un modelo más estatista, mixta o más liberal, pero eso no puede ser un elemento de freno para establecer aspectos de acuerdo en aquellos objetivos económicos-sociales e integraciones en general, como el tránsito libre de personas, por ejemplo, que sean vulnerados o bloqueados por cuestiones de ideas.

¿Cómo está hoy Bolivia?

-Estamos en un momento complejo porque la bonanza económica de la administración del presidente Evo Morales (...) se terminó y el falso milagro económico no ha funcionado como se esperaba. El país está dejando de ser un productor de gas.

Hubo una falsa nacionalización, no hizo exploración y no estableció un equilibrio entre lo que se vendía y lo que se requería internamente. Bolvia es un país demasiado dependiente del extractivismo y el rentismo.

En el momento en que Argentina deja de comprarle gas a Bolivia en los últimos días está generando una grave crisis. Nos hemos vuelto un importador de hidrocarburos tanto de gasolina como diésel y éso es perjudicial para el ámbito económico.

El paso al litio todavía va a tardar mucho. (Nota la Redacción: Bolivia posee una de las mayores reservas del mineral considerado “oro blanco”, por su uso en el ámbito del desarrollo tecnológico)

En lo político se ha producido una tensión interna en el partido de Gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS, fundado por Evo Morales).

Hay un enfrentamiento entre el presidente Luis Arce y Morales, lo que está distorcionando los equilibrios internos.

Adicionalmente, hay dificultades para conseguir dólares. Digamos que hay unos indicadores de subida de precios y crisis económicas que son preocupantes.

¿Existe el respeto a las libertades fundamentales en Bolivia?

-Muy mal. Diría que es el elemento más perverso del proceso de gobierno que ha continuado el presidente (Luis) Arce igual que (Evo) Morales.

Está presa la expresidenta Jeanine Áñez, quien está siendo acusada fálsamente de un golpe de Estado que nunca existió. Está preso por la misma razón el gobernador (opositor) de la región de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, quien fue electo por voto popular.

Un excandidato a vicepresidente y exministros de Estado, así como varios exjefes militares y policiales.

Además, hay más de 180 políticos detenidos y más de un centenar de personas que tuvieron que salir de Bolivia perseguidos por presunta corrupción o terrorismo con formas penales que son inaceptables porque el poder Judicial y el Ministerio Público están completamente a merced del poder político actual del país.

¿Y la libertad de expresión?

-Formalmente se podría decir que el Gobierno te contará la historia de que hay libertad de expresión.

Pero en los hechos, el Gobierno tiene mecanismos para frenarla a través de cero publicidad estatal, una discriminación en función de cierres de un medios de comunicación afín al Gobierno o no lo eres.

Hace poco cerró uno de los medios de comunicación más importantes de la ciudad de La Paz, Página Siete, atosigado por la presión política y económica, por la falta de publicidad; y la persecución de investigaciones de carácter impositivo de determinada naturaleza. En ese contexto, diría que el escenario no es promisorio.

¿Cómo ve el acercamiento de su país con países como Rusia o Irán? ¿Le preocupa?

-Definitivamente. El Gobierno del expresidente Morales expulsó al embajador de Estados Unidos en Bolivia a título de acusarlo de intromisión en asuntos internos del país. Ha pasado de un extremo al otro.

Podríamos debatir sobre algunos excesos de la política estadounidense para con Bolivia en los años 90, pero el alineamiento con Rusia, China, Irán y Siria, pero sobre todo también con Venezuela y Cuba que son dos países completamente autoritarios y dictatoriales muestra que no hay tal independencia ni autonomía de decisión.

La participación de personalidades cubanas y venezolanas en mecanismos de seguridad e inteligencia en el interior de Bolivia, pero además un alineamiento ciego sin un sentido real y práctico de los intereses de Bolivia con esos países.

El caso de China es un poco particular por la naturaleza de su importancia internacional, pero en el caso de Rusia –en una guerra de agresión contra Ucrania- mi país ciegamente se alinea con Rusia y no hace una constancia de lo que representa la vulneración de derechos que se viven en esos países.

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