Día del libro paraguayo

Se memora hoy el Día del Libro Paraguayo en recordación de Ruy Díaz de Guzmán que el 25 de junio de 1662 terminó de escribir “Anales del descubrimiento, población y conquistas del Río de la Plata”, más conocido como “La Argentina”. Fue el primer libro escrito por un paraguayo.

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Guzmán nació en Asunción entre 1558 y 1560. Falleció en la misma ciudad el 17 de junio de 1629. Fue hijo de Alonso Riquelme y de Úrsula de Irala, hija de Domingo Martínez de Irala y de la india Leonor, cuyo nombre y el de su ilustre nieto prestigian dos espacios del centro cultural la Manzana de La Rivera. Fueron otros de los aciertos de Carlos Colombino a cuyas gestiones, con Augusto Roa Bastos, se debe la salvación de la manzana donde se había proyectado construir una plaza.

En 1980 el ministerio de Educación resolvió que el 25 de junio fuera el Día del libro paraguayo con la intención, a más de recordar a Ruy Díaz de Guzmán, de promocionar la lectura en todos los niveles de la sociedad.

Vargas Llosa escribió: “Las buenas lecturas no sólo producen felicidad; enseñan a hablar bien, a pensar con audacia, a fantasear, y crean ciudadanos críticos, recelosos de las mentiras oficiales de ese arte supremo del mentir que es la política. La vida que no vivimos podemos soñarla, leer los buenos libros es otra manera de vivir, más libre, más bella, más auténtica. Esa vida alternativa tiene, además, la suerte de estar fuera del alcance de las plagas demoníacas que aterraron siempre a los seres humanos porque en ellas veían a los diablos, que, a diferencia de los enemigos de carne y hueso, eran difíciles de derrotar”.

Desde hace un tiempo al libro con soporte de papel le persigue la versión de que está llegando a su fin. Para estar en este momento, el libro ha superado increíbles períodos: tablillas, rollos de papiro, pergaminos, hasta llegar al papel y luego saltar a la imprenta. Con la invención de Gutenberg, en el siglo XV, hubo un cambio revolucionario con el libro al alcance de quienes lo quisieran tenerlo. Se imprimieron obras que serían inmortales por su alcance literario, religioso, filosófico, etc, que cambiaron la relación entre los seres humanos, camino hacia una vida mejor.

Frente a los avances culturales hubo igualmente enormes retrocesos o impedimentos para seguir adelante. También nuestro país fue víctima de terribles obstáculos en su intento por salir de sus limitaciones que le venían de los tiempos coloniales. Ante la ya antigua necesidad de Asunción, el gobernador Hernandarias en el siglo XVII solicitó al rey una universidad que permitiera a los jóvenes construir su futuro y el de la ciudad. La respuesta del rey fue cruel: autorizará la actividad universitaria pero con fondos de la Provincia. Y la Provincia no tenía un centavo, nada que se pareciese al oro, salvo el sol inclemente.

Con la independencia no fue mejor para la educación y la cultura. El respetado historiador, Fulgencio R. Moreno, en su libro “La ciudad de Asunción”, nos cuenta que en tiempos del dictador Francia, con la clausura del Colegio de San Carlos “restablecido por la junta, desapareció el único establecimiento de esa índole existente en el país. Las bibliotecas de los conventos y las escasas bibliotecas particulares, se convirtieron en fábricas de naipes, utilizándose para ese efecto las hojas de los libros, por falta de papel. Y así se inutilizaron inmensas cantidades de libros, muchos de ellos quizás de mérito subido. Y como no hay noticias, ni es creíble que aquel período se introdujeran otros libros o papeles impresos que los que recibía el dictador, puede decirse que la distinción entre alfabetos y analfabetos tenía en aquel tiempo una importancia muy escasa”

En fin, feliz día del libro paraguayo.

alcibiades@abc.com.py

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