“Desprolijidades” del cartismo

Se reunió en Mburuvicha Roga, el pasado jueves 9, la cúpula de Honor Colorado con el presidente Peña. Fue para considerar la serie de desatinos que dicho movimiento venía cometiendo contra el país, el gobierno y el Partido. La reacción ciudadana hizo que el cartismo hiciera, por lo menos, un balance de sus actos.

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Nadie de los presentes en dicha reunión ha querido hablar sobre ella hasta que al día siguiente el titular del Congreso, Silvio Ovelar, confirmó que se trató las reculadas que se venían dando acerca de los hechos que indignaban a la opinión pública; hechos que según Ovelar eran “desprolijidades”.

Según el diccionario, desprolijo se refiere a “asuntos, generalmente públicos, con descuido de lo formal/poco esmerado”. Por su formación académica, es impensable que Ovelar eligiera una palabra al azar, con desconocimiento de su significado. La escogió para minimizar acontecimientos muy graves en lo político, social, judicial, económico. No fueron “descuido de lo formal” ni “poco esmerado” estos hechos, entre otros:

El asalto trágico al vehículo de Prosegur. Días antes del robo, que se saldó con la vida de un guardia privado, un documento policial avisó al ministerio de Justicia que en la cárcel de Camby Retá, Itapúa, se diseñaba un plan de atraco.

Preguntado el viceministro de Política Criminal, Rodrigo Nicora, respondió que la alerta policial se presentó al ministerio de “manera informal” por lo que no se le dio curso. ¿Cómo habría que avisarle al ministerio de Justicia que en las cárceles se diseñan asaltos? ¿En papel sellado, con firma autenticada y el comprobante de mesa de entrada? Esta “desprolijidad” nos remite a otra en el ámbito del ministerio de Justicia, como el hecho inédito de que en la cárcel de Tacumbú mandan los presos. Ante el reclamo ciudadano, el ministro Angel Ramón Barchini sale a culpar a la prensa de su mala gestión. Para atenuarla, se victimiza queriéndonos hacer creer que “trabaja 17 horas al día”. La ciudadanía le agradecerá que “trabaje” menos pero con mejores resultados.

Secretaría de Políticas Linguísticas. El presidente de la República había denunciado que fue víctima de la extorsión de los parlamentarios para que les subiera el salario –dieta- en cinco millones de guaraníes a cada diputado y senador. Y de paso, también un aumento al Ejecutivo. El escándalo que causó este anuncio motivó que el cartismo y sus satélites recularan en sus pretensiones.

Mientras se diseñaba el plan de aumentazo también se pensaba en reducir –para ahorrar dinero- la Secretaría de Políticas Lingüísticas a una oficina de la Secretaría Nacional de Cultura. O sea, precipitar su extinción, pues cada año se le reduce su presupuesto. Entre sus funciones, la Secretaría de Políticas Lingüísticas tiene la de “establecer las medidas adecuadas para promover y garantizar el uso de las lenguas indígenas del Paraguay y asegurar el respeto a la comunicación visogestual o lengua de señas”. No es una “desprolijidad” el intento de reducir a escombros una institución clave de nuestra identidad como nación. Es de desear que también en este proyecto recule el cartismo aunque dudamos de su capacidad para entender los beneficios del arte y la cultura.

Donación de la Unión Europea. La mayor “desprolijidad” dieron los cartistas con el acuerdo de donación de la Unión Europea para la educación. Lo utilizaron como tema principal –junto con el de “vamos a estar mejor”- en la campaña proselitista para ganar votos de los incautos que creyeron en la versión alarmista de que el acuerdo convertiría a los niños y las niñas en homosexuales y lesbianas.

Después de ganar las elecciones, los cartistas enterraron el acuerdo.

Quedan todavía cinco años para consumar más “desprolijidades”. Veremos si el país sigue con el aguante.

alcibiades@abc.com.py

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