Rivas y Lincoln, ¡qué coincidencia!

No conozco personalmente al senador Hernán Rivas, pero leí todo lo publicado sobre su persona y creo estar en condiciones de compararlo con Abraham Lincoln. Luego de leer el libro “Lincoln, el Desconocido” no resistí la tentación de hacer un paralelismo entre ambos.

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La abuela de Lincoln aprendió, de adulta, a leer y escribir, y tuvo un bebé del maestro que la enseñó, en la época (1781) que existía en EE.UU. el delito de fornicación, del cual fue acusada a raíz de que la señora un día tuvo las agallas de ir a misa con el hijo en brazo, lo que bastó para que las “mujeres buenas” de la congregación pidieran que “alejaran de ahí a esa perra”.

Tampoco conozco a la familia del senador Rivas, pero según sus propias expresiones es gente acostumbrada a los gastos fáciles y abundantes. Según su declaración de bienes –que los tiene, a pesar de sus varios males- le adeudan más de un millón de dólares, y ¿quiénes son sus deudores?: su padre, esposa, hermanos y cuñados.

Sucedió también con la familia Lincoln. Su bisabuelo “entregó” a su abuela Lucy Hanks a un plantador que llegó hasta el rancho, con piso de tierra, para llevarse a Lucy como criada de chacra de su plantación. Tomás Lincoln, su padre, era “un inútil que iba de un lugar a otro, aceptando cualquier trabajo, cuando tenía hambre”. No sé cómo habrán sido los Rivas, pero todo parece indicar que en este caso el hijo se hizo cargo de todas las necesidades de la familia y anotó en una libreta la cuenta: un millón de dólares, que no sabemos de dónde los sacó, ya que no tiene un solo caso como abogado en los tribunales.

Lucy Hanks se casó, limpió su nombre de “fornicadora” y tuvo ocho hijos. Uno de sus nietos, hijo de su hija “ilegítima”, llegó a ser presidente de los EE.UU. Era Abraham Lincoln. En Paraguay, Hernán Rivas, sin necesidad de limpiar su nombre de falsificador de títulos y sin honrar las deudas de por lo menos las seis demandas judiciales que posee, llegó a ser también presidente, pero del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM).

En el crudo invierno de 1809, nació Lincoln en un lecho de estacas. Afuera el “viento de febrero empujaba a la nieve por las grietas de los troncos y la hacía penetrar en la piel de oso que cubría a Nancy Hanks y su hijo. Ella murió a los 35 años, agotada por el esfuerzo, algo que al mirar las redes sociales no se nota en la familia Rivas. No tuvo servicios religiosos y hasta hoy no se sabe el lugar exacto de su sepultura en el bosque. Abraham sobrevivió al trueque del rancho que hizo el padre por unos galones de whisky y pasó a vivir “como perro” en los desolados bosques de Indiana. Soportó la pobreza más tremenda que los millares de esclavos, a quienes debía liberar un día.

A los quince años, Lincoln leía con dificultad el alfabeto y no sabía escribir. Rivas lee y escribe, aunque existen dudas de que entienda lo que lee. Abraham le tomó el gusto a la lectura y a la escritura luego de asistir a la escuela, que era una cabaña en el bosque, no como el colegio top del hijo de “trato apuá” y menos de la facultad de Derecho de Rivas, que nadie conoce. Trabajó 3 días para pagar un libro que destruyó, problema que no tiene Rivas, que nunca leyó un libro.

Para aprender, Lincoln iba a pie (25 km) hasta el tribunal donde escuchaba argumentar a los abogados y solía dejar de lado la azada y horquilla para repetir las alocuciones que escuchó. No sé si Rivas conoce lo que es una pala y azada ni se si fue a los tribunales, pero se lo ve mirar a los costados y escuchar a los funcionarios que los asiste sobre lo que debe decir como titular del JEM.

Lincoln reconoció como verdad lo que decían de él los agricultores que lo contrataban. “Era horriblemente perezoso”. Rivas nunca lo reconoció. Lincoln perdió elecciones, Rivas ninguna. Perdió su trabajo, Rivas inventó varios en el Estado para su familia. Fracasó en los negocios, Rivas hizo de la política buen negocio. Sufrió depresión nerviosa, mientras a Rivas no se le mueve un pelo frente al escándalo de su título falso.

Lincoln llegó a ser el primer presidente republicano “perseverando ante la adversidad y manteniendo con firmeza sus ideales más allá de los obstáculos”. Rivas también es republicano, pero nunca levantó el brazo para votar sin permiso del patrón, porque dijo: “adoro a Cartes”. Es suficiente, verdad?

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