Es un pensamiento atribuido al filósofo y teólogo francés Blas Pascal, conocido por su análisis de temas religiosos y filosóficos desde la óptica de la fe, la idea de que el hombre tiene ilusiones similares a las alas de un pájaro, y que son éstas las que lo sostienen en su diario trajinar.
Son las ilusiones el motor de la conducta, aquellas que nos empujan a alcanzar la cima, aunque a veces nos sintamos un poco como Sísifos empujando las piedras de la realidad.
Siendo así las cosas, y apelando al pensamiento mágico desde un optimismo que puede ser calificado como ingenuo y/o estúpido, uno se siente tentado a expresar ciertos deseos.
Que el 2026 sea un año en el que la campaña proselitista no afecte la vida de los ciudadanos, sin pactos y traiciones que incidan en nombramientos, contratos y adjudicaciones para sellar alianzas electorales, afectando al presupuesto público. Un año en el que se candidaten buenas personas para ocupar las intendencias y concejalías en todo el país, poniendo al ciudadano como centro de sus planes de gobierno.
Un año en el que se sienta la reforma del transporte público, con colectivos modernos, seguros, limpios y previsibles. Con respeto al pasajero y una política clara de subsidios para tener planificación y proyecciones sobre el sistema de transporte público.
Una reforma que no solo se concentre en el área metropolitana, sino que abarque a todo el país por considerarlo como un servicio imprescindible y fundamental en la calidad de vida de los ciudadanos.
Un año en el que se presente un plan de reforma racional de la caja fiscal, con un sistema justo de jubilaciones y pensiones que no termine devorándose más de 300 millones de dólares anuales, suma que va creciendo exponencialmente.
Un año en el que la ANDE no hable de la necesidad de un reajuste de tarifas porque recibirá inversiones prioritariamente con el dinero, cada vez menor, que Paraguay recibe de Argentina y Brasil por la cesión de energía.
Un año en el que todos los accesos a la función pública sean por concurso de méritos, competencias y aptitudes, y no por recomendaciones ni parentescos que llenan al Estado de nepos.
Un año en el que el presidente y los consejeros del IPS no activen las alertas de jubilados y asegurados por la claridad de las colocaciones que realizan con el dinero de los aportantes para obtener las mejores condiciones de rentabilidad y seguridad.
Un año en el que se combata también la delincuencia, reprimiendo a quienes cometen robos, hurtos, asaltos y hasta homicidios para despojar a alguien de lo que legítimamente le pertenece, y se mande presos también a los reducidores que siguen financiando estos crímenes cuando compran y venden la mercadería robada.
Un año en el que el narcotráfico también sea enfrentado con fuerza desde todos los niveles, condenando judicial y socialmente a quienes se dedican a esta actividad que destroza vidas y familias.
Un año en el que se condene también a varios protagonistas de estos malditos esquemas de mafias con los pagarés. Miserables que fraguan notificaciones para despojar a través de juicios ejecutivísimos a aquellos más vulnerables en la cadena del sistema financiero, aquellos que no tienen contactos ni dinero para defenderse de las arbitrariedades concebidas dentro del mismo sistema de justicia, para despojarlos de parte de sus salarios y jubilaciones, pese a que ya saldaron plenamente las deudas contraídas.
Una lista parcial, incompleta e imperfecta de deseos, con la que queremos desearles un Feliz Año Nuevo…y un también Feliz Día de los Inocentes.
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