¿Qué piensan los candidatos sobre los grandes desafíos nacionales?

Ya hace más de un mes que se realizaron las internas y se definieron las candidaturas para las próximas elecciones generales y todavía la ciudadanía no conoce a ciencia cierta cuál es la posición de los principales postulantes frente a los grandes desafíos que enfrenta la República. Es parte del juego político que los candidatos se “ataquen” unos a otros, en el sentido de criticar a sus adversarios y poner hincapié en lo que podrían ser sus puntos débiles, pero no es suficiente. La gente tiene derecho a saber qué ofrece cada quién, para poder evaluar quiénes son los que tienen las ideas más claras y más sensatas, y se muestren más confiables y eficaces.

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Ya hace más de un mes que se realizaron las internas y se definieron las candidaturas para las próximas elecciones generales y todavía la ciudadanía no conoce a ciencia cierta cuál es la posición de los principales postulantes frente a los grandes desafíos que enfrenta la República. Es parte del juego político que los candidatos se “ataquen” unos a otros, en el sentido de criticar a sus adversarios y poner hincapié en lo que podrían ser sus puntos débiles, pero no es suficiente. La gente tiene derecho a saber qué ofrece cada quién, para poder evaluar quiénes son, a su criterio, los que tienen las ideas más claras y más sensatas, y se muestren más confiables y eficaces. Reiteramos algunos de los grandes temas que tendrá que enfrentar el próximo gobierno.

Uno es la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú. En agosto se cumplen 50 años de su entrada en vigencia y se abre la posibilidad de modificar sus términos, por lo que el mayor peso de esa gran responsabilidad recaerá sobre las nuevas autoridades. Por supuesto es fácil hacer discursos grandilocuentes al respecto, pero los electores tienen que poder sopesar si los candidatos poseen una visión estratégica de cuáles son las verdaderas reivindicaciones paraguayas en la binacional y, a partir de ahí, si tienen propuestas realistas e innovadoras para poner en la mesa de negociación. Ello pasa necesariamente por la renta potencial de los 20 millones de megavatios/hora de excedentes que tiene Paraguay anualmente en la central, y que hoy debe ceder a su poderoso vecino a cambio de una ínfima compensación. O Brasil paga un valor al menos cercano al de mercado por ese sobrante o permite que sea Paraguay, y no la operadora estatal brasileña, el que subaste esa energía y obtenga los dividendos que legítimamente le corresponden por su porción del aprovechamiento energético del río Paraná. Si los gobernantes no tienen esa visión estratégica, se terminarán conformando con pequeñas concesiones, como ha pasado históricamente.

Un segundo gran desafío es la sostenibilidad fiscal. Paraguay lleva más de una década de déficit ininterrumpido, que se ha agudizado dramáticamente desde la pandemia, el endeudamiento público está al límite máximo, los agregados monetarios están desbordados, con una inflación muy superior a la que el país estaba acostumbrado. Debido a ello se han achicado enormemente las posibilidades de implementar políticas públicas desde el Estado y se ha comprometido seriamente el bienestar de la gente por la pérdida del poder adquisitivo del dinero, la caída de las oportunidades de empleo y de negocios, la probable suba de impuestos y el deterioro general de la economía y del proyecto de desarrollo nacional. ¿Piensan los candidatos poner fin a la sangría o, para congraciarse con pequeños grupos de presión, continuará el despilfarro para beneficio de pocos y perjuicio del conjunto de la población?

Relacionado con lo anterior, un tercer gran desafío es la reforma del Estado, para restablecer su capacidad de hacer rendir el dinero que aportan los contribuyentes y generar una contraprestación equivalente de servicios a la ciudadanía. En el vigente Presupuesto 2023 ya el 90% de los recursos ordinarios del Estado paraguayo se destinan a gastos rígidos (salarios y remuneraciones, jubilaciones y pensiones, amortización e intereses de la deuda), lo que deja escaso margen para todo el resto. Además, debido a toda una serie de malas prácticas e incentivos incorrectos, la productividad del trabajo en el sector público es muy inferior a la del sector privado. Sería bueno saber qué posición tienen los candidatos, por ejemplo, frente a los proyectos de nuevas leyes de la función pública y de contrataciones y adquisiciones, y qué otras iniciativas concretas y realizables tienen en mente para mejorar la eficiencia estatal, la calidad del gasto público y el control de la corrupción.

Un cuarto desafío de extraordinaria importancia es la educación. Ya antes de la pandemia el 68% de los alumnos de 15 años en el país no alcanzaba las competencias básicas en lectura, el 92% en matemática y el 76% en ciencias. Este calamitoso panorama se agravó mucho más con dos años de virtual interrupción de las clases, tal como sugieren todos los estudios que se han hecho en la región y en el mundo. Se deben hacer nuevas y estrictas mediciones para conocer el verdadero punto de partida, por duro que sea, y los candidatos tienen que dar a conocer qué piensan hacer para no condenar al fracaso a esta generación de niños y jóvenes.

Un quinto desafío que amenaza con explotarle en la cara al próximo gobierno es el de la Caja Fiscal, que es la que administra los aportes y haberes jubilatorios del sector público. Según proyecciones oficiales del Ministerio de Hacienda, el déficit alcanzará los 2.500 millones de dólares ya durante el siguiente mandato presidencial. Ese monto es el triple de las actuales recaudaciones del Impuesto al Valor Agregado, lo que significa que, si no se hacen urgentes y drásticas reformas, habrá que triplicar el IVA que pagan los ciudadanos solamente para solventar las jubilaciones de los funcionarios públicos. Las reformas son imperiosas y necesarias, pero no serán populares. La gente tiene que poder evaluar si los candidatos tendrán el coraje de llevarlas adelante.

Las elecciones nacionales están previstas para el 30 de abril. Les quedan tres meses a los candidatos para exponer sus propuestas y puntos de vista sobre estos y varios otros asuntos cruciales para el país. Por su parte, los electores, si de verdad aman a su Patria, deben comportarse como ciudadanos responsables, informarse, reflexionar y, a la hora de la verdad, decidir a conciencia.

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