Los extranjeros de un país al que nunca fueron

La muerte del joven Nahel Merzouk, de 17 años, abatido por el disparo de un agente de la policía el pasado 27 de junio, incendia toda Francia. Marcelo Bogado explica en este artículo por qué no se trata de un incidente aislado, sino de la punta de un complejo iceberg sociocultural.

Manifestación en protesta por la muerte de Nahel, Nanterre, jueves 29 de junio de 2023 (Foto: Silanoc, vía Wikipedia Commons).
Manifestación en protesta por la muerte de Nahel, Nanterre, jueves 29 de junio de 2023 (Foto: Silanoc, vía Wikipedia Commons).

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«Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común». Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

En los poco más de dos años que viví en Francia aprendí una cosa muy curiosa sobre la manera en la que en ese país se clasifica a las personas con respecto a lo que llaman a nivel local «sus orígenes». Si bien la región de París y sus municipios cercanos –que era por donde me movía– es bastante multicultural, con migrantes de todas partes del mundo –presencia más evidente en ciertos barrios y ciudades de la región parisina–, en lo que concierne a sus «orígenes» la gente es clasificada, a grandes rasgos, en tres grupos: los «franceses-franceses», los extranjeros (del país que sea) y los «franceses, de origen tal».

Al primer grupo pertenecen los nacidos en Francia y de ascendencia francesa; son, simplemente, franceses, sin más vueltas. Su árbol genealógico puede contener algún que otro extranjero, de ciertos países, lo cual no impide que puedan considerarse legítimamente como franceses. A este grupo puede pertenecer alguien cuyos padres y abuelos nacieron en Francia pero también alguien con una abuela, por ejemplo, nacida en otro país europeo. Se pueden presentar ante un extraño como franceses sin ningún problema. Nadie les preguntará si son sólo franceses o si también tienen dentro otra cosa además de lo francés.

En el segundo grupo se encuentran los inmigrantes en general, del origen que sea, nacidos en otros países y, por tanto, extranjeros. Dependiendo del país de origen, son considerados de manera más positiva o menos favorable. No es lo mismo ser europeo que latinoamericano o africano.

En el tercer grupo están aquellos que, si bien nacieron en Francia, no son vistos como «franceses-franceses». Pesa sobre ellos el estigma de su origen, debido al cual su nacionalidad francesa no es considerada una nacionalidad «pura» por más que conste en sus documentos que nacieron en territorio francés. A este grupo pertenecen quienes tienen padres o abuelos nacidos en regiones específicas, fundamentalmente en África, que se divide en dos: Magreb y África subsahariana.

El país de la Revolución francesa, el que luchó por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, lema que lo hizo célebre entre las demás naciones del mundo, aún no ha podido hacer realidad esas tres palabras dentro de sus fronteras. Aquí, los franceses de ciertos orígenes son considerados, por ejemplo «franceses, de origen argelino» o «franceses, de origen marroquí».

Sin proponérmelo, aprendí esta clasificación. Al conocer a algunas personas, cuando mencionaba de qué país soy, solían presentarse a sí mismas diciendo, por ejemplo, «yo soy francés, de origen argelino». Me resultaba llamativa esta presentación puesto que, al preguntarle a la persona donde nació, respondía que en Francia. Sin embargo, no se consideraba a sí misma 100 % francesa, sino otra cosa distinta.

Esta manera de presentarse de los integrantes del tercer grupo como «franceses, de origen tal» refleja la relación conflictiva que han establecido con otros miembros de la sociedad francesa, que no solo no los consideran franceses –por más que hayan nacido en Francia y nunca hayan salido de sus fronteras– sino que los discriminan y los perciben como problemáticos y potenciales delincuentes. Lo cual tiene como consecuencia que no sean tratados, por ciertos individuos, de la misma manera que un «francés-francés».

En la práctica, esto se refleja en historias que suceden todos los días en el país. Historias como la de Nahel, un adolescente de 17 años de origen argelino muerto el 27 de junio en la ciudad de Nanterre por un disparo cuando escapaba en un vehículo de una barrera policial. Ante el avance del vehículo, la respuesta de un policía fue un certero balazo a la altura del tórax que llevó a Nahel a la muerte.

La versión de los policías, que alegaron que el disparo respondió a una amenaza del abatido, no coincidía con filmaciones de testigos presenciales, y llevó a manifestaciones y actos vandálicos en toda Francia, protagonizados, en su mayoría, por jóvenes del mismo rango de edad que Nahel y de orígenes similares, que ven en su muerte situaciones que viven a diario, cuando son tratados como delincuentes simplemente por los rasgos físicos que delatan sus orígenes.

La muerte de otros dos jóvenes de orígenes semejantes, Zyed y Bouna, electrocutados en el 2005 al huir de la policía, también dio lugar a levantamientos de parte de quienes vieron su tragedia como una manifestación de la discriminación y el racismo que los criminaliza y los obliga a soportar, en ciertos contextos, un trato desigual al que recibe el resto de la población.

Ante el caso de Nahel y las protestas que le siguieron, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas interpeló el 30 de junio al gobierno francés sobre las condiciones que llevaron a la muerte del joven, instándolo a frenar el racismo y la discriminación existentes entre las fuerzas del orden del país, causantes de este tipo de muertes y del descontento que generan. Consejo que no fue bien recibido por el gobierno francés, que, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, respondió: «Toda acusación de racismo o discriminación sistemática por las fuerzas del orden en Francia es totalmente infundada (…) Francia y sus fuerzas del orden luchan con determinación contra el racismo y todas sus formas de discriminación» (1).

Más allá de las declaraciones del gobierno francés, que puede estar luchando contra el racismo y la discriminación en la policía, según un estudio realizado en el 2016, la policía francesa no trata a todas las personas de la misma manera. Así, son más frecuentes los controles policiales de las personas percibidas como árabes o negras. El 82,6% de los hombres consultados contestaron que sus documentos no fueron controlados por la policía ni una sola vez en los últimos 5 años. Mientras que entre los hombres negros y árabes la mitad declaró haber sido controlado al menos una vez. Si se agrega la variable edad, el 80% de los hombres de hasta 25 años percibidos como negros y magrebíes declararon haber tenido que mostrar sus documentos a la policía al menos una vez en los últimos 5 años, contra el 16% del resto de la población. Esto es, los jóvenes negros y magrebíes tienen 5 veces más chance de ser considerados sospechosos (y de que por ello les soliciten su documentación) que el resto de los franceses (2).

La muerte de Nahel, en las circunstancias que la rodearon, fue posible porque en Francia jóvenes como él son considerados por la policía y por otros miembros de la sociedad como «franceses de origen argelino» o «franceses de origen senegalés». Ante la muerte de Nahel por un tiro policial, un vecino suyo declaraba: «Estamos hartos, también somos franceses. Estamos en contra de la violencia, no somos escoria» (3).

Manifestaciones de descontento como las de los últimos días, con destrucción e incendio de vehículos y edificios públicos y privados, además de saqueos y otras expresiones violentas, obviamente, no solucionan nada y no son comportamientos justificables. Sin embargo, mientras estos jóvenes no puedan presentarse a sí mismos como «franceses-franceses», porque no se consideran tales, y no sean vistos como «franceses-franceses» por el resto de sus compatriotas, casos como el de Nahel despertarán su ira, pues en las circunstancias que rodean a su muerte ven el trato que reciben a diario.

Notas

(1) Brunet, R. (2023). Mort de Nahel: accusée de violences et de racisme, la police de nouveau sous le feu des critiques, France 24, 01/07/2023: https://www.france24.com/fr/france/20230701-mort-de-nahel-accus%C3%A9e-de-violences-et-de-racisme-la-police-de-nouveau-sous-le-feu-des-critiques. En francés en el original.

(2) Defenseur des droits (2016). Enquête sur l’accès aux droits, vol. 1, Relations police/population: le cas des contrôles d’identité, pp. 16-17.

(3) Benotman, A. (2023). La muerte de Nahel, un trágico recordatorio de las grietas en la estructura social de Francia, France 24, 07/03/2023: https://www.france24.com/es/francia/20230703-la-muerte-de-nahel-un-tr%C3%A1gico-recordatorio-de-las-grietas-en-la-estructura-social-de-francia

*Marcelo Bogado es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción y cuenta con una maestría en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Antropología por la Université Sorbonne Nouvelle (París 3), Francia. Como investigador, ha trabajado en temas de historia oral, procesos de urbanización y transformación digital, entre otros.

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