LONDRES. Una cara ancha o alargada, la forma de la boca o el tono de la piel son rasgos que determinan la percepción, basada en estereotipos, sobre la clase social y la competencia de las personas, indica un estudio difundido este jueves en el Reino Unido.
Hoy, Día de la Madre, rescatamos este documento histórico publicado en noviembre de 1937 en Santiago de Chile: una columna de opinión contra esta fecha oficial instituida en Alemania bajo el gobierno de Adolf Hitler.
Pronto se cumplirán dos meses de guerra en Ucrania desde que comenzó la invasión rusa el pasado 24 de febrero. Invasión que el filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky, en reciente entrevista con Truthout, ha declarado «un grave crimen de guerra comparable a la invasión estadounidense de Irak y a la invasión de Polonia por parte de Hitler-Stalin en septiembre de 1939, por poner solo dos ejemplos relevantes».
«La idea es sencilla y eficaz: lujuria femenina, no convicciones políticas; caprichos sexuales, no principios éticos; locura, no lucidez», escribe Montserrat Álvarez acerca de la campaña de difamación con la que el FBI destruyó la imagen de Jean Seberg, «musa de la Nouvelle Vague».
Sobre la función ideológica del Día de la Mujer: dar a lo inexistente realidad e imagen, no importa si sexista y anticuada o «revolucionaria» y «transgresora», si oscuro objeto de deseo machista o icono feminista, y ponerla en un altar que siempre es disfraz de un molde.
Si los cortesanos franceses –en una famosa novela epistolar del barón de Montesquieu– se preguntaban cómo se puede ser persa, hoy los cortesanos de Washington DC se preguntan cómo se puede votar por Trump, comenta el escritor y periodista argentino Alfredo Grieco y Bavío desde Buenos Aires, en exclusiva para los lectores de El Suplemento Cultural.