Gastón Bachelard y el odio al pensamiento

El odio al pensamiento puede explicar en parte el auge actual de los movimientos neofascistas, de acuerdo a lo que sostiene en este artículo el psicoanalista Alejandro Pascolini. Desde Buenos Aires, en exclusiva para los lectores de El Suplemento Cultural.

Mon Tzé: "Gastón Bachellard" (2014)
Mon Tzé: "Gastón Bachellard" (2014)

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Gastón Bachelard plantea que en el ámbito científico existe un particular obstáculo para adquirir nuevos conocimientos, que no consiste en ninguna dificultad específica del objeto a investigar, ni tampoco en un impedimento teórico o técnico del investigador, sino en un límite severo en el aprendizaje del objeto científico debido a prejuicios y resistencias tanto ideológicas como emocionales del científico. A este «obstáculo epistemológico», como él lo denomina, se debe que un científico no progrese en el quiebre de un conocimiento previo para la adquisición de una perspectiva diferente de la problemática estudiada. Recordemos que, para Bachelard, se conoce «en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos» (1) y que, por lo tanto, toda sujeción acrítica a lo dado, toda preservación de cierta plataforma de seguridad epistémica, es para él una obsecuencia imprudente a un saber ya perimido. En consecuencia, adoptar un fenómeno cómo «inequívoco y natural» y no preguntar por sus determinaciones y complejidades puede operar como una defensa frente a los cambios que puede traer aparejado el despliegue de un saber capaz de sorprender y hasta escandalizar al científico y a la sociedad en general (poniendo en jaque estabilidades no sólo intelectuales, sino también políticas y económicas).

En consecuencia, la propuesta de Bachelard es no tomar ningún fenómeno cómo acabado, sino problematizar su carácter supuestamente esencial e interrogarlo hasta sus últimas implicaciones racionales: «Y entrando en el detalle mismo de la investigación científica, frente a una experiencia bien determinada que pueda ser registrada como tal, verdaderamente como una y completa, el espíritu científico jamás se siente impedido de variar las condiciones, en una palabra de salir de la contemplación de lo mismo y buscar lo otro, de dialectizar la experiencia» (2). En términos del filósofo alemán G. W. Friedrich Hegel: «La filosofía debe su origen primero a la experiencia (al a posteriori). Pero en realidad el pensamiento es esencialmente la negación de un existente inmediato» (3), y agrega: «Por una parte, las ciencias empíricas no se contentan con el simple percibir de los fenómenos singulares, sino que, pensando sobre ellos elaboran la materia para suministrarla apta a la filosofía, buscando determinaciones generales, géneros y leyes y dan así al contenido de lo particular la preparación para que pueda ser recibido en la filosofía» (4). Podemos cotejar, entonces, cómo estos dos autores comparten una desconfianza clara y racional respecto a lo que metafísicamente se presente como igual a sí mismo, sustancial, inmutable.

La creencia en la legitimidad de algún existente inmediato como dato último e irrefutable es subvertida tanto por Bachelard como por Hegel mediante la razón dialéctica, entendiendo dicha razón como una permanente problematización de toda afirmación (ya que toda afirmación, en esta concepción filosófica, conlleva su negación), lo cual imposibilita pensar una realidad como sustancial, dogmáticamente. En este sentido, coinciden ambos en criticar a quienes no adoptan hasta el final de su análisis este abordaje de lo real; al respecto, dice Hegel: «La concepción de la dialéctica como constituyendo la naturaleza misma del pensamiento, y de que éste como intelecto debe emplearse en la negación de sí mismo, en la contradicción, constituye uno de los principales puntos de la lógica. Pero sucede que el pensamiento, desesperado de poder sacar de sí la solución de la contradicción en que se ha puesto, torna a las soluciones y a los calmantes que el espíritu encuentra en otras de sus modas y formas…» (5). Y, en el mismo sentido, sostiene Bachelard: «Es por otra parte muy notable que, de una manera general, los obstáculos a la cultura científica se presentan siempre por pares. A tal punto que podría hablarse de una ley psicológica de la bipolaridad de los errores. En cuanto una dificultad se revela importante, puede uno asegurar que al tratar de eludirla, se tropezará con un obstáculo opuesto» (6). Como puede observarse, se trata de racionalidad, de dialéctica y de considerar como poco serio y riguroso el abandono de la ubicación y superación de las contradicciones, en la filosofía para Hegel, en la ciencia para Gastón Bachelard.

Es tan irónico como revelador que actualmente un obstáculo epistemológico que considero relevante para poder pensar el auge de propuestas neofascistas sea el no poder dar cuenta del culto a la irracionalidad por parte incluso de aquellos que detentan el título de pertenecer a un pensamiento científico.

Me refiero a que la idealización de la «intuición» y de los «saberes más allá de la palabra y el pensamiento» en ámbitos como el arte, la política y la salud mental, expresada en opiniones irreflexivas e ingenuas, tales como: «lo esencial de la experiencia humana es un misterio que la razón no puede alcanzar» o «los acontecimientos cruciales del hombre no se pueden poner en palabras» son los actuales «dogmas metafísicos» que, tomando la propuesta de análisis de Gastón Bachelard, impiden pensar cómo pensamos, ya que implican una manera de pensar que rechaza el pensamiento como tal (imposibilitando de manera radical el análisis del fundamento de todo conocimiento)

De esta manera, se abona el terreno al desprecio por los argumentos y el rechazo de la necesidad de justificar de manera lógica lo que se asevera.

Este odio al pensamiento es parte estructurante de la ideología actual, que promueve el auge de líderes políticos que apelan a la imagen y no a la ética, a la prepotencia y no a la crítica fundada en conocimiento, al slogan vacío y no a la propuesta política, al odio a lo diferente y no a la construcción política.

Notas

(1) Gastón Bachelard: La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo. Buenos Aires, Argos, 1948.

(2) Ídem.

(3) G. W. F. Hegel: Filosofía de la lógica y de la naturaleza. Buenos Aires, Claridad, 1969.

(4) Ídem.

(5) Ídem.

(6) Bachelard, op. cit.

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