Violencia creciente: Saber defenderse en forma y a tiempo

Cuando nos agreden, por instinto de supervivencia, tratamos de defendernos de alguna manera, utilizando métodos que conocemos o que nos nacen. Sin embargo, no todos saben defenderse, muchas personas se dejan lastimar o se castigan ellas mismas. ¿De dónde proviene el temor a levantar la voz, a poner límites, a protegerse?

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No estamos destinados a la ofensa ni la violencia. Nunca es tarde para aprender a defendernos.

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“La indefensión está sostenida en el miedo, no obstante, es posible modificarlo porque es una conducta adquirida”, dice la Lic. en psicología María Luisa Barboza Meyer, abriendo la charla. Cuando nacemos, somos y estamos indefensos, nuestra vida depende de nuestros cuidadores; esta primera etapa es fundamental para el desarrollo de la confianza y seguridad que sintamos tanto en nosotros mismos como respecto a los demás.

“Hay bebés que después de llorar largo tiempo sin conseguir atención, terminan entendiendo que no podrán cambiar los acontecimientos negativos en su vida, y finalmente caen en una apatía y posterior depresión.

Y luego, si al ir a la escuela vuelven a encontrar un ambiente hostil, reconfirman que no tienen control sobre su vida y que tampoco sabrán ser asertivos a la hora de expresar lo que sienten. No se sentirán merecedores de nada bueno”, dice la profesional.

-¿Defenderse no es un don natural?

El saber defenderse es un comportamiento adquirido, que tiene un porcentaje de reflejo automático, es decir, ante un peligro inminente, podemos huir, atacar, incluso desmayarnos, o ante el ataque de un animal taparnos el rostro con las manos. Eso lo hacemos sin pensar.

Pero hay individuos que no responden frente a una conducta deliberadamente malintencionada de burlas, gritos, amenazas, golpes, etc., si se sienten indefensos, solos, acorralados pondrán en marcha lo que aprendieron en su casa con sus adultos mayores: eso se llama indefensión aprendida.

-¿Desde qué edad podemos defendernos?

Podemos enseñar a nuestros hijos desde muy pequeños a expresarse, por ejemplo: hablando a la pata de la mesa con la que se golpeó, dándole peluches para que pueda descargar su ira, explicarle que con el peluche se puede, pero con las personas no, y siempre poner en palabras lo que siente.

Los adultos deben dar el ejemplo de la autoregulación emocional, llevarlos a actividades sociales y deportivas con sus pares, enseñarles a crear lazos de amistad duradera. Recordarles que los padres están para ayudarlos siempre.

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-¿Esos chicos que no saben defenderse provienen de padres muy estrictos, permisivos o indiferentes?

Aprender a defenderse no es una materia que los adultos en nuestro país tengan como tema importante; la salida más rápida es “si te golpeó, golpeale vos también”.

No hay conciencia de lo que significa realmente defenderse y poner límites a tiempo, se deja al azar, no entra dentro de la educación de valores, de respeto, de la escucha. Debemos poner en palabras sin buscar culpables, poner el foco de atención en la resolución del problema.

Padres muy estrictos generarán hijos sumamente dependientes que no podrán pensar por sí mismos. Padres muy permisivos los abandonan a su suerte y no los preparan para la vida, es un tipo de violencia pasiva. Padres indiferentes harán que el niño se sienta dueño del mundo, en el cual puede hacer lo que quiere sin asumir las consecuencias de sus actos.

-¿Puede ser la indefensión una manera de defenderse?

Puede ser. La huida, el silencio, el desmayo, la evitación o la negación es una respuesta que si es utilizada con un buen criterio puede salvar la vida, no siempre la agresión o la asertividad podría ser lo más adecuado.

Es importante enseñar a poner límites desde muy pequeños. Defender la vida a veces con mucha valentía y otras huyendo, sin que ello te haga un cobarde; hay que aprender el sano equilibrio entre lo que puedo, quiero y debo hacer.

-¿Qué sentimientos surgen cuando no nos protegemos?

Básicamente la indefensión se sostiene en el miedo instalado desde pequeños a través de la culpa, el castigo, la vergüenza y la humillación que se ejerce en nombre de la educación.

Con tanta información que se maneja hoy, hay poco discernimiento entre lo que está bien y lo que está mal, lo falso y verdadero, esto hace que embarguen sentimientos de desesperanza, angustia, abandono, tristeza y depresión creyendo que nada puede cambiar; esto no es más que evadir la responsabilidad culpando a los demás.

-¿La indefensión puede superarse?

Sí. Se supera con pequeños logros, con un plan de acción con conductas observables que entusiasmen, que rompan con la creencia falsa de que el sujeto no puede controlar nada de su vida, cuando en realidad, algunas sí, y sobre eso se trabaja.

-Algunas personas siempre esperan que otros las defiendan, pasa mucho con las mujeres

Depende mucho de cómo se le ha enseñado a alguien a defenderse. Si los padres o cuidadores han sido de castigar mucho hasta hacer de el/ella una persona que se inhibe y ya no distingue una conducta positiva o negativa, normalizará el maltrato.

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En el caso de las mujeres, es desafiante enfrentarse a un hombre cuya fuerza física es superior, y más si él está descontrolado por alguna razón, la mujer siempre estará en desventaja física y poco puede hacer sola.

-¿Cómo ve el mundo de los adolescentes?

Ellos tienen más miedo hoy al escrache, a los videos que se alzan en las redes, a ser rechazados; la virtualidad actual es el “cuco” de antaño. Se ve muy polarizada la violencia; por un lado, se da una conducta altamente irritable, cualquier excusa sirve para provocar una pelea.

Y, por el otro, jóvenes que llevan solos el sufrimiento, han perdido las ganas de defenderse, poner límites, hay un déficit motivacional con una carencia de identidad y pertenencia; en vez de defenderse, se autolesionan para paliar el dolor emocional, la soledad que sienten.

-Sí, esta generación sufre “la moda” de hacerse cortes o cosas peores…

Es conveniente buscar ayuda psicológica, que el/la joven pueda ir a cursos de defensa personal, trabaje su seguridad y autoestima; hay formas de superarse y cada caso es una situación especial.

-¿Cuáles son los peores ataques: físicos o psicológicos?

Ambos, por tratarse de un ataque, ir en contra de la voluntad de una persona y forzarla a hacer lo que no quiere. Hay una pérdida importante de autoestima.

En el caso de la agresión física es más comprobable, en cambio la psicológica es más compleja de medir. En cada caso es un terrible sufrimiento, y cada una de estas violencias se impregnará en sus características personales.

-¿Qué tan fuerte tiene que ser una agresión para anular a la víctima?

Generalmente el ataque no inicia en un día, es sutil, va minando la seguridad, la confianza en sí mismo y en los demás, le dicen que es una broma y que no sabe aceptarla; instalan primero una sensación de confusión que hace que la víctima dude de sí misma “sos un exagerado/a”, y le hacen un vacío o “la ley del hielo”, de esta manera pasa a ser invisible para los demás.

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Equilibristas emocionales

“Nos urge la educación en la regulación de las emociones, el ser humano es un ser pensante y, además, tiene la capacidad de prevenir o anticiparse a un problema de manera efectiva. El neocórtex es un área del cerebro que hay que estimular para aprender a contar hasta 10, evaluar con un criterio de realidad si vale la pena enojarse tanto, porque esto dura muchas horas intoxicando el organismo con el cortisol, altamente dañino para el corazón”

“Busquemos ser mesurados en las situaciones violentas. No se puede andar haciendo justicia por mano propia porque se termina mal, para eso está la policía, los entes encargados de la protección del individuo”, recalca la Lic. Barboza.

-Las ciudades cada vez más pobladas son aptas para nichos de violencia

Aumentó la competencia del más fuerte, del más vivo, del que no respeta nada. Sobrevivimos en una “selva”. La escalada de violencia tiende a ir en aumento.

Lo bueno sería que cada uno ponga su granito de arena para ir suavizando esas relaciones diarias difíciles que nos vemos obligados a enfrentar, ser consciente de que aunque uno sienta en la cara la agresión, no responda porque va a perder -la gente violenta es experta en el área-, andar peleando no lleva más que al hospital o al cementerio.

Nunca es tarde para enseñar ni para aprender

Cómo entrenar a los hijos:

  • -Contarles cuentos con personajes que han tenido que defenderse
  • -Jugar con juguetes que sirvan para defenderse, juegos simbólicos, casitas, bloques, muñecas, soldaditos, superhéroes, y dejarlos armar sus propias historias.
  • -Contarles de alguien que ha sido atacado y cómo hizo para defenderse
  • -Ponerles situaciones absurdas de ataque y preguntarle cómo se defendería.

Cómo entrenarse uno mismo siendo adulto:

  • -Ser consciente del problema y no evitar enfrentarlo.
  • -Buscar aquellas cosas en las que tiene control en su vida y darse cuenta de los resultados. Por pequeño que sea ese espacio de control, lo ayudará a volver a recuperar las riendas.
  • -Aprender pequeñas frases como speach que repite ante alguien que lo ataca, como un disco rayado, así mantendrá el foco en el problema y la solución.
  • -Recordar los momentos en los que pudo defenderse y que esto le sirva como para ir tomando confianza en sí mismo.
  • -Tener en cuenta cómo se habla a sí mismo, no boicotearse diciendo “no puedo, me sale todo mal, no sirvo para esto”, es importante quererse uno mismo al hablarse, recuperar la confianza sabiendo que algunas cosas saldrán y otras no, y no pasa nada, en los fracasos también hay éxito.
  • -Recordar que la felicidad está en reconocer las cosas que no podés controlar y cambiar las que sí.
  • -Buscar mentores que inspiren, gente de la actualidad que ha salido adelante a pesar de la adversidad.
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