Elecciones en tiempo de chikunguña

Del covid a la chikunguña, con las mismas carencias sanitarias, el escenario actual que tenemos es de aquellos que invitan a la frase tantas veces dicha de que solo en Paraguay pasan ciertas cosas.

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Las elecciones de abril próximo se perfilan en el marco de un ambiente enrarecido, con dos de los principales candidatos, Santiago Peña (ANR) y Efraín Alegre (PLRA), que tienen resistencia dentro de sus respectivos grupos políticos, por más que ambos se esfuercen en mostrar que cuentan con un bloque unido respaldándolos.

Un tercer candidato, Euclides Acevedo, ex-PRF y exfuncionario de gobiernos colorados, se presenta como una suerte de síntesis superadora para los descontentos con los otros dos aspirantes.

Para un elector que quiera decidir racionalmente su voto, pensando en lo que será mejor para el país, el panorama es desconcertante.

Si uno vota por el candidato colorado pensando “más vale malo conocido que bueno por conocer”, sabe que detrás de Peña se viene todo tipo de malandros que solamente piensan en la mejor manera de esquilmar las arcas públicas y que el candidato presidencial no tiene precisamente el aspecto de un líder que les pueda poner freno, en particular, por el profundo desconocimiento que tiene de la interna del centenario partido de Bernardino Caballero.

De hecho, el candidato ni siquiera es de verdad colorado, sino que se afilió para conservar un cargo y su candidatura se la debe a su “Patrón”, Horacio Cartes, que está considerado “significativamente corrupto” por el Gobierno de los Estados Unidos. Su jefe está además sancionado y con posibilidades de que se solicite su extradición próximamente. Además, en los últimos días, se comenta en el ambiente político que el padre del candidato también recibiría algún tipo de sanción por parte del poderoso país del norte.

Si gana las elecciones y su mentor cae definitivamente en desgracia, se desatará una interna feroz entre los dirigentes colorados que él difícilmente pueda manejar, con las consiguientes consecuencias para su administración.

En tanto, si uno vota por el candidato liberal, Efraín Alegre, uno puede pensar si no será más que una mosca en la telaraña que, por décadas, tejieron los sucesivos gobiernos colorados. Además, aún están frescas las heridas que se abrieron con el sector progresista de la oposición tras el abrupto final del gobierno de la alianza (2008-2012). Algunas promesas que lanza parecen de dudoso cumplimiento y ponen en duda su manejo del escenario conflictivo en el periodo que se viene.

Si el elector decide votar por la dupla Euclides Acevedo-Jorge Querey, lo primero que puede pensar es si no malgastará su voto por la incertidumbre de si les alcanzará el respaldo que consigan para vencer a sus otros dos fuertes contendientes. Se pueden además tener dudas fundadas sobre hacia dónde disparará el candidato, con el variopinto apoyo que tiene y con la seguridad de que, en caso de que gane, tendrá un Parlamento en contra y un escenario igualmente conflictivo.

Hay también otros candidatos que tienen pocas posibilidades por su propuesta ideológica, dada la sobreabundancia de ofertas de derecha en este mercado electoral.

En suma, ninguna decisión es segura en un escenario que, en cualquiera de las circunstancias, parece desfavorable. La incertidumbre es la marca distintiva de las elecciones que se vienen.

mcaceres@abc.com.py

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