Una parte de la oposición, la que se articula en torno al ex presidente Mario Abdo Benítez y que incluye a algunos legisladores que se autodenominan “bancada democrática” en el Congreso, está embarcada en el esfuerzo de diluir la obtención del grado de inversión en dos de las tres principales agencias de calificación de “riesgo país”, Moody’s y Standard & Poor’s. Falta Fitch.
Me explicaron todos los economistas que consulté, que el grado de inversión no es solamente mejorar las posibilidades de colocar bonos soberanos en los mercados bursátiles en condiciones más convenientes para nuestro país, sino que implica también reducir los costos de capitalización para quienes quieran invertir en Paraguay.
El “grado de inversión”, obviamente, no es suficiente. Pero es el cimiento indispensable para consolidar el camino al desarrollo que, eventualmente, permitirá sacar a más paraguayos que la sufren de la pobreza que padecen.
El esfuerzo de los opositores mencionados al principio se me presenta diseñado sobre una parte de la verdad: Es verdad, en efecto, que las políticas de Estado que nuestros gobiernos han seguido en general desde la administración de Nicanor Duarte Frutos son una parte sustantiva de la obtención del “grado de inversión” y que a ella contribuyeron Dionisio Borda, quien la estableció durante Nicanor y la consolidó con Fernando Lugo, César Barreto, Manuel Ferreira, Santiago Peña, Lea Jiménez, Benigno López, Oscar Llamosas y ahora Carlos Fernández Valdovinos.
Eso es verdad. Pero no es menos verdad que el actual gobierno decidió mantener la línea, cosa que podía no haber hecho, hasta alcanzar el objetivo y que el mismo se logró ahora.
La negación de esta parte de la verdad es el centro del esfuerzo de los opositores señalados. Pretenden que las decisiones que se tomaron durante este gobierno no tienen mayor relevancia en la obtención del “grado de inversión”, seguramente para mantener el relato de que todo está mal y empeorando, aunque los números del crecimiento económico indiquen lo contrario.
Es verdad que la política social de Santiago Peña tiene grandes riesgos: Me explicaron los economistas que “Hambre Cero” y “Adultos Mayores” agregan alrededor de mil millones de dólares anuales al presupuesto. En el podcast de Santi, al que asistí a pedido de mi compañera Sara Moreno que por fuerza mayor no pudo concurrir, el presidente explicó que el proyecto es que el aumento de recursos tributarios originado en el crecimiento de la economía proveerá los recursos (aplicación fáctica de la “curva de Laffer”).
Reivindico el derecho de los opositores acá mencionados a plantear su relato, pero señalo que negar la parte de la verdad que niega esa narrativa abre una peligrosa ventana por donde puede entrar en el programa de futuros gobiernos la idea de que hay que desmontar, “porque todo está mal”, elementos de la política económica (bajos impuestos principalmente) que nos trajeron a este éxito.
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