Juan Báez, ocupante de un lote fiscal que es pretendido por la exviceministra cartista de la SET Marta González, espera que finalmente el Indert haga caso al pedido de adjudicación de esa finca donde vive junto a su familia. El modesto poblador y su abogado volvieron a denunciar presiones.
En una carta remitida a nuestro diario y publicada en dos partes, Jacinto Santa María aseguraba textualmente que su firma se encargó de realizar auditorías a cerca de 40 municipalidades de todo el país.
El señor Jacinto Santa María, socio gerente y apoderado de Audicon – Auditores, Contadores y Consultores, remitió una carta al director con relación a un artículo publicado. El texto de la misiva dice lo siguiente:
Al pie de una gran construcción se encontraban tres obreros trabajando. Los tres hacían la misma tarea: tallar piedras. Un hombre se acercó y a cada uno preguntó: ¿Qué haces? El primero le contestó: “Estoy tallando piedras”, y con su hosca mirada pareció agregar: ¿no lo ve? El segundo respondió: “Trabajo para ganarme la vida… es duro, ¿lo sabe usted?”. Finalmente se acercó al tercero y le preguntó: “¿Qué haces?”. El hombre levantó la cabeza y, con inocultable orgullo y una luz en la mirada le respondió: “Construyo una catedral”.
Dicen algunos que para sacar adelante a nuestro país, el principal problema que tenemos que superar es el de los corruptos que abundan en todas las esferas. Coincido en que ese es uno de los grandes retos, pero no el principal. El problema más importante que debemos resolver es el de los inútiles; el de esos seres que con su incapacidad y sus actitudes indiferentes, negativas, conformistas, derrotistas y deprimentes, son los responsables de que nos mantengamos en el fondo, en muchos aspectos del desarrollo municipal, departamental y nacional. Es más, estoy convencido de que los corruptos no existirían si no existieran los inútiles incapaces de descubrirlos, denunciarlos, investigarlos y sancionarlos como corresponde.
Esta llamativa expresión la leí en un cartel, al llegar al Campus de la Universidad Nacional de Cuyo, en la cautivante ciudad argentina de Mendoza. Inmediatamente pensé en su profundo significado y en la envidiable conciencia ciudadana de quien tuvo la idea de colocarla en un cartel. Cuando más tarde recorrí la ciudad, ordenada, con calles limpias y arboladas, envidiables parques y plazas, y me encontré en otros sitios con similares carteles, me di cuenta que aquellos mensajes no representaban actitudes aisladas ni limitadas al ambiente universitario, sino algo mucho más extendido: una verdadera conciencia ciudadana que envuelve a la Sociedad Mendocina en su conjunto.