Nuestra Justicia es una cloaca

Las pruebas acerca de la sumisión de buena parte de los integrantes de nuestro Poder Judicial a poderes fácticos subterráneos, clandestinos, subversivos, son demasiado evidentes, y suman ya tantas, que resulta muy ofensivo que los políticos involucrados con dichos poderes sigan actuando como si no hubieran sido descubiertos.

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Pretenden, estos políticos, que se hable de cualquier propuesta, de esas totalmente vacías de contenido que bajan de internet en cada período electoral, para sacar de foco a la gente y evitar, como lo hacen en cada período constitucional, que se hagan los cambios que la situación requiere, a tal punto que la opinión pública se sigue desayunando con frecuencia con nuevos casos en que los manguruyuses se mofan del pueblo y se salen con la suya.

Una síntesis incompleta:

1) El clan González Daher manejó a su antojo al Poder Judicial por mucho tiempo, hasta que la publicación del contenido de unos audios lo desenmascaró. Pero su poder evidentemente sigue firme, pues los fiscales y jueces que, no digamos, colaboraron sino directamente trabajaron para ellos, y que motivó que la jueza Claudia Criscioni pidiera públicamente perdón a las víctimas, siguen tan campantes. Un integrante del clan, que ya tiene condena, sigue ejerciendo como concejal en Luque.

2) El clan Fretes. Están dándose a conocer las barbaridades que cometieron sus integrantes para acumular una riqueza incompatible con sus trabajos formales, con la colaboración también de personeros a su servicio, como el removido síndico de Quiebras Blas Manuel Velázquez. La cabeza del clan, Antonio Fretes, sigue siendo ministro de la Corte, y presidente con permiso de la misma.

3) El caso Mario Ferreiro es otro que demuestra la repulsiva manipulación del Ministerio Público por los políticos. Mezclados cartistas, abdistas, viejos luchadores contra la dictadura y marxistas en un lodoso montón. Es terrible el sometimiento de muchos fiscales al servicio de esos oscuros poderes fácticos.

4) El blanqueo en el “megalavado”, que se estima involucró unos 1.200 millones de dólares en el este del país. Roza a allegados del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, y antes de que asuma el nuevo fiscal general, hay un blanqueo de los involucrados. De lavado de dinero, el expediente se redujo a producción de documentos no auténticos.

Es como para preguntar si esto ocurre en casos tan emblemáticos y tan publicitados, cómo lo estará pasando aquella gente humilde que debe litigar para hacer valer sus derechos, con fiscales y jueces tan averiados, que parece están siempre para inclinarse ante el poder político o sucumbir ante la promesa de alguna buena recompensa.

No se vislumbran cambios porque demasiados políticos prefieren mentirle al pueblo para mantener las limosnas que les arrojan los mencionados poderes fácticos en la oscuridad. Nuestras elecciones, en las que sistemáticamente el pueblo ha fulminado un voto castigo contra el statu quo, no producen el efecto que el pueblo merece y reclama, porque esos políticos corruptos hacen impúdica gala del ninguneo al que someten a la voluntad popular.

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