La reciente calificación de BBB - otorgada por Standard & Poor’s (S&P), que confiere a Paraguay su segundo grado de inversión, fue recibida con optimismo desde los distintos sectores de la economía. No obstante, los referentes detallaron sobre algunos temas en los que se debe seguir trabajando para sostener esta nota y que el beneficio llegue a todos.
Desde el sector agropecuario, el representante de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), Jorge Dos Santos manifestó a ABC que el grado de inversión es un logro tanto de este como de los gobiernos anteriores, que con mucha solidez y constancia lograron mantener una economía estable y de crecimiento sostenido.
Para Dos Santos, el perfil del agro paraguayo ya cuenta de por sí "con buen renombre", y la calificación obtenida refuerza el valor de invertir en Paraguay.
En cuanto a las reformas más importantes, sostuvo que son claves la lucha frontal contra la corrupción y una seguridad jurídica real.
“Esto es un refuerzo y son dos pilares sobre los cuales se sostendrá la calificación. Conseguimos el diploma; ahora debemos demostrar que somos capaces de sostenerlo. Estamos por buen camino y se lograron muchos méritos económicos”, aseveró.
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Volatibilidad e inestabilidad
No obstante, advirtió que se registró mucha volatilidad e inestabilidad, además de problemas en la situación fiscal, deudas con proveedores y un derrumbe del tipo de cambio que afecta al sector exportador.
A su vez, cuestionó la inseguridad jurídica, con el regreso de amenazas de invasiones de tierras, temas que según el ruralista, deben resolverse. “Si no, el grado de inversión no podrá ser sostenible: quizás en los papeles, pero no en la realidad para el inversor”, destacó.
Solidez macroeconómica
Raúl Valdez, presidente de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) mencionó que este segundo Grado de Inversión otorgado al país, el sector agroindustrial lo interpreta como una validación técnica de la solidez macroeconómica de Paraguay y de la consistencia de sus políticas fiscales y monetarias.
Sostuvo que está calificación otorgada refuerza la previsibilidad necesaria para proyectos industriales intensivos en capital, con horizontes de repago de largo plazo, como los vinculados al procesamiento de granos, logística y energía.
Asimismo, indicó que posiciona al agro paraguayo como una plataforma agroindustrial competitiva y no solo como proveedor de materias primas.
“Reduce el riesgo país incorporado en el costo de capital y habilitaría el ingreso de inversores institucionales que priorizan entornos estables. Esto facilitará el financiamiento para expansión de capacidad industrial, incorporación de tecnología, integración logística y desarrollo de cadenas de valor con mayor contenido industrial y exportaciones de mayor valor agregado”, apuntó.
“Evaluación necesaria, pero insuficiente”
Valdez reconoció que está evaluación es una condición necesaria, pero no suficiente. Este consideró que el desafío ahora es alinear el grado de inversión con una política moderna de industrialización del agro, especialmente de la soja que es el principal componente del sector agro en Paraguay.
“Actualmente, no cuenta con condiciones que mejoren la competitividad y estimulen la ampliación de capacidades de industrialización basado en un marco regulatorio previsible que priorice el agregado de valor local. Sin esta agenda, el beneficio del grado de inversión corre el riesgo de concentrarse en la exportación primaria y no en el desarrollo agroindustrial que el país necesita”, precisó.
Grado de inversión por ser un país confiable
Hugo Pastore, director ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), manifestó que este segundo grado de inversión obtenido por el país refleja un esfuerzo de muchos años y una constancia macroeconómica que trascendió a distintos gobiernos, así como un tipo de institucionalidad que muestra a Paraguay como un país confiable ante los organismos calificadores.
Reconoció que se trata de una tendencia que debe trasladarse a otros ámbitos, como el fortalecimiento y la seriedad de las instituciones públicas. En ese sentido, sostuvo que la institucionalidad “es un camino que se debe continuar transitando y que resulta fundamental”.
Mayor inversión e infraestructura
“Hoy vemos que, en una campaña en la que entre soja, maíz, trigo y arroz probablemente se superen los 18 millones de toneladas de producción, nuestra capacidad logística se pone a prueba. En el ámbito fluvial, contar con condiciones de navegación permanente en ambos ríos y continuar con las tareas de dragado es fundamental”, expresó.
En ese contexto, remarcó la importancia de apostar a la infraestructura de accesos, ya sea mediante inversiones estatales o a través de alianzas público-privadas, para acompañar el crecimiento productivo. Esto debido a que actualmente, las exportaciones hacia Brasil operan al límite de la capacidad instalada, por lo que consideró urgente la habilitación del Puente de la Integración y su utilización efectiva.
“Todas estas infraestructuras que hoy ya están en proceso, y aquellas que aún deberán desarrollarse, como mejores accesos a los puertos y caminos de todo tiempo en las zonas de producción, son claves para el país. A ello se suma el capital al que se podrá acceder y que debería apuntalar estas nuevas inversiones”, afirmó.
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Institucionalidad y previsibilidad
Otro punto no menor que resaltó fue la institucionalidad, que debe sostenerse siempre bajo un marco de reglas claras y predecibles. “En el último tiempo, en relación con la cotización del dólar, esa previsibilidad estuvo algo fuera de contexto, aunque no se registraron movimientos bruscos del tipo de cambio”, puntualizó.
Finalmente, recordó que el Banco Central del Paraguay se caracterizó históricamente por atenuar episodios de volatilidad excesiva. No obstante, aseveró que las tendencias de mercado no pueden ni deben revertirse, sino respetarse, aunque sí resulta clave evitar movimientos bruscos y ofrecer un régimen cambiario más predecible para los actores económicos.